Al menos tres muertos al encallar un crucero de lujo en un dique en la costa de la isla de Giglio
Un peruano, miembro de la tripulación, y dos turistas franceses son las tres víctimas, cuyos cadáveres ya han sido recuperados
El naufragio en el mar Tirreno frente a la isla de Giglio, en el centro de Italia, del mayor crucero italiano, el 'Costa Concordia', con 4.229 ocupantes a bordo, se ha saldado con al menos tres fallecidos, 40 heridos y 70 personas no localizadas. El embajador de España en Italia, Alfonso Lucini, confirma que hay un español "de más de 80 años" que no ha sido todavía encontrado. Lucini explica que ha hablado con la familia del octogenario, que está en Porto Santo Stefano (Italia) y le han confirmado que son un grupo de nueve personas que se separaron durante al naufragar el buque, unos lograron embarcarse en una lancha de salvamento, mientras otros optaron por saltar al mar. En este último grupo se encontraba el anciano, identificado como Guillermo y natural de Palma de Mallorca, según la fuente.
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Los muertos son un peruano, miembro de la tripulación, y dos turistas franceses cuyos cadáveres fueron recuperados en el mar por los socorristas, que continúan aún con las tareas de búsqueda en torno al casco del barco, de 114.500 toneladas y casi 300 metros de eslora. Además de los tres fallecidos, 40 pasajeros sufren heridas de diversa consideración y dos de ellas se encuentran en estado grave, una con un traumatismo craneal y otra en la espina dorsal.
En el barco viajaban 177 españoles, 107 latinoamericanos (de Brasil, Argentina, Perú, Venezuela, Chile, Cuba, México, Ecuador, Colombia, República Dominicana y Uruguay) y un andorrano, además de casi un millar de italianos, 569 alemanes y 462 franceses, los tres países con mayor número de pasajeros por delante de España. Un grupo de nueve españoles de Mallorca que viajaba en el crucero buscaba en Porto Santo Stefano (frente a Giglio) a uno de sus familiares, del que no tenía noticias desde el naufragio. Otro joven de la misma isla española, alojado en un hotel de Roma, tampoco tenía noticias desde anoche de los dos amigos que le acompañaban.
El naufragio se produjo a las 21.40 hora local de este pasado viernes (20.40 GMT) cuando el barco se dirigía desde el puerto de Civitavecchia, a 70 kilómetros al norte de Roma, hacia Savona (noroeste de Italia), etapa de un crucero por el Mediterráneo que tenía escalas en Barcelona y Palma de Mallorca (España), así como Palermo y Cagliari (Italia) y Marsella (Francia). Hasta el momento se desconocen las causas del suceso, aunque se baraja la posibilidad de que el capitán siguiera una ruta equivocada, ya que el buque no debería encontrarse en el punto donde recibió el impacto contra las rocas a ambos lados del barco, que ha quedado escorado a 80 grados y encallado en un banco de arena de 30 metros de profundidad.
Según contaron los supervivientes de la tragedia, cuando la mayoría de los pasajeros estaba cenando se escuchó un fuerte golpe y a la vez se fue la luz, tras lo que el comandante del barco llamó a la calma, asegurando que se trataba de una avería eléctrica. "Ha sido una pesadilla, parecía el Titanic, pensábamos morir", afirmaron los italianos Silvana Caddeo, Ignazio Deidda y Mirella Corda, quienes precisaron que cuando tuvo lugar el accidente estaban cenando y se produjo el golpe, que propició la caída de botellas y vasos de las mesas, tras lo cual se oyeron las sirenas de emergencia. "La gente gritaba y los niños lloraban, en medio de la total oscuridad", agregaron, a la vez que aseguraron que inmediatamente se dieron cuenta de que la cosa era más grave porque el barco comenzó a escorarse y vieron a muchas personas arrojarse a las frías aguas del Tirreno.
Varios turistas españoles y latinoamericanos, que se alojan en un hotel próximo al aeropuerto romano de Fiumicino a la espera de ser repatriados, expresaron a Efe su indignación por el trato recibido por parte de los responsables del crucero y el "caos" que se vivió durante la evacuación. "La tripulación no tenía ni idea de cómo evacuar el barco y el capitán nos mintió. Dijo hasta el último minuto que todo estaba controlado y que solo era un fallo eléctrico", comentó la chilena Claudia Fehlandt. En este sentido, algunos viajeros denunciaron que las tareas de socorro fueron muy lentas, que antes de abandonar el barco pasó una hora y media y que el capitán sabía de la gravedad de la situación y "no hizo lo que debía". Los viajeros fueron traslados en botes salvavidas a Giglio, cuyo alcalde puso a disposición de los viajeros "todo lo que estuviera bajo techo", por lo que fueron alojados durante unas horas en casas, centros deportivos y la iglesia de la pequeña isla, que permaneció abierta durante toda la noche.
La mayor parte de los supervivientes fueron trasladados a Roma y a Savona para ser alojados temporalmente en hoteles y repatriados posteriormente a sus países, entre ellos España, hacia donde la compañía responsable del crucero se plantea fletar un vuelo chárter para mañana mismo. El Ministerio italiano de Transportes ha abierto una investigación oficial sobre el suceso, así como la Fiscalía de Grosseto (centro de Italia).