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El incombustible legado de Diana Vreeland sigue vivo

Responsable editorial de Harper's Bazaar y Vogue en sus años de esplendor y asesora del moda del museo Metropolitan de Nueva York, Diana Vreeland catapultó la prensa femenina hacia una nueva dimensión y contribuyó a redefinir con sus afilados comentarios el nuevo perfil de la mujer contemporánea.

Diana Vreeland en su estudio, rodeada de recortes de revistas de moda(Libro ' The Eyes Have To Travel')

Mito indiscutible de una sofisticación perdida, por su vida desfilaron algunos de los personajes más relevantes del siglo XX.

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Según relata en su autobiografía 'D.V', un cóctel cargado de burbujeantes chismes de alta sociedad, se codeó con una interminable lista de celebridades: Truman Capote, Coco Chanel, Cecil Beaton, Josephine Baker, Isak Dinesen, Noel Coward, Greta Garbo... Nacida Diana Dalziel (París, 1906) fue testigo privilegiado del convulso siglo XX, hasta su despedida en Nueva York en 1989. Siempre al tanto de lo diferente, se esforzó por hacer de su aspecto un emblema de distinción. Desde niña fue consciente de tener un físico 'raro': alta, huesuda y con nariz aguileña, tenía aspecto de "pájaro exótico fuera de la selva, con perfil de tucán", según Truman Capote, con quien compartió confidencias. Nunca fue un argumento en su contra, al revés. "¿Es verdad o ficción?" le preguntaron en una ocasión; "Es faction", contestó. ¿Qué importa decir una mentira si sirve para hacer la vida más interesante?

Desde las páginas de Harper's Bazaar alentó con sus primeros artículos "¿Por qué no...?" a las mujeres americanas de la écada de los 30 a salirse de los dictados oficiales. Y cuando pasó a ser editora de moda de la revista, aportó su particular punto de vista para descubir bellezas atípicas como las de Lauren Bacall, Lauren Hutton, Twiggy, Angelica Huston, Barbra Streisand, Cher, Marisa Berenson, Verushka y Ali McGraw, entre muchas otras, inimaginables en una portada hasta entonces.

Veinticinco años después saltó a Vogue para convertir la revista en la más importante del mundo dentro de su género, y de ahí al Metropolitan de Nueva York, donde ejerció como asesora del museo en el Instituto del Traje con exposiciones temáticas que se convirtieron en todo un acontecimiento. Desde la gloria de la Rusia zarista, al esplendor del imperio austrohúngaro, la belle epoque, el diseño romántico en el cine de Hollywood.... La muestra de 1983 dedicada a Yves Saint Laurent fue la primera que tenía como objeto el trabajo de un diseñador aún vivo, aunque su estreno se produjo una década antes con una antología de Balenciaga, de quien fue entregada admiradora.

Descubrió el mito de Audrey Hepburn y fue estilista de Jackie Onassis, dio su primera oportunidad a diseñadores como Halston, Oscar de la Renta y Manolo Blahnik, y trabajó con fotógrafos de leyenda como Richard Avedon y David Bailey. Sus espectaculares producciones de moda por todo el mundo son objeto de revisión, como en la reciente muestra 'Diana Vreeland On Diana Vreeland' celebrada en el Museo Fortuny de Venecia y han sido recopiladas en el libro 'The Eyes Have to Travel' y el documental del mismo nombre. El mundo de la moda le debe todo lo que es, ella fue antes que nadie y desde entonces todo se repite. Sin la trascendencia, rigor y exquisito gusto que trasladó a toda su obra y toda su vida.

 
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