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Reig Pla, un obispo polémico

El obispo de Alcalá, que defiende que la homosexualidad se puede curar, tiene un polémico historial

Juan Antonio Reig Pla tomó posesión de su primer destino como Obispo en 1996. Fue la diócesis de Segorbe-Castellón e hizo su entrada en la ciudad a lomos de un borrico: como Jesús en Jerusalén casi 2.000 años antes.

Amante de la pompa y de la suntuosidad en los actos litúrgicos, pronto se rodeó en Castellón de sacerdotes del Opus Dei y de las Comunidades Neocatecumenales, desplazando a los más progresistas. Destacó desde el principio por su enérgico rechazo al aborto, al preservativo, la eutanasia y la homosexualidad, que ya calificó de "enfermedad".

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También fue polémico por invertir fondos de la diócesis en Bolsa. En valores como una empresa farmacéutica relacionada con la producción de Viagra. Pero para Monseñor Reig Pla, especular era bueno. Aquello acabó mal. La diócesis perdió cerca de cinco millones de euros según los sacerdotes de Castellón, y Reig Pla les bajó el sueldo a la mitad, conminándoles a completar su salario con lo que sacasen del cepillo, lo que provocó la denuncia pública de 19 curas contra su obispo.

En 2005 fue destinado a Cartagena y cuatro años después a Alcalá de Henares, donde al poco de llegar, ofició una misa en Paracuellos, en homenaje a las víctimas del 36, con una bandera preconstitucional junto al altar y con la presencia de Blas Piñar.

Sus últimas declaraciones contra los homosexuales no sorprenden a quienes le conocen. Insisten en que "no son un desliz" y en que ha dicho "exactamente lo que quería decir".

 
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