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Mariano Rajoy: seis errores en seis meses

Preocupación en el Gobierno por el acelerado desgaste de la imagen del presidente. Repasamos las principales causas de su deterioro

Mariano Rajoy, en una imagen de archivo(EFE)

Mariano Rajoy, en una imagen de archivo

Tras seis meses en La Moncloa, desde el Gobierno admiten que están preocupados por el acelerado desgaste de su imagen y, especialmente, por la del presidente, tanto fuera como dentro de España. Algunos ministros reconocen, en privado, que la gestión de la crisis económica está teniendo un efecto devastador. Esperan que al año que viene comiencen a notarse los efectos de las reformas emprendidas porque temen que, de no ser así, el Partido Popular no repita otra legislatura.

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Hoy, 21 de junio, se cumplen seis meses de la toma de posesión de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno. En este breve, pero intenso, periodo de tiempo ha habido varios momentos cruciales que han puesto a prueba al jefe del Ejecutivo y han revelado cómo afronta las crisis. Estos han sido los principales errores que han propiciado su desgaste:

1. SUS REITERADOS INCUMPLIMIENTOS

El presidente del Gobierno ha roto su palabra en varias ocasiones desde que llegó al poder. Mariano Rajoy aseguró que no iba a subir los impuestos y, tan sólo 11 días después de su debate de investidura, anunciaba un aumento del IRPF y el IBI.

Aunque lo más criticado fue su tijeretazo de 10.000 millones de euros en Sanidad y Educación. Y la forma en que lo hizo. Nadie quiso poner voz a la noticia y el dato se introdujo bien oculto entre los párrafos de una nota informativa.

Rajoy, que se había comprometido a no tocar los servicios públicos, calificó el recorte de "un pequeño esfuerzo" y pidió a la sociedad que entendiera que lo tenía que hacer por la gravedad de la situación económica. A ésta apela cada vez que se adoptan medidas impopulares. El presidente ya no desmiente una posible subida del IVA, negada reiteradamente, y crece el temor sobre una posible rebaja de las retribuciones de los empleados públicos. Desde el Gobierno sólo sitúan la línea roja en el despido de funcionarios y aseguran que no está previsto que se vuelva a elevar la edad de jubilación.

2. SU GESTIÓN ECONÓMICA, QUE NO OBRA "MILAGROS"

Rajoy prometió que con la victoria del Partido Popular se generaría confianza y España empezaría a recuperarse automáticamente. Sin embargo nada más ganar comenzó a señalar que no se podían esperar "milagros".

Medio año después, su gestión económica no solo no ha resuelto la crisis, sino que la situación ha empeorado. Él dice que es pronto para que se vean los resultados de las reformas que ha puesto en marcha y asegura que llegarán.

Pero bajo su mandato la rentabilidad del bono español a diez años ha superado la barrera del 7% por primera vez desde la entrada del euro y la prima se disparaba el lunes 18 hasta su máximo histórico al cierre: 574 puntos. El Gobierno, que antes criticaba a José Luis Rodríguez Zapatero por el alza del diferencial con el bono alemán, ahora minimiza su importancia. Además, en tan sólo seis meses se ha vivido un rescate a la banca. Y hay quien teme que con estos datos, llegue la intervención total de la economía española como ocurrió en Grecia, Irlanda o Portugal. Un fantasma que desde la Moncloa espantan continuamente explicando que no hay dinero suficiente en la Unión Europea para afrontarlo y que eso supondría la ruptura del euro.

Aun así, el principal problema para los españoles sigue siendo el paro. Rajoy ha reconocido que este año será difícil la creación de puestos de trabajo. Y el ministro de Economía, Luis de Guindos, no contribuyó a generar grandes expectativas augurando que hasta 2020 sólo se habrán generado dos millones.

Además, el PP, que había asegurado que no iba a abaratar el despido, terminó haciéndolo y dio además a los empresarios las herramientas para que fuera aún más fácil. La reforma laboral provocó que la primera huelga general a Rajoy se convocara justo cuando cumplía 100 días de Gobierno.

3. SU FALTA DE TRANSPARENCIA

Los ministros presumen de transparencia, pero el caso Bankia ha puesto en evidencia al Gobierno. El PSOE denuncia que se impone la ley del silencio y el PP pide "mirar hacia adelante". Su veto reiterado a que haya una comisión de investigación en el Congreso da al traste con todo su discurso y siembra la sospecha de que se está tratando de ocultar información comprometida y de proteger por encima de todo a sus responsables. Sobre todo a los últimos: Miguel Blesa y Rodrigo Rato, ambos vinculados al PP.

Rajoy ha hablado de esta crisis pero nunca ha hecho mención al ex vicepresidente económico. Fue él precisamente quien eligió a Rato para ese cargo enfrentándose a Esperanza Aguirre que quería colocar a su mano derecha, Ignacio González. En el partido, Rato es "sagrado". Al estilo de José María Aznar. Y nadie va a cuestionar en público su labor.

El PP se justifica diciendo que no hay comisión porque con los socialistas tampoco las hubo cuando estallaron otros casos, como por ejemplo el de caja Castilla-La Mancha e insiste en que para tratar este asunto ya existe la subcomisión parlamentaria del FROB. Para tranquilizar a la ciudadanía, los populares argumentan que la comisión se podría convocar en un futuro pero solo cuando se calmen las incertidumbres sobre las entidades financieras.

En la oposición, Rajoy tampoco quiso investigar dentro de sus propias filas el 'caso Gürtel' que salpicó a tantos dirigentes. Prefirió dejarlo en manos de la justicia y hubo que esperar años para ver cómo al final terminaban dimitiendo de sus cargos algunos de los implicados como el ex tesorero, Luis Bárcenas, o el ex presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps.

