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ROBO DEL CÓDICE CALIXTINO EN SANTIAGO

¿Cómo ha sido la recuperación del Códice?

Manolo llevaba veinticinco años trabajando en la Catedral y fue despedido cuando entró el nuevo deán de la Catedral José María Díaz

El Códice Calixtino en el momento en el que fue encontrado, dentro de una bolsa de plástico en el interior d eun garaje.(POLICÍA NACIONAL)

Señalado como el principal sospechoso desde el pasado enero, Manolo, el electricista, iba cada día a la Catedral a las siete de la mañana, semiescondido, decía rezar a un santo, se compró dos pisos en metálico, conservaba la llave del archivo y le delató el subconsciente. Cuando los agentes insinuaron que el Códice podía haber sido quemado exclamó: - ¡No, no lo está!

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Con el Códice Calixtino localizado y a punto de volver a la Catedral de Santiago la Policía celebra el final feliz de la investigación. El comisario jefe de la Unidad de Delincuencia Especializada y Vio-lenta de la Policía (UDEV), Serafín Castro, ha querido reconstruir ante los medios un año de trabajo, desde los primeros indicios a llegar a localizar al ex electricista, sus manías, rutinas, delaciones, patrimonio delataron al ladrón. Manuel Fernández Castiñeiras, Manolo como lo llama el comisario, era el principal sospechosos desde enero. Su vida "era monótona, un tío muy rarillo, apenas hablaba con la gente, diariamente, sobre las siete de la mañana, estaba todos los días en la Catedral. Desde que le vigilamos se colocaba en el quicio de una puerta escondido, en las conversaciones que llegamos a tener con él, estaba frente a la tumba de un canónigo al que estaba rezando. Pasaba una hora, salía de misa, tomaba un café y se iba a casa".

El visionado de las cámaras de seguridad no fue la primera pista, pero una vez la policía estaba convencida de que el principal autor del robo era el ex electricista, revisó las imágenes. "Una vez nos centramos sobre Manuel le vemos salir, con una chaqueta americana, larga, y debajo una especie de bulto. No quiere decir nada, pero ahora, concluida la investigación, es significativo".

La primera sospecha sólida para la policía fue el intento de comprar un piso de 300.000 euros. "Una operación que no llegó a culminar pero comenzamos a sospechar". Y otro dato curioso. "En una de las charlas que tenemos con él le decimos: Manolo, a ver si van a quemar el claustro y el libro. E instintivamente Manolo respondió: "No, no está quemado". Las investigaciones continúan y aunque no llegó a comprar este piso, en 2008 compró un apartamento en La Lanzada. "A toca teja, billete sobre billete". No era el primero. Unos diez años antes, compró al contado el piso de su hijo por unos 200.000 euros, frente a su casa de Milladoiro. "Pagado también a toca teja y no teníamos constancia de la procedencia del dinero. Había heredado unas fincas pero no las había vendido", cuenta el comisario.

Fue entonces cuando la policía solicitó al juez la entrada y registro en sus propiedades. "Nos deci-dimos con la plena convicción de que el Códice lo tenía en alguna parte, era difícil encontrarlo por-que tiene al menos tres viviendas, fincas, cobertizos". La mañana del 3 de julio los agentes le detu-vieron en la catedral. En el registro de su casa encontraron bandejas de oro de escaso calor, diez facsímiles, un libro de las horas de la Catedral, algo más de 1,1 millones de euros y 30.000 dólares en billetes, dinero en pesetas y monedas de otros países, todo metido en una bolsa de deportes y dos cajas.

Una vez pase a disposición judicial quedan las diligencias pendientes enfocadas a averiguar la pro-cedencia del dinero. "Encontramos paquetitos de dinero nuevos, sin estrenar, creemos saber de dón-de ha salido, pero hay que probarlo", explicaba el comisario Castro. De nada servirá la declaración policial de Manuel Castiñeiras. Hasta el momento ha dicho "no me acuerdo, no lo sé", las dos únicas respuestas que ha dado hasta hoy. Para la policía el porqué del robo fue probablemente la venganza.

Un códice con garabatos

El Códice tiene que pasar por un peritaje aunque, con total seguridad, se trata del ejemplar original. Cuando la policía recuperó el manuscrito del garaje se lo mostró al deán y éste, inmediatamente, lo reconoció por las anotaciones que había hecho él mismo en la contraportada y alguna que otra pági-na. ¿Escribió en el códice? Han reaccionado los periodistas en la rueda de prensa. "Don José María es una excelente persona pero el hombre es ya mayor. Habla y dice cosas que no debería", justificaba el comisario en tono de humor.

Litigios pendientes

Manolo llevaba veinticinco años trabajando en la Catedral. Una vez entró el nuevo deán de la Cate-dral José María Díaz decidió despedirle. Manuel Castiñeiras les denunció por la vía civil reclamán-doles 40.000 euros. La Catedral ofreció otra cantidad y el litigio, por la vía civil, todavía no se ha resuelto.

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