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Ingrid Betancourt sale tranquilizada del hospital tras un chequeo satisfactorio

Por el momento, los médicos han recomendado mucho reposo a Betancourt a causa de la fatiga y le harán más pruebas aunque no son alarmantes

Ingrid Betancourt abandonó ayer el hospital militar de Val-de-Grâce de París, de donde salió llena de "felicidad" por las buenas noticias sobre su salud tras siete horas de exámenes médicos.

"Los médicos han sido encantadores y me han colmado de buenas noticias", señaló en una entrevista con la cadena de televisión France 3 y añadió: "Es la felicidad total".

La ex rehén colombo-francesa, de 46 años, que fue liberada el pasado miércoles junto con otros 14 rehenes en una operación de las fuerzas armadas colombianas, dijo que durante los casi seis años y medio que pasó en poder de la guerrilla de las FARC había tenido una serie de "inquietudes" sobre su salud.

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Betancourt relató que uno de sus compañeros de cautividad que fue liberado recientemente averiguó nada más regresar de la selva que tenía un tumor en el cerebro.

Reposo

Los médicos han recomendado mucho reposo a Betancourt a causa de la fatiga y le harán más pruebas aunque no son alarmantes, informó por su parte su hermana Astrid, según la cadena de televisión LCI.

Betancourt, que vestía un pantalón blanco y una rebeca gris, salió del hospital militar de París cogida de la mano de su hija Melanie. En el centro médico fue sometida a una serie de exámenes para determinar si sufre hepatitis B u otra enfermedad contraída debido a las condiciones insalubres en las que vivió durante su cautiverio.

Desde su liberación, Betancourt ha dado múltiples ruedas de prensa y realizado un largo viaje de 11 horas a París para agradecer a la "dulce Francia" todo el apoyo recibido durante estos años.

Radiante y en plena forma

Cuando bajó las escalerillas del avión de la república francesa que la trajo a París aparecía radiante y en plena forma, una imagen muy distinta de la mujer derrotada y enferma que se vio en un vídeo tomado a finales del año pasado por sus secuestradores para demostrar que estaba viva.

Betancourt relató a la prensa el calvario vivido durante su cautiverio y afirmó que recibió un trato que no se daría "a un animal ni a una planta".

Ante miembros de los comités de apoyo que en Francia se movilizaron para lograr su puesta en libertad explicó que cada año recorrió a pie unos 300 kilómetros en la selva, tocada con un sombrero para evitar que le cayeran todo tipo de bichos en la cabeza. "Todo en la selva pica", señaló al describir "un mundo absolutamente hostil, con animales peligrosos, aunque el más peligroso era el hombre, los que iban detrás de mi con un fusil".

 
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