4. SU OBSESIÓN POR NO DAR LA CARA

En la primera entrevista que concedió ya en la Moncloa, Rajoy sostuvo que iba a ser un presidente que iba "a dar la cara y no se iba a esconder". Pero a lo largo de este tiempo han sido muchos los casos en los que se ha visto que no ha sido así.

Desde el día en que salió por la puerta del garaje del Senado, cuando los periodistas le abordaron, hasta todos aquellos en los que ha habido que dar malas noticias y ha dejado la tarea en manos de su equipo. La mayoría de las veces, lo ha hecho Soraya Sáenz de Santamaría. Para algunos politólogos, Rajoy trata de evitar pasar la historia anunciando los recortes y que la gente los asocie directamente con él. Pero ha sido tan reiterado que, al final, surge repetidamente la pregunta de dónde estaba el presidente y por qué no sale a explicar sus ajustes.

Su decisión de no convocar este año el Debate sobre el Estado de la Nación es el ejemplo máximo de sus notorias incomparecencias en el Congreso. El Grupo Popular recuerda que se somete a las preguntas de la sesión de control y que también acude al Senado. Pero Rajoy lleva desde el 14 de marzo sin realizar una comparecencia monográfica a pesar de que los grupos de la oposición se lo han pedido repetidamente. Hasta julio no volverá a hacerlo y será para dar a conocer las decisiones que se adopten en el Consejo Europeo.

Los suyos defienden que aparece con frecuencia. Pero, lo cierto, es que el presidente se ha especializado en dar ruedas de prensa solo cuando está en viajes internacionales. Y, en España, cuando recibe a algún alto mandatario. En estos 6 meses sólo ha ofrecido dos ruedas en solitario en nuestro país. Una el 28 de mayo en el PP, tras finalizar un Comité Ejecutivo del partido, acuciado por la prima de riesgo. Y, la segunda, el 10 de junio, en la sede de Gobierno para acallar las voces que le reprochaban que se fuera al fútbol después del rescate a la banca y que no hubiera aparecido el día anterior delegando la responsabilidad de informar sobre un momento histórico y crucial a De Guindos.

Además, en este tiempo, el Gobierno ha tenido evidentes fallos de comunicación y descoordinación en los mensajes. "Pregúntenme a mí", llegó a decir Rajoy cuando se le comentó este asunto. El PP no quiere caer en la improvisación ni en los bandazos, que tanto reprochó a sus antecesores, pero ha tropezado en la misma piedra al pasar de una consigna inicial de "dramatización" a intentar lanzar mensajes "positivos".

5. SUS EUFEMISMOS

En su rueda de prensa de la Moncloa, Rajoy se negó a pronunciar la palabra "rescate". El presidente dijo que no pensaba entrar "en debates nominalistas". Él mismo sostiene que uno de los grandes errores de Zapatero fue negar la crisis y, para evitarlo, se comprometió a llamar "al pan, pan y al vino, vino". Pero ha obviado el coste político que tiene no llamar a las cosas por su nombre.

Rajoy dijo que su Gobierno diría la verdad y en estos últimos días es fácil comprobar que el "argumentario" de los populares trata de evitar, a toda costa, la palabra maldita. Para el PP los 100.000 millones de euros de rescate a la banca española se han convertido en "una línea de crédito", "un préstamo", "una ayuda" o "un apoyo financiero". Al presidente del Gobierno debía resultarle difícil pronunciar "rescate" tan sólo 13 días después de haber sostenido de forma rotunda que no iba a producirse.

No es el único caso de empleo de eufemismos. El Ejecutivo los usa desde el primer día bautizando a los recortes como "ajustes". Montoro llamó "recargo temporal de solidaridad" a la subida de impuestos. Y De Guindos habló de "términos hacendísticos" para referirse con rodeos al aumento del IVA.

6. SU ACTITUD

A Rajoy los suyos le ven como un superviviente, un hombre previsible, pragmático y siempre destacan de él su gran capacidad de resistencia. En la oposición ya la puso muchas veces en práctica. La diferencia es que ahora es el presidente del Gobierno y, como tal, ya no tiene tanto margen de maniobra porque los acontecimientos se le echan encima.

En los últimos días, al presidente se le ha visto muy poco humilde, a pesar de haber tenido que solicitar ayuda europea. Sacó pecho de sus contactos y fotos con los líderes internacionales. Y se jactó de haber sido él quien había presionado en las negociaciones con el Eurogrupo y no al contrario. Apareció muy seguro de sí mismo, satisfecho por el resultado. Tanto que llegó a molestar a algunos de los países rescatados. La prensa internacional destacó precisamente esa actitud y la incoherencia de que vendiera el rescate como un éxito. En Europa nos tacharon de "orgullosos" mientras los que rodeaban a Rajoy aseguraban que solo trataba de defender nuestros intereses.

No ha sido su único resbalón. También fue muy criticado cuando acudió a una cumbre de la Unión y presentó un 5,8% de déficit para España en 2012. "No he consultado a los líderes europeos. No tengo que hacerlo. Es una decisión soberana", dijo entonces. Poco después Bruselas fijó la cifra final en un 5,3%, un ajuste adicional de 5.000 millones de euros.

Los que rodean a Rajoy dicen que a ellos no les han llegado reproches de forma oficial y rebajan el triunfalismo del presidente asegurando que él dijo que la "línea de crédito" era una victoria no de España sino de toda la zona euro.

 
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