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Libertad de expresión en Marruecos, amenazada y condicional

Karim Boukhari, director del semanario francófono Tel Quel(EDUARDO MARÍN)

Dios, patria y rey. Son los tres pilares sobre los que se tambalea la libertad de expresión en Marruecos. Pero son pilares con tentáculos, que alcanzan todos los temas que Gobierno y sobre todo Palacio quieran interpretar que puedan rozar cualquiera de estas tres bases del nacionalismo marroquí.

El nuevo Gobierno islamista no ha cambiado la situación. Publicaciones internacionales censuradas, periodistas encarcelados juzgados por el Código Penal que cumplen íntegramente su pena, y el intento de islamización obligatoria de los medios públicos son los últimos ejemplos de un panorama de libertad de prensa que Reporteros sin Fronteras tacha de "restringido y asfixiante".

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Mohamed VI frenó hace diez días la iniciativa del Ejecutivo marroquí de islamizar los medios públicos que pretendía, entre otras cosas, retransmitir las cinco oraciones diarias o prohibir la publicidad de los juegos de azar.

Reporteros Sin Fronteras ve esta intervención real "de manera positiva", según Soazig Dollet, responsable de Oriente Medio y Norte de África de la organización. "Aunque RSF no tiene nada en contra de la islamización si respeta la libertad de información y prensa", puntualiza Dollet. Esta iniciativa del Ejecutivo será debatida de nuevo y modificada en los próximos meses. Lo que sí ha conseguido el Gobierno islamista ha sido censurar decenas de diarios internacionales que han atentado, a su parecer, contra la religión del Estado. Informaciones escritas o caricaturas sobre Mahoma han sido los motivos principales de estos vetos religiosos por parte de Marruecos.

El diario El País ha sido objeto de esta censura en varias ocasiones, la última, el pasado mes de febrero, por rozar el pilar de la monarquía y publicar extractos del libro El rey depredador, de los periodistas franceses Éric Laurent y Cathérine Graciet, que cuestiona las relaciones entre Mohamed VI y el sistema económico del país. Una obra también prohibida en Marruecos.

El tercer pilar o tercera línea roja que los periodistas no deben cruzar en Marruecos se refiere a la integridad patriótica del país, ya sea en su aspecto territorial (Sáhara Occidental) o en el de las fuerzas de seguridad. La última víctima de este pilar ha sido el magnate de la prensa marroquí y fundador del diario Al Massae, Rachid Nini, recientemente excarcelado después de haber sido juzgado por el Código Penal (en vez de por el de la Prensa) y pasado un año en prisión por "desacreditar e intentar influenciar a la Justicia y publicar informaciones sin fundamentos", después de que criticara en varios artículos a la policía y la justicia marroquí en lo que se refiere a su particular uso de la ley antiterrorista.

Tres líneas rojas que no sólo son los periodistas quienes no las deben cruzar, sino también el resto de la población. Como muestra, la condena a tres años de prisión el pasado mes de febrero al joven de 24 años Abdesamam Hidur, por "injurias contra el rey", al haber sido grabado en un vídeo que posteriormente se colgó en Internet en el que tachaba a Mohamed VI de "dictador" y "asesino".

Malabares periodísticos

"Nos dedicamos a jugar con estas líneas rojas", asegura Karim Boukhari, director del semanario francófono Tel Quel; "por un lado, nosotros los periodistas militantes por las libertades y por otro, el poder, que quiere frenarnos".

Tel Quel es la única publicación que juega con estas líneas que ha logrado, de momento, sobrevivir a los ataques del poder. El resto, han sucumbido a las "tácticas sutiles y perversas" que utiliza Marruecos, según Dollet, "como por ejemplo el boicot publicitario de las empresas del holding del rey, que suponen el 80% de la publicidad de los periódicos" y que asfixian su supervivencia económica. Según Boukhari, una de las razones por las que parece que Tel Quel se está salvando, a parte de la "confianza de sus lectores", es el hecho de estar publicado en francés, ya que "el margen de libertad es más importante cuando el periodista se expresa en una lengua extranjera, como el francés; cuando lo hace en dariya (árabe marroquí), el umbral de tolerancia se vuelve muy débil".

Todo este cóctel deja un panorama que Reporteros sin Fronteras califica de "restringido y asfixiante", salvo la prensa online, que logra esquivar los envites de Palacio y Gobierno. Karim Boukhari habla de situación contradictoria, caracterizada por un "espacio de libertad que crece bajo la amenaza, que avanza pero sin asegurar el territorio ganado; nadie me garantiza que lo que estoy diciendo hoy me lo pueda seguir permitiendo mañana".

 
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