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Agosto en Gaza: Arte en ebullición

A pesar del bloqueo, los artistas encuentran la manera de exponer sus obras. Cómo se vive el arte plástico bajo la amenaza permanente de un posible bombardeo

Los artistas expresan el dolor y las imágenes del horror en sus obras. Por eso buscan la manera de superar el bloqueo y que sus obras se conozcan en el mundo.(CARLA FIBLA)

Los artistas expresan el dolor y las imágenes del horror en sus obras. Por eso buscan la manera de superar el bloqueo y que sus obras se conozcan en el mundo.

Windows for Gaza es una apuesta en la que artistas plásticos intentan llevar sus obras fuera de la Franja. El relato de quienes no pueden mostrar su arte por el bloqueo permanente de sus fronteras y se valen de Internet

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En el centro de ciudad de Gaza los hermanos gemelos Ahmed y Mahmud Abu Nasser exponen por primera vez sus cuadros. Ambos con el pelo largo, altos y sonrientes, se hacen fotos con amigos y familiares soportando un calor sofocante. La galería se queda pequeña, hay gente por la escalera, por el jardín del pequeño chalet donde se comenta el trazo de cada uno de los artistas. Críticos pasean su severa mirada por el material, toman nota de las primeras impresiones, la televisión espera paciente para ser atendida por unos minutos, una escena que podríamos ver en cualquier parte del mundo.

Pero esto ocurre en Gaza, donde los ventiladores dejan de funcionar durante horas y donde la mayor parte de la población está sumida en problemas básicos de subsistencia.

Basel El Maqousi es uno de los fundadores de "Windows for Gaza", una iniciativa que intenta difundir el arte contemporáneo que está creándose en la franja. "Intentamos que nuestra obra llegue al extranjero, no resignarnos a las consecuencias de vivir en esta cárcel impuesta, a que nos impidan expresar lo que sentimos", explica El Maqousi que este fin de semana expone una colección de fotografías sobre su cambio físico durante los 23 días de la ofensiva del Ejército israelí. Explicanque han tenido que enfrentarse a situaciones difíciles porque ni siquiera les resultaba accesible exponer en un país vecino como Egipto. "Las autoridades egipcias nos impedían que mandásemos los cuadros a través de la frontera de Rafah. Insistimos tanto que al final nos dijeron que la única manera de que los cuadros llegaran a El Cairo para la exposición era a través de los túneles de contrabando. Nos negamos y al final enviamos una muestra testimonial a través de Internet de lo que estamos haciendo", relata uno de los artistas.

En el taller de creación de la caricaturista Omaya Noha trabajan veinte jóvenes, divididos en dos habitaciones, una para los chicos y otra para las chicas, concentrados en una película de animación que tienen que terminar en unos meses. "La mayor parte de estos jóvenes no han estudiado arte pero tienen mucho talento. Aquí aprenden técnicas a la vez que empiezan a ganarse la vida en lo que les gusta". Uno ellos, Salan, me explica que casi la mitad de su sueldo, unos 120 euros, los gasta nada más recibir la paga comprando los colores y el material que necesita para hacer sus cuadros. "Me encanta Vang Gohg. Cuando siento presión en el cuello porque la situación en la que vivimos me ahoga, me voy al puerto para alejarme del ruido del tráfico y cierro los ojos. Me concentro en los cuadros que estudio por Internet. A veces estoy hasta dos horas fuera de Gaza, pensando sólo en los colores, el trazo, la luz, los efectos".

Salan fue el principal impulsor de una idea que la organización palestina Sharek ayudó a materializar para que los jóvenes artistas, bloqueados tras la última ofensiva israelí, volvieran a pintar. "Pusimos una tela de metro y medio de alto por más de 20 metros de largo en la avenida donde está el Parlamento bombardeado e invitamos a los artistas a que sacaran lo que llevaban dentro. Nos impusimos como únicos colores el blanco y el negro porque así nos sentíamos, y luego añadimos el rojo para escribir algunas palabras que completaban el dibujo".

El resultado es un estremecedor "Guernica de Gaza" donde los niños lloran, las mujeres se retuercen de dolor, los hombres trasladan en sus brazos a los más pequeños. Se vislumbra el fuego, la destrucción, la desesperación de los que se sienten atrapados, incapaces de actuar. También hay cansancio y resignación en las caras de los que se dejan caer lánguidamente, unos sobre otros.

Me dice Salan que no se trataba de imitar la obra de Picasso, porque al ser una acción colectiva, en la que cada uno podía expresar lo que sentía, todo quedó abierto a la improvisación.

Ahora quieren intentar que el "Mural", como ellos lo llaman, salga de la franja de Gaza, que pueda exponerse en Europa para demostrar que han logrado volver a crear. "En el Mural hay mucho dolor pero también sentimos mucho alivio cuando concluimos la obra. Estuvimos trabajando durante horas en la calle, mientras nos observaba la gente. Algunos niños cogieron lápices y papel y empezaron a imitarnos, también ellos tienen cosas que sacar de dentro", añade Salan con un tono pausado, dando intensidad a cada palabra.

Hay arte en Gaza. De forma autodidacta o a través de escuelas que vuelven a llenar sus aulas, los artistas parecen en ebullición en este complejo territorio. Tienen su espacio en el que son admirados, y también criticados, donde van adquiriendo experiencia a la espera de que desde exterior les abran la puerta.

 
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