Ocio y cultura

La mirada del cine se apaga

  • Su primer papel de éxito

    Su primer éxito le llegó con un film de enorme repercusión a nivel internacional: Marcado por el odio (1956) de Robert Wise, en la que encarnó al boxeador Rocky Graziano en un papel al que también optaba Steve McQueen, y brillaba con una interpretación bastante notable al lado de dos jovencísimos Pier Angeli y Sal Mineo. Ese mismo año, logra destacar en un film de ambiente judicial basado en una obra teatral que se apunta al éxito de Traidor en el infierno de Billy Wilder: se trata de la notable Traidor a su patria (de Arnold Laven, donde Newman trabaja con Walter Pidgeon y Wendell Corey en una trama de traiciones en el ámbito del espionaje militar. En 1957 repite con el director Robert Wise en un melodrama criminal donde comparte cartel con dos bellísimas Joan Fontaine y Jean Simmons: se trata de Mujeres culpables, en su momento no estrenada en cines en Europa pese a su indudable atractivo; y también en ese año estrena la biografía musical de la cantante Helen Morgan (que luchó por salir del alcoholismo estando en la cumbre de su carrera) titulada Para ella un solo hombre (de Michael Curtiz), al lado de la recordada actriz Ann Blyth.

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  • Éxito tras éxito

    Tras esta cinta, Newman rueda cuatro films importantes que se estrenan en 1958: La gata sobre el tejado de zinc (de Richard Brooks), adaptación de la espléndida obra teatral de Tennessee Williams que marcó toda una época y que pone al actor en el "mapa" de la industria cinematográfica estadounidense por su impecable encarnación del atormentado hijo de un rico empresario enfermo, por su perfecta química en pantalla con una turbadora Elizabeth Taylor, y por no dejarse robar ningún plano frente a característicos del talento de Burl Ives o Jack Carson; El zurdo (de Arthur Penn), revisión desmitificadora del legendario Billy el niño que solo triunfó en Europa pero que hoy es considerada película de culto y donde el actor realiza una composición bastante acertada; El largo y cálido verano, drama sureño nuevamente basado en Tennessee Williams y de generoso presupuesto, donde Newman trabaja por primera vez con Martin Ritt -uno de sus directores favoritos y cómplice de buena parte de su carrera profesional- y con la bella Joanne Woodward (que acababa de ganar el Oscar a la mejor actriz dramática por una memorable interpretación de mujer con desdoblamiento de personalidad en el clásico Las tres caras de Eva (1957, de Nunnally Johnson), de la que se enamora, además de compartir secuencias con sólidos compañeros como Orson Welles, Tony Franciosa, Angela Lansbury y Lee Remick; y Un marido rico (de Leo McCarey, comedia fresca y agradable pero no muy redonda, no especialmente recordada hoy, a no ser por la presencia de una exuberante Joan Collins)

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  • La consagración de la estrella

    Su consagración definitiva como estrella de Hollywood se da en 1966 con su participación en una superproducción de cine negro que hace historia: Harper, detective privado (de Jack Smight supone una renovación formal y estilística de un género ya en decadencia pero que este film actualiza y reinventa -e inicia un subgénero que recoge Frank Sinatra en su trilogía sobre el detective Tony Rome en Hampa dorada, El detective y La mujer de cemento-, es uno de los films más taquilleros del año en medio mundo, y la crítica internacional arropa un film brillante que contaba tambien con Lauren Bacall, Shelley Winters, Janet Leigh, Arthur Hill, Robert Wagner, Julie Harris... Ese mismo año, Newman rueda su único film con Alfred Hitchcock: Cortina rasgada, al lado de Julie Andrews, que supone un fracaso comercial bastante inmerecido y que cuenta una interesante trama al hilo de la Guerra Fría.

