Los dinosaurios también sufrieron de artritis
El análisis a un fósil de reptil marino apunta a que los gigantescos animales padecieron este mal
Científicos de la Universidad de Bristol, en el Reino Unido, han realizado un estudio sobre una muestra gigante de Pliosaurus, que data del Jurásico Superior. La muestra, hallada en Westbury, en Wiltshire, se ha mantenido desde su descubrimiento en las colecciones del Museo y Galería de Arte de la ciudad de Bristol. El estudio ha sido publicado en la revista Palaeontology.
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El pliosaurio, de 8 metros de largo, fue una terrible criatura, con una gran cabeza similar a la del cocodrilo, el cuello corto, un cuerpo parecido al de las ballenas, y cuatro aletas potentes para impulsarse a través del agua, en busca de presas. Con sus enormes mandíbulas, y dientes de 20 cm. de largo, habría sido capaz de despedazar a la mayoría del resto de reptiles marinos o dinosaurios; sin embargo, este individuo en particular fue una desafortunada víctima de una enfermedad similar a la artritis.
La doctora Judyth Sassoon, de la Universidad de Bristol, examinó la muestra, y pronto se dio cuenta de que el ejemplar tenía los síntomas de una enfermedad degenerativa similar a la artritis humana, que había erosionado la articulación de la mandíbula izquierda, desplazando la mandíbula inferior hacia un lado. Este animal, evidentemente, vivía con una mandíbula torcida desde hacía muchos años, porque había marcas en el hueso de la mandíbula inferior, donde los dientes de la mandíbula superior impactaban durante la alimentación.
Por otro lado, varias señales en el esqueleto sugieren que el animal podría haber sido una hembra de edad avanzada, que había desarrollado la enfermedad como parte del proceso de envejecimiento.
Sassoon afirma que, "de la misma manera que los seres humanos, al envejecer, desarrollan caderas artríticas, esta hembra desarrolló una mandíbula artrítica, y sobrevivió con su discapacidad algún tiempo, aunque una fractura sin cicatrizar en la mandíbula indica que, en algún momento, la mandíbula finalmente se rompió".
El profesor Mike Benton, colaborador del estudio, explica que "podemos ver este tipo de malformaciones en animales vivos, como los cocodrilos o las ballenas, y estos animales pueden sobrevivir durante años, siempre y cuando todavía sean capaces de alimentarse".
El pliosaurio de Westbury es un ejemplo asombroso de cómo el estudio de la enfermedad en los animales fósiles nos puede ayudar a reconstruir la historia de un animal extinto.