El Barcelona va a por la Liga

El FC Barcelona superó el principal escollo en su camino hacia el título de Liga tras vencer al Villarreal por 1-4, en lo que fue un ejercicio de poder y dominio blaugrana dirigido por un enorme Xavi Hernández, juez y parte en todos los goles del equipo de Pep Guardiola, quién encauzó el rumbo de los suyos tras su eliminación europea.

Tal y como hiciera en otros reveses esta temporada -Sevilla, Rubin o Atlético-, el Barça respondió con fiereza en el asalto siguiente, como si tuviese la obligación de demostrar que es el mejor equipo del mundo. Un reconocimiento que le quitan con cierta ligereza, inconscientes de lo que ha hecho este equipo por el fútbol.

Más allá de cuestiones estéticas o debates sobre la finalidad de este deporte, el Barcelona cuida con cariño al balón, lo quiere cerca y busca siempre la portería rival. Lo demostró en El Madrigal, con Ibrahimovic en el banquillo, quizá el único debe en la cuenta blaugrana del presente curso.

El sueco continúa siendo la pieza que no termina de encajar y Bojan -claro está- estaba ahí, con el fúsil empuñado para no dejar escapar la oportunidad. El canterano de Linyolá fue uno de los mejores del partido, insaciable en los desmarques y eficaz como pocos en las inmediaciones del área castellonense.

De sus botas nació el primer tanto del partido, obra del de siempre, Lionel Messi. El astro argentino, que es incapaz de acumular tres partidos sin marcar, finalizó una jugada que comenzó en los pies de Bojan. El ''11'' imaginó el pase, pero dejó tan insigne placer al que mejor sabe hacerlo, el de Terrasa.

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Corría el minuto 19 y el partido más difícil de los cuatro que restaban era ya una cosa de niños. Los blaugrana dominaban con la fórmula mágica que ya inculcó Cruyff: "recibo, paso y me muevo", a la que añadió la velocidad de Daniel Alves, imparable para los laterales amarillos.

Para más inri, Xavi quiso convertirse en protagonista, algo que consigue aunque no quiera. A la media hora de encuentro, el ''6'' culé mandó la pelota al tejado merengue merced a un libre directo. El cerebro barcelonista transformó una falta desde la frontal, Guardiola se sentó tranquilo y Bojan remató la faena antes del descanso. Sólo era cuestión de esperar.

Tras la reanudación, el Villarreal intentó levantarse e hizo más de lo que pudo. Los cambios de Garrido, que introdujo a Senna y Llorente surtieron efecto, pero no tuvieron la continudad deseada para los villarrelistas. El espigado ariete buscó las cosquillas a Puyol, y en la única ocasión que le encontró, batió a Valdés.

Faltaban algo más de 20 minutos y Llorente ponía algo de picante a un partido sin mucha historia. Nilmar se disfrazó de arquitecto y justificó su presencia en el verde con una asistencia certera, que valió el único tanto local en el encuentro.

A partir de ahí, hubo lugar a la polémica por la amarilla que recibió Busquets, que se marchó del campo entre dudas de si debía estar expulsado. Y también se vio a un Villarreal sin fuerzas, a pesar de que se imaginaba un equipo combativo por el impulso del gol.

Pero apareció el Barça de nuevo, sabedor de que no sólo sirve el resultado, sino que también el camino que se escoge para llegar hacia él. Messi redondeó la fiesta del Barcelona, que suma su victoria número 28 y manda un aviso al Real Madrid, quién debe ganar a Osasuna para cumplir con el ''toma y daca'' en que se ha convertido esta Liga.