El Gobierno admite su preocupación ante las protestas pero no cambiará su política

Algunos cargos del PP están nerviosos y temen incidentes. "Grecia está como está por políticas como las de Zapatero", decía Rajoy en mayo de 2010. Ahora ante la reacción social, la hemeroteca le devuelve el mensaje.

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El Partido Popular ya sabía que al llegar al poder iba a tener que afrontar protestas a sus duros recortes. De hecho se estrenó con una huelga general a su reforma laboral que se celebró en las calles de toda España cuando Mariano Rajoy cumplió los 100 días de Gobierno.

Ahora, tras una semana de concentraciones, los populares admiten su preocupación. El presidente también lo está pero ante los suyos reconoce que no queda otra que "aguantar el tirón". Lo que tiene claro es que no va a rectificar sus ajustes. Está muy convencido de que hace lo que tiene que hacer y, aunque ha reconocido que sabe que daña a mucha gente, se excusa diciendo que "no hay más remedio" porque la situación es muy difícil. Sus colaboradores confían en "la madurez democrática" de la ciudadanía, que -esperan- asumirá las medidas consciente de que son inevitables.

En cualquier caso, Rajoy evita encontrarse con manifestantes como puede. Ya el sábado pasado clausuró el congreso del PP andaluz con antelación para no tener que afrontar los gritos, críticas y pitadas. Y esta semana ha mantenido una agenda de lo más reducida. Sólo se le ha visto en el Congreso -en la sesión de control y en el debate de los recortes cuando llegó para votar- blindado por las vallas.

Desde la dirección del PP le quitan hierro a las protestas. A pesar de encontrárselas todos los días a las puertas de su sedes. Sus cargos repiten el argumentario al pie de la letra: respeto a los manifestantes. Comprenden el malestar social pero defienden la labor de Gobierno porque es "absolutamente necesaria". Consideran que pueden perder apoyos pero están convencidos de que no se abrirá una brecha infranqueable con el electorado.

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Lo que no temen, aseguran, es perder a sus votantes. Por dos razones. Primero porque creen que, en el fondo, estos comprenden que es la única forma de salir de la crisis, convencidos, después de repetírselo constantemente, de que todo es por culpa de la herencia recibida de José Luis Rodríguez Zapatero. Segundo, porque opinan que el PSOE está "tan mal" que por mucho deterioro de imagen que ellos sufran, los socialistas no van a mejorar sus expectativas. Además, ven que mucha gente está harta de la política en general sin hacer distinciones entre partidos.

En las filas conservadoras, sí hay gente más intranquila por lo que está sucediendo. No se quedan con el número de detenciones o altercados, sino con el de todas aquellas personas que se van sumando a las quejas de los funcionarios en pie de guerra. Algunos cargos son conscientes de que la impopularidad del PP va en aumento y que el incumplimiento de buena parte de su programa electoral, les va a pasar factura. Otros se ponen nerviosos porque les recuerda a las concentraciones contra la guerra de Irak o a las del 11-M y creen que es demasiado pronto para vivir ya esta situación. También hay quien teme que se desaten episodios de violencia y descontrol y hay a quien le recuerda mucho a todo lo ocurrido en Grecia.

Cuando el PP estaba en la oposición siempre se refería al país heleno para poner en evidencia las políticas de Zapatero. En mayo de 2010 Rajoy decía en un almuerzo con afiliados en Puertollano (Ciudad Real) que "Grecia está como está por políticas como las de Zapatero". Ahora la hemeroteca le devuelve el mensaje como un boomerang.