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Reportaje:

Cuando la 'troika' aprieta y ahoga

Las exigencias de la 'troika' obligan a hacer malabares a los ciudadanos de Grecia y de Portugal, como antes tuvieron que hacerlos los de Irlanda

Evitar ir al médico porque hay que pagarlo, echar la gasolina justa para llegar a casa o salir a la calle para asistir a comidas colectivas forman parte de la vida cotidiana de los habitantes de estos países.

"Troika" es una palabra rusa que define en origen a un carro tirado por tres caballos. Nada decía esa palabra a griegos y portugueses hasta los últimos años, en los que se ha convertido en un vocablo utilizado cada día. El Fondo Monetario Internacional, la Unión Europea y el Banco Central Europeo son esos tres caballos que exigen esfuerzos cada día a los ciudadanos de estos países a cambio de inyectar dinero en las maltrechas economías de cada uno de ellos.

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"Una señora, por ejemplo, vino a la consulta a pedirme casi de rodillas que le hiciera un informe para poder acceder a una pensión de 100 euros mensuales. Es la absoluta miseria". Xoán Gómez es médico. Es gallego, vive en España pero cada día cruza la frontera para trabajar en Portugal. En ese país, sus pacientes tienen que pagar cinco euros para ver a un doctor, cuatro veces más si van a urgencias. Por eso sólo acuden allí cuando no tienen más remedio. Xoán cuenta que la gente compra sólo lo que puede. Que muchos han dejado de pagar el impuesto de circulación y utilizan los medios de transporte públicos, que son más caros también por las exigencias de la famosa troika. "Había gente que iba a España a tomar el café y pasear. Ahora ya no salen de casa". El ocio ha cambiado en Portugal. La tradicional tristeza del país "es ahora mayor". La fotografía de algunas zonas de Portugal ha retrocedido en el tiempo. Ana lleva tres años trabajando en una tienda en Sintra, cerca de Lisboa. Ha presenciado robos en el supermercado donde compra. Los ladrones no piden dinero. Directamente buscan comida. "Para algunos, sobre todo los mayores que necesitan medicamentos, esto es la miseria absoluta. No pueden pagarse sus medicinas. Y no tienen para comer. Cada día entran en la tienda y te preguntan adónde estamos yendo".

Atenas se encuentra a 2853 kilómetros de Lisboa. Pero la vigilancia de la troika ha convertido a la capital griega en un espejo de la portuguesa. "De Merkel, Schäuble y Alemania se dicen horrores en la calle cada día". Nos lo cuenta Cristóforo Sumillas, profesor de español en Atenas. Este ciudadano griego lamenta que cada vez hay más gente en la calle. No sólo protestando. No sólo trabajando. Viviendo, porque es el único lugar donde pueden estar. "Hay comidas comunitarias. Y no en zonas rurales. Allí pueden vivir del campo en algunos casos. En las grandes ciudades. En los barrios más populares". Cristóforo describe cómo el consumo está paralizado, ya que la presencia de la troika, de sus exigencias y de lo que cada poco dice el Gobierno alemán determina la vida de cada ateniense.

Del norte llega la esperanza. Irlanda sufrió antes que Portugal y que Grecia la presión internacional sobre una economía arruinada. Hoy la situación es diferente. La troika ha dicho este año que Dublín va por el buen camino, aunque todavía hay recortes en las prestaciones sociales. Lucía Guadaño lleva en Irlanda desde el principio de la crisis. Fue allí después de acabar su máster en España y no encontrar trabajo. Cambia la película con respecto a Atenas o Lisboa: "La gente se corta más al salir que antes, pero vuelven por ejemplo a los bares. Estamos mucho más aliviados". Tanto es así que descarta regresar a España a corto plazo. Lucía trabaja con irlandeses y asegura que las conversaciones son distintas a las calles de Tesalónica o de Oporto. "Cuando subieron los impuestos no se hablaba de otra cosa. Ahora mismo ya no se escucha tanto".

Cristóforo y Xoán anhelan poder responder pronto como lo hace Lucía. A pesar de lo lejos que están entre sí, a día de hoy les une la vigilancia de unas instituciones intangibles, pero cuyo aliento perciben en su día a día. Cristóforo dice con alegría en la voz que empieza a hacer calor en Atenas. El doctor va todavía con abrigo a su centro de salud del norte de Portugal. Pero su sentimiento es el mismo: "Como sigamos mucho tiempo así vamos a tener nostalgia de los noventa. Hace quince años aquí se vivía mejor que ahora".

Cuando la 'troika' aprieta y ahoga

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Antonio Martín

Antonio Martín

Redactor de la sección de Internacional. Se incorporó a la Cadena SER en 2005 y desde entonces ha formado...

 
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