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Manu Brabo ya está en España

A su llegada al aeropuerto de Barajas, el fotógrafo ha dado una rueda de prensa para contar los detalles del secuestro

El fotógrafo Manu Brabo durante la rueda de prensa que ha ofrecido este viernes a su llegada a España(RTVE)

El fotoperiodista español Manu Brabo, detenido por el régimen libio el pasado 5 de abril, fue puesto en libertad el pasado miércoles y este viernes ya está en España. Nada más pisar suelo español, en el mismo aeropuerto, ha contado cómo ha sido el mes y medio de secuestro en Libia. A pesar de todo, el fotógrafo asegura que no se arrepiente de nada: "Hasta el día del secuestro estaba cumpliendo el sueño de mi vida".

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Reconoce estar "un poco flipado" porque ayer se metió en internet y "no daba crédito con todo esto". Cansado pero con mucho sentido del humor a pesar de todo, Manu Brabo ha relatado los momentos vividos durante su cautiverio bajo el régimen libio. "Es todo como una película", comenzaba, "nos pillaron, se bajan del coche y nos fríen a culatazos" y los periodistas son trasladados a una casa en Mrera y de allí, con los ojos vendados, les llevan a otro sitio: "Por las horas de viaje, debe ser como Sirte", apunta el fotógrafo.

Allí los periodistas pasan un apr de días en el calabozo para trasladarles a Trípoli. Todo parecía indicar que ya se iban a ir, pero todavía les quedaban muchos días de cautiverio. El único que tuvo suerte fue un periodista de la NBC que sólo pasó tres días allí: "Gracias a él llegó la información fuera de que nosotros estábamos en Trípoli", asegura mientras cuenta cómo pasó tres días completamente aislado en una celda tras continuos interrogatorios. A pesar de que Brabo siempre recordaba que "España y Libia se llevaban bien", le acaban acusando de espionaje.

Brabo continúa aislado otros 12 días hasta que le sacan de la celda y le meten, junto a otros compañeros, en un furgón de presos. Les llevan al juzgado, por eso los periodistas llegan allí "un poco con la esperanza tonta de que nos iban a liberan", pero en esta ocasión les acusan de entrada ilegal al país y de ejercer el periodismo sin permiso.

Les trasladan a la cárcel donde Brabo permanece en una celda con otros ocho compañeros de presidio: "En la celda estableces una rutina. Lo prefiero al aislamento, se está mejor en la cárcel", reconoce el fotógrafo.

Es en esa cárcel donde Brabo puede ponerse en contacto con su familia por primera vez: "Tenía una preocupación muy grande pero, cuando estoy hablando con ellos, resulta que sabían más que yo".

Pasan los días y los interrogatorios continúan pero el veredicto nunca llega. Un día, un representante de la oficina de Gadafi les visita en prisión y dice que ha visto su caso y que le parece una injusticia atroz. Que va a intentar que abandonen la cárcel lo más rápido posible. También les da les da algo de dinero, que Brabo utilizó para comprar tabaco y cepillos de dientes para toda la celda.

Al cabo de cuatro días les sacan de la cárcel, a él y a un periodista inglés que se ha pasado 64 días en prisión. Según Manu Brabo, el compañero inglés sale "porque, son tan incompetentes, que le confunden con el americano".

De nuevo les trasladan a las afueras de Trípoli. Al llegar son recibidos con un plato de pescado con gambas y hasta con libros de inglés. Cuando están en el mejor sitio de todos a los que han sido llevados, "a la OTAN le da por bombardear" justo en esa zona, así que le vuelven a trasladar al centro de detención donde había estado aislado la primera vez. De nuevo vuelve miedo... "¿Y si se olvidan de mí?", se preguntaba.

Afortunadamente de nuevo les trasladan a otro sitio que Brabo llama irónicamente 'la granja de engorde' porque les dan de comer "hasta que parecen personas". Allí les tratan bien. Aunque era una cárcel, tenían muchas comodidades.

De nuevo les conducen al juzgado donde, "el mismo fiscal que les había hecho las preguntas se pone una toga y ahora es el juez", recuerda Brabo. Aquel hombre les asegura que, tras los interrogatorios, tendrían un veredicto, y así fue: Los periodistas son declarados inocentes y, según el traductor, tendrían que pagar los costes del juicio.

Tras una larga espera, por fin les van a buscar, les vendan los ojos y, en un lujoso coche, y les llevan al hotel con toda la prensa. "Allí nos dicen que si queremos quedarnos allí trabajando, que nos dan la visa, que es para decirles que sí", bromeaba el fotógrafo en la rueda de prensa.

Y el final de la historia ya la conocemos todos. De Trípoli fue trasladado a Túnez desde donde ha volado a Madrid este viernes. Ahora, lo que más le apetece a Brabo es descansar, estar con su familia, "y tomarse una cerveza" con sus amigos, a los que tendrá mucho que contar.

Han sido 43 días de cautiverio pero a pesar de todo, el fotógrafo asegura que, hasta el día del secuestro, estaba cumpliendo el sueño de su vida. "Cuando uno va a esos sitios asume un riesgo, pero uno siempre piensa que le va a tocar al de al lado... aun así, no me arrepiento de nada".

El secuestro de Manu Brabo

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Elisa Muñoz

Elisa Muñoz

Periodista en Cadena SER desde 2008. Primero en programas como 'La Ventana', 'Hoy por Hoy Madrid' o...

 
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