Día 10. Descanso, sin descanso

Como es una zona poco poblada no hay demasiadas camas, así que nos han alojado en una de las residencias de la estación, que en verano no se utilizan por falta de nieve.

Había que estar en todos los sitios donde pudiéramos. Después del desayuno y de preparar todos los bártulos, salimos para el pueblo donde descansa el Euskaltel Euskadi, el equipo vasco que tiene a Samuel Sánchez como jefe de filas. Entre otras cosas, el asturiano ha dicho algo que me ha llamado la atención: "Un prólogo antes de la primera etapa hubiera puesto a cada uno en su sitio en la general y, a lo mejor, así la tensión en el pelotón se hubiera rebajado un poco. Sin él, lo que sucede es que cualquiera cree que puede cazar el maillot amarillo y todos quieren ir arriba".

De ahí, al hotel del Sky de Flecha, a unos 70 kilómetros. El catalán ya tenía mucha mejor cara que ayer e incluso parecía más animado, pero sigue con los brazos vendados, le han puesto varios puntos, y las piernas magulladas. Volvimos a hacer guardia en la recepción del hotel. Lo vimos bajar a comer junto al resto de sus compañeros y pactamos que, después del almuerzo, hablaría con nosotros unos minutos. Pero la gente de su equipo (Auxiliares, directores y 'gorilas' de seguridad) no nos lo pusieron tan fácil. Querían algo general para todos los medios.

Si esperábamos a la rueda de prensa de Flecha, que hablaría de la caída de ayer por el atropello del coche de la televisión francesa, no llegaríamos a tiempo para escuchar a Contador, que también tenía previsto hablar media hora después, pero a más de 20 kilómetros.

Y lo más fácil fue dividirse. Lekuona se quedó con Flecha y logró meterlo en directo en el bloque que tenemos todos los días del Tour, a las 15:10, mientras que yo me llevé el coche para estar con Alberto en el hotel del Saxo Bank. Por paciencia, constancia y por ser muy pesados, Leku pudo hablar con Flecha. Dice que mañana saldrá, a pesar de las heridas, y que el coche no pitó al adelantarlo, pero que tampoco quiere incendiar más el asunto porque el vehículo ya está expulsado de la carrera y el conductor, seguramente, tremendamente arrepentido. Pero el hecho es que Flecha, que se había metido en las últimas dos escapadas, quizá ya no vuelva a ser el mismo Flecha en todo el Tour por culpa de la caída.

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20 kilómetros al norte, en Murat, más de 200 periodistas esperaban que Alberto Contador se sentara delante de los micrófonos. Por encima de Evans, los hermanos Schleck o cualquier otro, el gran favorito para todos sigue siendo el de Pinto. Los españoles, al menos, no perdemos la ilusión de poder verle de amarillo en París. Le vi mejor que ayer, al menos más animado. Tendrá que probarse en carrera para saber si está al cien por cien o no, pero por delante todavía están los Pirineos y los Alpes.

Dijo que no sólo nos debemos preguntar cuando atacará él, porque hay otros corredores, por delante en la general, que deben tomar esa responsabilidad para arañar segundos. Bien dicho. Cuando menos focos se centren en Alberto, más suelto estará. Por cierto, al final de la rueda de prensa se cayó un vaso de cristal, con agua, que tenía en la mesa donde había hablado y se partió en mil trozos a unos centímetros de sus pies. "¡Cuidado, que Cañizares ya se perdió un Mundial por algo parecido con un bote de colonia!", le dije. "¡Sólo me falta que me pasara eso!", respondió él rodeado ya por más de una decena de cámaras. Ya merece.