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La rebelión de los hijos de la Guerra de los Balcanes

Deportistas como los tenistas Milos Raonic y Bernard Tomic o los futbolistas Miralem Pjanic y Neven Subotic comienzan a destacar en sus disciplinas después de pasar toda una infancia en el exilio

Los tenistas Milos Raonic y Bernard Tomic y los futbolistas Miralem Pjanic y Neven Subotic pasaron toda su infancia en el exilio

Los tenistas Milos Raonic y Bernard Tomic y los futbolistas Miralem Pjanic y Neven Subotic pasaron toda su infancia en el exilio

Entre 1991 y 1995 miles de familias de las diferentes repúblicas yugoslavas se vieron obligadas a abandonar sus hogares -la mayoría a países centroeuropeos- en busca de un lugar mejor para salir adelante. Casi 20 años después, los niños que nacieron en torno a esas fechas han explotado y empiezan a mostrar la cantidad de talento que la guerra arrasó.

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Contaba Mateja Kezman -Belgrado, 1979- en una entrevista en El País cuando jugaba en el Atlético, que tuvo "experiencias felices durante la guerra". El irreverente ariete aducía que pese a ser una época dura, pasaba todo el día jugando al fútbol en la calle. Una muestra más del innato gen competitivo de los deportistas del llamado 'patio trasero de Europa'.

Milos Raonic quizás sea el tenista de moda en la actualidad. Nacido a finales de 1990 en Podgorica (Montenegro), a la edad de tres años su familia cruzó el Atlántico para asentarse en Canadá. Fogueado en las rapidísimas pistas 'indoor' de America del Norte, su temible servicio le hizo dar el salto al profesionalismo en 2008. Dos meses después de darse a conocer en Melbourne, ya acumula un título y una final. Y entrena con Galo Blanco para ser competitivo también en los torneos europeos de tierra batida.

Un par de años más joven que Raonic es Bernard Tomic. Hijo de padres croatas, nació en Stuttgart de forma circunstancial, apenas tres años después sus padres decidieron buscarse la vida en Australia. Allí Bernard se crió en la tradición tenística australiana. En su travesía como junior ha destruido todos los récords existentes y en Australia ya es considerado el mejor jugador del país desde la aparición de Lleyton Hewitt.

En el caso del fútbol los casos son innumerables, pero el que más llama la atención es el del serbio, Neven Subotic -Banja Luka, Bosnia, 1988-. A los seis años, con el conflicto en pleno auge, la familia emigró a Alemania donde pasaron otros cuatro años. Fueron solo cuatro porque el permiso de residencia expiró, entonces unos parientes les ofrecieron la posibilidad de ir a EE UU. El joven Neven nunca dejó de jugar al fútbol y probó suerte en el equipo de la Universidad del Sur de Florida. Destacó y fue llamado por la selección estadounidense sub-20.

Aquello se le quedaba pequeño y el Mainz alemán le dio la oportunidad de volver. Pero la segunda alemana también se le quedaba corta y fichó por el Borussia de Dortmund. Entretanto prefirió jugar con Serbia antes que con Bosnia, Alemania o EE UU, y Antic se lo llevó a Suráfrica. En estos días habitúa a ser el central indiscutible del equipo que posiblemente gane la Bundeslisga alemana.

El último caso es un bosnio, se trata del mediapunta del Olympique de Lyon Miralem Pjanic. El verdugo material del Real Madrid en la pasada Champions League nació en Tuzla, Bosnia, pero apenas un año después sus padres emigraron a Luxemburgo. Allí empezó a jugar al fútbol con su padre, que militaba en un equipo semiprofesional. A los 14 Pjanic ya no tenía nada que hacer en Luxemburgo y fichó por el Metz francés. Al igual que Subotic, debutó con las categorias inferiores de su país de acogida, pero a la hora de la verdad se decantó por Bosnia. Hoy en día, además de uno de los centrocampistas con más proyección del mundo, es una de las amenazas del Madrid en la Champions.

 
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