La semana más negra de Rajoy
El presidente del Gobierno ha afrontado una de sus semanas más intensas desde que llegó al poder. Esta comenzó con la decepción de las elecciones andaluzas y se cerró con la aprobación de unos Presupuestos con "ajustes drásticos"
Huelga general, viaje a Seúl, reunión con Mario Monti, las cuentas del Estado... En el PP creen que Rajoy durante estos días ha pasado "su procesión particular" y reconocen que está "muy preocupado". En el Gobierno son conscientes de que si sus fórmulas no dan resultado en unos meses, la opinión pública no les va a dar más margen.
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Cuando Mariano Rajoy perdió las elecciones en 2008 vivió varios "lunes negros". Cada uno de ellos se despertaba con un sobresalto: un dirigente que abandonaba el partido, críticas a su liderazgo, amagos de disputárselo... Ahora, ya convertido en presidente del Gobierno, ha cambiado los problemas internos por los nacionales. El jefe del Ejecutivo no va a olvidar estos últimos días. En el PP creen que, con la Semana Santa a la vuelta, ha vivido "su procesión particular". Justo cuando cumple sus 100 días de Gobierno. Los que siempre se dan de gracia. En Moncloa se quejan de que a ellos no se les ha otorgado.
La semana no pudo empezar peor. El domingo su amigo Javier Arenas no alcanzó la mayoría absoluta en las elecciones a la Junta de Andalucía. Rajoy tomó un vuelo y se fue a Seúl para asistir a la Cumbre de Seguridad Nuclear. Desde allí insistió en que el PP había ganado las elecciones aunque no fuera a gobernar. Se mostró convencido de que sus medidas no le habían pasado factura. La cita internacional la inauguró con un encuentro bilateral con Mario Monti. No estaba previsto. El primer ministro italiano le dijo que no había querido cuestionar la solvencia económica española. "Un malentendido", sostuvo. Moncloa dio por buenas las disculpas y cerró capítulo. Pero Rajoy no quiso hacerlo sin recordar antes que los países de la Unión deben ser "solidarios".
El único momento bueno se lo brindó Barack Obama que le invitó a la Casa Blanca. Fue el regalo por su 57 cumpleaños. Pero su efecto se difuminó rápidamente. En cuanto tuvo que volver a la realidad. A su regreso a España le esperaba la huelga general. Mostró su respeto pero anunció que no tenía pensado cambiar absolutamente nada. La calle respondió a la reforma laboral. El Gobierno, inquieto por la imagen exterior de España, prefirió tratarla como un asunto de orden público. Y entremedias se habló de recesión y de intervención. Los que rodean a Rajoy aseguran que está "muy preocupado".
El viernes llegó la subida de la luz y el gas. Y la guinda, los Presupuestos con los "ajustes más drásticos de la democracia": un recorte de 27.300 millones de euros en los ministerios, una subida del impuesto de sociedades... Pero lo más significativo fue la aprobación de "una amnistía fiscal". Cuando gobernaba José Luis Rodríguez Zapatero, el PP blasfemó contra ello. Incluso Rajoy llegó a decir que si los socialistas lo hacían sería su "última ocurrencia". "España no necesita una amnistía fiscal sino confianza", dijo en la oposición.
En el Gobierno son conscientes de que si sus fórmulas no dan resultado, la opinión pública no les dará más margen. Ya están pensando en cómo explicar bien las reformas emprendidas. "Vamos a tener que hacer un esfuerzo de pedagogía", confiesan. Dentro de las filas populares hay quien considera que la prueba más difícil la afrontará el presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, porque puede condensar el malestar social y perder la Xunta. Para evitarlo, algunos le recomiendan adelantarlas. En el Consejo de Ministros saben que cuadrar estas cuentas ha sido difícil pero que lo será aún más al año que viene. Varios barones del PP ven difícil cumplir el objetivo de déficit durante este ejercicio. Dentro del Ejecutivo creen que será entonces cuando peligren los servicios sociales.
Europa mantiene la presión sobre Rajoy
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Los 100 días en el Gobierno de Mariano Rajoy
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