Ocio y cultura
Reportaje:FIN DE SEMANA

¿Hacia dónde va la industria de los contenidos audiovisuales tras la 'Ley Sinde'?

Movimientos para sortear la ley, escasas propuestas y proyectos interesantes que no despegan sin el respaldo de distribuidoras y productoras

Tras el 'terremoto cibernético' ocasionado por la aprobación de la disposición segunda de la Ley Economía Sostenible, la llamada 'Ley Sinde', y el discurso con cierto tono pedagógico de Álex de la Iglesia a sus colegas, la industria de los contenidos audiovisuales afronta una etapa llena de incógnitas. El notable descenso en el número de espectadores, los atajos que empiezan a buscar las páginas de enlaces para evitar la aplicación de la ley y el escaso respaldo a proyectos de distribución vía internet vienen a agravar la crisis de un sector al que parece solo quedarle una salida: 'Renovarse o morir'.

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La industria audiovisual comienza un nuevo periplo tras la aprobación de la ley que prohíbe las descargas de archivos protegidos por derechos de autor y su inminente entrada en vigor, posiblemente antes del verano. Habrá que esperar a los datos de taquilla del próximo año para medir el impacto real de la distribución por internet de series y películas, que, según la Federación de Cines de España es la causante de las preocupantes cifras que ha registrado el cine durante 2010. Once millones de espectadores perdieron las salas españolas, que recaudaron un 3,9% menos, y eso, pese a la implantación de la tecnología 3D (ya hay 500 pantallas adaptadas) y la exhibición de la película más taquillera de todos los tiempos: Avatar.

Todos los elementos de esa poderosa cadena de valor de la industria cinematográfica (productores, realizadores, distribuidores y exhibidores) han coincidido en señalar a un culpable: la piratería en Internet. Todos confían en que la nueva legislación revierta esta tendencia, aunque reconocen que su incidencia es difícil de precisar. Todos miran al nuevo medio del siglo XXI como enemigo, y no como un amigo en el que confiar buscando nuevo métodos, canales y plataformas que contribuyan a la difusión de los contenidos. Solo la televisión ha decidido exponer sus productos al consumidor online para así evitar su circulación por otras vías de las que no obtuvieran beneficios. Las series españolas figuran entre las menos descargadas y las webs de las principales cadenas de televisión han aumentado su tráfico y el número de usuarios únicos, a la vez que ganan dinero con la inclusión de clips de publicidad antes de la emisión de cada capítulo -habitualmente dividido en varias partes-.

Desde el acuerdo para sacar adelante la 'Ley Sinde', muchos han sido los movimientos, desembarcos y transformaciones que han empezado a surgir entre las páginas de Internet. El caso más conocido es el de SeriesYonkis. La popular web ha iniciado su reconversión a una red social -como la menos conocida Series.ly- con el objetivo, según muchos medios apuntan, de blindarse o protegerse ante la aplicación de la norma. David Maeztu, abogado especializado en resoluciones judiciales vinculadas con la red, nos aclara que "el texto legal se refiere a vulneraciones de la propiedad intelectual con carácter genérico, lo que significa que puede afectar a cualquier sitio web, ya sean blogs o redes sociales". La nueva comunidad de 'yonkis', actualmente en versión beta, conectará a los usuarios a través de Facebook -incluso podrán entrar a través de la misma cuenta- y permitirá interactuar y opinar de los visionados a través de mensajes que imitan a Twitter, pero en este caso de 160 caracteres y llamados 'yonks'. Además, incluirá la posibilidad de realizar recomendaciones, críticas y valorar tanto capítulos sueltos como series completas, similar al sistema de la red social Miso, donde cada serie puede ser seguida y se crea una especie de TimeLine para ver las opiniones de los demás usuarios. La diferencia radica en que Miso no contiene enlaces para el visionado o la descarga de contenidos audiovisuales.

SeriesYonkis dejará por tanto de ser una web de enlaces para rodearse de la actividad social de sus usuarios, algo que el abogado Javier de la Cueva, especializado en propiedad intelectual, calificó en Twitter de "buena jugada, se blinda contra la ley Sinde ya que se ejerce en la red social la libertad de expresión". Maeztu reconoce que es un conflicto que va a plantearse y, aunque aboga porque la obligación de los jueces sea realizar un juicio de proporcionalidad entre la medida adoptada y los derechos afectados, asegura que "hasta que no se vea exactamente el primero de los casos será muy complicado tener un criterio concreto". No obstante, guarda una visión más pesimista pues, según nos explica, "Internet altera bastante la situación respecto a los medios tradicionales y la libertad de expresión e información" [...], por tanto, "que un sitio sufra un cierre no necesariamente supondrá un ataque a la libertad de expresión, especialmente si ello se usa como cortina para otras actividades".

