Día 12. El fichaje holandés de la SER
Piso poco el impresionante camión que el Tour prepara para la prensa, donde se colocan todas las emisoras de radio y los comentaristas de la televisión que siguen la ronda francesa. Son tres módulos, de dos plantas, que corresponden a tres remolques de tráiler
Están acondicionados para seguir la carrera de la mejor manera: son amplios, con monitores donde te sirven la imagen internacional, con ordenadores donde apuntan cualquier incidencia, con aire acondicionado...un lujo si lo comparamos con las ubicaciones de algunos estadios de Primera División.
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Y decía que paso poco por allí porque, al seguir la carrera desde la salida, llego una hora antes que los corredores: el tiempo justo para coger el inalámbrico e iniciar la retransmisión del final de la etapa con el resto de compañeros. En la primera planta, más cerca del asfalto, están todas las televisiones con derechos, incluida TVE. En la planta de arriba estamos las radios. Y, concretamente, en uno de los módulos nos han colocado a todas las emisoras españolas desplazadas. A todas y a una radio holandesa, NOS Radio.
Aparentemente, en los países bajos son más tranquilos. Durante la narración de una etapa del Tour, como de un partido de fútbol, no le imprimen la misma emoción o la misma intensidad a la que estamos acostumbrados en España. Pero a nuestro amigo holandés se le ha pegado algo de Íñigo. Y lo que sorprende es que no hubiera sucedido antes. Markínez es uno de esos periodistas que han nacido para narrar acontecimientos: da igual que sea fútbol, ciclismo o pelota vasca. Sube el tono de voz, lo mantiene, mide los tiempos... ¡Y se le escucha desde la pancarta del último kilómetro! El primer día que el holandés vio a Íñigo dando voces a su derecha lo miró como pensando: "¿Con quién estará discutiendo este tío?".
El segundo parecía ya mirarlo con menos sorpresa, pero con más atención. Al tercero ya veíamos al holandés un poco más animado en antena, como si quisiera no desentonar con el estilo que Markínez pone en la SER. Y al 12º día, Íñigo se acercó para hacerse una foto con él y pedirme que os contara la historia de nuestro compañero holandés. Incluso le pasó un papel para que escribiera su nombre y pudiera mencionarlo en el diario. Pero me lo guardé en el bolsillo y, con la tromba de agua que cayó en la línea de meta mientras yo corría detrás de los ciclistas, vete a saber dónde ha ido a parar el papelito.
Llovió mucho. Y Contador quiere que mañana llueva más todavía. "¿Prefieres que llueva o que haya sol?", le dije. "Que llueva, que llueva", respondió. Así que cantaremos un poco durante la etapa para que caiga una buena tormenta y se encuentre más cómodo o más incómodos sus rivales que, según él, son los que tienen que tomar la iniciativa en las primeras jornadas de Pirineos. Y tampoco hay que cebarse esta semana, que después estarán también los Alpes. Hasta ahora hemos vivido una carrera de caídas, de abandonos, casi de supervivencia. A partir de mañana sobrevivirán los que estén bien físicamente, los más fuertes. Golpes, abanicos y averías mecánicas al margen.