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Análisis:

Puro poder

Rajoy ha mostrado contención y puro poder en la jornada de investidura

Mariano Rajoy durante su discurso de investidura(Reuters)

Mariano Rajoy durante su discurso de investidura

Un espectador perspicaz podría concluir que ha llegado al Congreso el espíritu de la contención. Contención en los gestos. No ha habido ni uno de más. El candidato se ha limitado al movimiento mínimo de la mano para ir apartando las páginas que ya había leído.

Contención en las formas. El traje oscuro, la corbata gris plata, le daban a Rajoy un aire de novio a la antigua: comedido, remilgado, repeinado....

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Contención en los aplausos. Los primeros han llegado a los 25 minutos de discurso. Aunque el entusiasmo ha ido en aumento a medida que el candidato desgranaba el: " y vamos a...", ..."y vamos a...". Ante la mirada de los que se van, los que ocupan la primera fila. El ya 'casi no gobierno', que seguía el discurso impávido, cabeceando, negando o con medias sonrisas según lo que tocase escuchar.

Mucha actividad, más a medida que pasaban los minutos y el discurso seguía y seguía, mucha actividad de Blackberry, móviles varios y tabletas digitales.

Hora y veinte minutos después de empezar, los diputados del PP, todos, se han puesto en pie para aplaudir las últimas palabras de su líder. Rajoy, comedido, ha ido a su escaño. Se ha sentado y, como si tanto entusiasmo le sobrepasara, ha ordenado a los suyos que se sentaran y dejaran de aplaudir.

Antes, ha mirado hacia la tribuna de invitados donde Elvira, la mujer del casi presidente, se sentaba entre dos presidentas, la de Madrid, Esperanza Aguirre y la de Castilla-La Mancha, Mª Dolores de Cospedal. Puro poder.

 
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