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El último reto de Hiddink, primer rival de España

Así es la nueva selección rusa que ha construido Guus Hiddink

Un espíritu aventurero nunca se detiene. Busca nuevos retos, nuevas aventuras, muros para derribar y salir a hombros como un héroe. "¿Por qué aceptó entrenar a Rusia?" le preguntaron al seleccionador ruso los reporteros de Canal + que le visitaron el pasado mes de mayo. "Me gustan aquellos proyectos que parecen imposibles de realizar. Aquello que la gente dice: 'eso es imposible', es lo que quiero hacer yo", contestó Guus Hiddink, esbozando una amplia sonrisa.

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Imposible era que Corea del Sur jugara las semifinales de un Mundial. Imposible parecía que Australia, en las antípodas del planeta y del fútbol, cayera en octavos de final del siguiente Mundial poniendo a la mismísima Italia al borde del precipicio. Difícil era meter a dos generaciones distintas de jugadores holandeses en semifinales de dos grandes torneos de selecciones.

Todo eso atrajo a Hiddink, que en muchos de esos supuestos acabó agasajado y alabado hasta la exageración, casi como un ídolo nacional. Así que cuando la gente de Roman Abramovich (cuyas empresas corren con gran parte del presupuesto de la federación de fútbol ruso) le puso los montones de billetes encima de la mesa para cambiar el modelo de un fútbol como el ruso, Hiddink dijo sí.

Y su nuevo proyecto, su nueva aventura, va a ser el primer escollo de la selección española, esta tarde, en su andadura por una nueva fase final (18:00, Cuatro). Los comienzos de Hiddink al frente del nuevo reto fueron difíciles, porque se encontró un equipo 'dominado' por jugadores veteranos, con una visión del fútbol que no era muy del agrado del nuevo entrenador. Titov, Smertin, Loskov, Izmailov... todos salieron del grupo, dando paso a gente joven, con mucho futuro, y poca experiencia internacional.

El resultado tuvo muchas curvas al principio del camino. Rusia tuvo que manejarse en la fase de clasificación contra Inglaterra, Croacia e Israel como rivales más fuertes. Contra los dos últimos empezó, cosechando sendos empates. Luego la cosa fue saliendo, hasta llegar al partido de Wembley, contra Inglaterra, donde perdió 3-0. A partir de ahí, la recta final del grupo E fue una montaña rusa (nunca mejor dicho): remontó un gol en contra a los ingleses, y terminó ganando con dos goles de Pavlyuchenko. Unos días después, perdió en Israel (2-1) dejándole en bandeja el billete a la selección de Steve McLaren, que puso su ración de locura perdiendo con Croacia (2-3). Una victoria famélica en Andorra (0-1), en un partido en el que expulsaron a Andrei Arshavin, la gran estrella rusa, puso fin a la opereta: Rusia volvía a una Eurocopa.

A partir de ahí, Hiddink se centró en montar un grupo competitivo, que tuviera opciones de avanzar en el torneo. La defensa (de tres hombres más dos carrileros) cambió a una línea de cuatro; el 'trivote' dio paso a una sola referencia en el medio centro; y los dos puntas se convirtieron en uno. De 5-3-2 al 4-1-4-1 con el que saltará Rusia al césped del Tivoli Neu, esta misma tarde. Akinfeev, joven portero del CSKA que se tiró lesionado varios meses, defenderá la portería. Anyukov y Zhirkov (volante reconvertido a lateral) ocuparán las bandas en defensa, con Shirokov (mediocentro convertido en central) y Kolodin como marcadores. Sergei Semak (delantero en el PSG y en el CSKA; ahora conductor de juego) será el mediocentro defensivo, la brújula del juego ruso.

Por delante, la línea de cuatro, repleta de calidad, movilidad y buen disparo: Sychev (con Bystrov en la recámara) en la derecha; el zurdo Bylialetdinov en la izquierda (ojo a su tiro y a sus centros); Shemshov y Zyrianov (ya lo hemos dicho todo de él) por el centro. Y, como único punta, Pavlyuchenko, que es mucho más delantero de lo que hace presagiar su físico. La ausencia de Arshavin (sancionado para hoy y para el partido contra Grecia) y la baja de Progrebnyak son malas noticias para Rusia, que pierde efectivos de calidad en ataque. Pero lo que está claro, es que se trata de un rival complicado, que tratará de quitar la pelota a España, y hacerle daño con sus mismas armas.

Esa es la nueva selección rusa. Un equipo joven, disciplinado, y con hambre. Una incógnita, un peligro. ¿Alguien dijo que era imposible? No para Guus Hiddink, el maestro de las causas perdidas.

 
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