Las páginas de enlaces siguen defendiendo que no albergan archivos protegidos por propiedad intelectual, sino que 'solo' redireccionan y ordenan la navegación del usuario hacia servidores como Megaupload o Rapidshare. El problema, tratándose del medio globalizado por excelencia, reside en la localización de dichos servidores, fuera de la jurisdicción española.

¿Apostará la industria española por la distribución online?

"Internet es la salvación", decía Álex de la Iglesia en su discurso de despedida de la Academia de Cine en la vigésimo quinta edición de los Premios Goya. El crecimiento y la expansión de los servicios de visionado a través de Internet, ya sea por streaming o por descargas, están alterando inevitablemente la forma de 'asistir' al cine. Los hábitos han cambiado y las películas ya no llegan de la misma forma a un espectador cada vez más exigente, acostumbrado al lo que quiero, cuándo quiero y como quiero. La venta y el alquiler de DVD, a pesar de reportar aún buenos ingresos, ha descendido y como nos cuenta el responsable de un videoclub del centro de Madrid "ya no hay solución, no hay vuelta atrás, la gente no sabe esperar, solo vienen a buscar clásicos que no encuentran en Internet". El consumo casi en tiempo real también afecta al siguiente eslabón: las televisiones de pago, donde el número de abonados desciende progresivamente y cada vez es más complicado conseguir rentabilidad con el alto coste de los derechos. El último canal, la televisión en abierto, no da cabida a proyectos arriesgados y apuesta únicamente por las producciones que bajo seguro de éxito han financiado.

Con este panorama, varias majors estadounidenses - Warner, Lionsgate, Paramount Pictures, Sony, Universal y Twentieth Century Fox- anunciaron durante el CES 2011 la creación de un videoclub online en el que se podrán compartir las películas con hasta seis usuarios y reproducir en diversos dispositivos, televisores, 'smartphones' y videoconsolas entre otros. Sin resultados aún y bajo el eterno sistema de invitaciones, la plataforma deja claro que han decidido convivir con Internet. "La lucha más eficaz para luchar contra la piratería es mejorar plataformas y los contenidos en la red", dijeron en su presentación. Aunque llegaban tarde porque el portal Netflix ya es el servicio más exitoso de cine online en EEUU junto a Hulu y Mubi -con perfil del mismísimo Scorsese- , las distribuidoras son conscientes de que la propiedad de los derechos de su oferta no tiene parangón con otros sistemas que, a pesar de algunos acuerdos, no han conseguido el beneplácito para la exhibición de muchos films vía online. Ambos parecen encaminarse al ya famoso modelo impuesto por Spotify, con un servicio gratuito para que el usuario lo pruebe y se enganche, y ciertos contenidos reservados al suscriptor Premium. El mismo sistema ha seguido el sueco Voddler, cine en streaming y gratuito que ya busca dar el salto a nuestro país.

El caso español resulta curioso por los responsables que hay detrás de las plataformas que permiten ver películas bajo demanda a través de un servicio de pago. Filmin alberga las llamadas películas independientes , entre ellas la gran triunfadora de los Goya 'Pa Negre' y el documental 'Bicicleta, cuchara, manzana' y actualmente da cobertura al Primer Festival de Cine Online en Habla Hispana del Mundo tras el éxito de una iniciativa similar en Francia (myfrenchfilmfestival.com). "No todo el cine que se rueda puede estrenarse en salas comerciales, no todo lo que se estrena en salas comerciales llega a verse. Ofrecemos el mejor cine off-Hollywood, disponible para ver online a cualquier hora del día, en cualquier lugar del país", se presentan bajo el respaldo de productoras tan importantes como El Deseo, AltaFilms, Vértigo y la distribuidora independiente Golem. En la misma línea se sitúa Filmotech, cofinanciada por el Ministerio de Industria y el de Cultura, pero plagada de películas clásicas y sin rastro de estrenos. La última novedad llegada a España es Wuaki, un sistema similar al americano Netflix, con un claro mensaje: se paga por lo que se ve. Con escaso catálogo aún, pero que incluye filmes en versión original e incluso en alta definición, ofrece producciones por una media de 3 euros, como los dos casos españoles citados.

Estas son las propuestas e intenciones hasta el momento, y ahora queda la pregunta: ¿apostarán los productores y distribuidores españoles por el avance de un modelo de negocio online o esperarán a ver la dudosa incidencia de la nueva ley en las salas de cine? ¿Hasta qué punto está dispuesto un usuario acostumbrado al todo gratis a pagar? La convivencia del pasado, el presente y el futuro nos traerá intensos debates.

José M. Romero

José M. Romero

Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...

 
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