Día 17. El Tour en Francia
Alberto Contador nos sorprendió a todos atacando en una etapa en la que sólo esperábamos ver qué escapada llegaría, dando por hecho que el pelotón entraría en grupo como una pandilla de amigos. Pero ese despertador, del que hablaba ayer, le sonó al de Pinto antes de lo esperado. Es el Alberto que conocemos, el que nos gusta, es el Contador en estado natural: el agresivo, el que no mira para atrás, el valiente.
Nada más cruzar la línea de meta entró al control antidoping. Todos pensamos que ya sabía lo que había hecho con ese ataque fruto de la ambición, propio de su estilo. Nos metimos por un hueco, al otro lado de la valla por donde pasan los corredores después de los controles. Nada más bajar las escaleras, Contador se acercó a la verja. "Le has sacado 1'06'' a Andy Schleck", le dije. "¿Cuánto?, preguntó asombrado. "1'06'', le repetí. Y dibujó una sonrisa de oreja a oreja, de esas que no se pueden disimular cuando recibes una buena noticia. Supongo que hoy atacó por convicción. En los Pirineos todavía sentía molestias por las caídas y no había podido correr como a él le gusta. Ayer tenía pensado irse para arriba, lo hizo y le funcionó. Más que las diferencias, que con el pequeño de los Schleck sí son importantes, nos ha motivado la forma de correr. Si hay alguien capaz de poner el Tour patas arriba es Contador y mañana será portada de todos los diarios en Francia.
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Cuando los inalámbricos esperábamos en la meta la llegada de los corredores, cuando creíamos que llegaría una escapada sin más noticia, Alberto Contador atacó. Y a todos los periodistas españoles nos llenó un sentimiento de orgullo ante el resto. Mientras los franceses, italianos, alemanes o belgas miraban con asombro la reacción del líder del Saxo Bank, los españoles parecíamos querer gritar: ¡Ese es uno de los nuestros. Y es un fuera de serie! Lo que ha pasado nos motiva para lo que queda de Tour. Y queda mucho.
Por cierto, que hemos cambiado de país. Escribo desde Turín, al oeste de Italia. Aquí al ladito, en Pinerolo, termina mañana la 17ª etapa de la ronda gala. Cruza la frontera antes de las decisivas jornadas alpinas. Y ha habido que seguir costumbres. Una buena pizza para cenar y a la cama, mientras saco del armario el italiano 'de bolsillo' que aprendí en mis días en el Giro. Dice Markínez que mañana, si hay tiempo, tenemos que visitar algunas cosas de esta ciudad que no nos podemos perder. Lekuona ya las conoce. Yo no había estado aquí en mi vida.
