Alexis Sánchez devuelve la alegría al Barcelona frente al Bayer Leverkusen

El partido tenía trampa. Cabizbajo y con posiblemente el peor aspecto desde que Guardiola maneja al Barça, el equipo catalán llegaba a la cuenca del Ruhr sin demasiado margen de error. La alineación suponía una declaración de intenciones, Piqué a la grada y Puyol y Mascherano en la medular. El objetivo: primar la velocidad de los centrales sobre la salida de balón. También dio entrada a Adriano en el extremo izquierdo, un jugador incisivo pero cuidadoso a la hora de volver. Pep no quería bromas

El Barça, pese a esos livianos cambios no renunció a su libro de estilo. A la mínima que tuvo se mudó a campo rival y empezó a mover el balón de lado a lado. Puyol y Mascherano vivieron toda la primera parte pisando la línea del centro del campo, con 50 metros detrás, ellos tienen más opciones de arreglarlo que Piqué, eso debió pensar Guardiola. La circulación del Barcelona era alegre gracias a la vuelta de Cesc e Iniesta, pero carecía de profundidad.

Castro, Rolfes y Reinartz eran tres perros de presa persiguiendo a los pequeños del Barça. El equipo blaugrana no chutaba, pero acumulaba un 80% del balón, algo que devolvía la versión más reconocible del Barça, pero que a efectos prácticos ofrecía pocas soluciones. Centros laterales y llegadas sorpresivas de Cesc eran la aportación ofensiva del Barça, y luego estaba Alexis. El chileno es un cuerpo extraño en un equipo en el que todo el mundo pide la pelota al pie. Esa distinción que a veces le hace esquinarse en un rincón del verde y parecer que no está, le hizo clave esta vez.

En uno de los muchos desmarques de ruptura del 'niño maravilla', Messi le entregó una joya en forma de pase y cruzó la pelota ante Leno. Fue la única vez que un balón se acercó a la red en una primera parte fría y algo aburrida.

El Bayer Leverkusen se vuelve alemán

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De esperar en la frontal de su área, el equipo de las aspirinas pasó tras el descanso a presionarle el balón casi a Valdés. Esa decisión convirtió el partido en un correcalles comparado con la pasividad de la primera mitad. El Leverkusen dio el primer susto en una falta lateral en la que Schurrle remató a placer, pero fuera. A la segunda ya no fue susto, fue gol. Un buen centro de Corluka fue rematado por Kadlec a contrapié de Valdés, que nada pudo hacer. 1-1 y escenario nuevo.

Pero ahí seguía Alexis, pegado a su banda y mirando de reojo por si le caía el balón. Esta vez fue Cesc el que filtró un balón al hueco (propiedad de Alexis) para que el jugador chileno regateara al portero y casi sin ángulo pusiera el segundo en el marcador.

Partido abierto tras el gol

El segundo del Barça acabó por tirar por tierra los planes de los entrenadores. Los equipos se abrieron, perdieron el miedo a desguarnecerse y buscaron sin tapujos la portería rival. Con este desbarajuste llegaron las mejores ocasiones del partido. Castro chutó al poste en un balón que desvió levemente Valdés. En la otra parte del campo, Messi hacía diabluras con su socio Cesc, pero sin acierto.

Entraron Thiago y Pedro por el Barça y el ariete Kiessling por los teutones. El equipo de Pep ganó en circulación lo que los alemanes mejoraron en físico y potencia. Y Alexis seguía a lo suyo, en su partido particular. Su última aparición sorpresiva fue rematar un córner rodeado de gigantes. Una milagrosa parada de Leno evitó el tercero -en ese momento, porque acabaría llegando-. Messi cogió el balón, aguantó los agarrones y embestidas de los alemanes y dejó solo a Alves delante del portero, éste, generoso ante el argentino le devolvió el balón y que él que dibujó la jugada, la terminara acabando. Un tercer gol que hacía justicia a la diferencia futbolística entre ambos equipos y refrescaba la moral de un Barça adormecido en Liga. El Barça de 'Champions' es otro, es el de siempre.