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  • Su madurez interpretativa

    La madurez interpretativa del actor llega con su aparición en la superproducción que, junto a la anterior Aeropuerto de 1970, inicia el subgénero de cine catástrofe: El coloso en llamas (1974), de Irwin Allen y John Guillermin, al lado de otras estrellas como Steve McQueen, Faye Dunaway o Richard Chamberlain. Su siguiente proyecto es una secuela de "Harper" que tiene buen tono narrativo: Con el agua al cuello (de Stuart Rosenberg). Sin embargo, con este film se inicia una especie de declive en la carrera del intérprete, y la calidad de sus films posteriores empieza a ser más irregular: Buffallo Bill y los indios (1976), bajo las órdenes de Robert Altman, divide a crítica y público pese a conseguir el Oso de Oro en el Festival de Berlín

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  • Sus mejores interpretaciones

    En 1982 el cotizado actor resurge para ofrecer una de las mejores interpretaciones de toda su carrera, nominación al Oscar incluída, en la fenomenal Veredicto final de Sidney Lumet. Basada en un guión de David Mamet y con estructura teatral, Lumet construyó una pieza de enorme solidez, contundente y patética que deslumbra por su sencillez narrativa, los grandes trabajos de dos inmensos Charlotte Rampling, Jack Warden, James Mason y Milo O?Shea y su confeso coqueteo con el eterno cine de perdedores, tan querido por el cine norteamericano clásico. La historia de un abogado fracasado que se encuentra con un caso fácil en apariencia pero con trasfondo de poder -sin comparar con cómo se hubiese rodado en plan telefilm de sobremesa-, logra conmover de principio a fin.

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  • Colaboraciones de lujo

    Desde entonces, el actor siguió rodando films, la mayoría en colaboraciones de lujo o papeles co-principales, entre los que destacaban títulos como Creadores de sombra de Roland Joffé en 1990, la preciosista pero poco valorada Esperando a Mr. Bridge de James Ivory, la costumbrista Ni un pelo de tonto de Robert Benton, el excelente thriller con aroma de clásico Al caer el sol del mismo director (con un magnífico Newman secundado por Susan Sarandon y Gene Hackman), y la magnífica y nada despreciable Camino a la perdición (2002) de Sam Mendes, junto a Tom Hanks y Jude Law.

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  • La mirada del cine

    Por su aspecto bien parecido y sus hermosos ojos azules, Newman pudo haber sido un importante actor de cine romántico, pero buscó algo más que eso. Newman fue uno de los pocos actores que tuvieron una buena transición entre el cine convencional y moralista de los 50, y el cine más libre y comprometido de los últimos 60 y 70 del siglo XX. Una de sus últimas apariciones corresponde al film de animación de la productora Pixar Cars, en la cual aporta voz a Doc Hudson, uno de los personajes. El 25 de mayo de 2007, a sus 82 años, anunció su retirada definitiva del mundo del cine. A principios de 2008 se le detectó un cáncer de pulmón y según los médicos le quedarían semanas de vida.

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Su primer éxito le llegó con un film de enorme repercusión a nivel internacional: Marcado por el odio (1956) de Robert Wise, en la que encarnó al boxeador Rocky Graziano en un papel al que también optaba Steve McQueen, y brillaba con una interpretación bastante notable al lado de dos jovencísimos Pier Angeli y Sal Mineo. Ese mismo año, logra destacar en un film de ambiente judicial basado en una obra teatral que se apunta al éxito de Traidor en el infierno de Billy Wilder: se trata de la notable Traidor a su patria (de Arnold Laven, donde Newman trabaja con Walter Pidgeon y Wendell Corey en una trama de traiciones en el ámbito del espionaje militar. En 1957 repite con el director Robert Wise en un melodrama criminal donde comparte cartel con dos bellísimas Joan Fontaine y Jean Simmons: se trata de Mujeres culpables, en su momento no estrenada en cines en Europa pese a su indudable atractivo; y también en ese año estrena la biografía musical de la cantante Helen Morgan (que luchó por salir del alcoholismo estando en la cumbre de su carrera) titulada Para ella un solo hombre (de Michael Curtiz), al lado de la recordada actriz Ann Blyth.

 
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