El Nobel no siempre es aplaudido

No siempre el premio Nobel de la paz es aplaudido por todo el mundo. Los ha habido polémicos y sorprendentes. El año pasado mismo el galardón a Obama tuvo que ser explicado, se le otorgaba más por las intenciones que por los hechos.

Este año ha sido para el disidente chino Liu Xiaobo, que no ha podido ir recogerlo, y esto genera el lógico malestar de China, el boicot de algunos países, entre los que se encuentran algunos de los menos democráticos del planeta, aunque no todos, hay ausencias que también sorprenden. Pero el resto, la mayoria de democracias occidentales, si han asistido a la ceremonia, han elogiado la personalidad del premiado, pero nada de condena a la actuación de las autoridades chinas.

Deben pensar que no hay que molestar a un país con tanto potencial económico. Acuden a Oslo, porque quizás en sus países no entenderían no estar al lado de alguien encarcelado por ir en contra de un regimen, pero cuando se reunen con el gobierno de Pekin prefieren callar. Hoy, precisamente, que es el día de los derechis humanos, sería bueno situarlos en su sitio y no sometidos a las necesidades económicas y diplomáticas. Aunque tampoco debería sorprendernos. Si para algo ha servido especialmente conocer los cables filtrados por Wikileaks es para dejar en evidencia el doble lenguaje que demasiado a menudo utilizan los gobiernos. Y no siempre la diplomacia debe servir de excusa.