Ocio y cultura

Muere el bailarín y coreógrafo francés Maurice Béjart

El artista, que revolucionó el mundo de la danza, había sido ingresado hace una semana. Tenía 80 años

Béjart, en un ensayo de 'El enfermo imaginario' de Molière.(Reuters)

El bailarín y coreógrafo francés Maurice Béjart murió hoy a los 80 años de edad, según informaron fuentes de su compañía, la Béjart Ballet Lausanne, que dirigía en Suiza desde hacía 20 años. Bejar había sido hospitalizado la semana pasada por problemas de riñón.

Nacido en Marsella en 1927, Béjart se ganó el reconocimiento y el respeto en todo el mundo. Revolucionó el concepto de la danza, llevándolo a sus escenarios a través de la tragedia o la sátira. Conocidos son sus montajes Boléro (1961), Messe pour le temps présent (1967) Presbytére, La route de la soie y À propos de Shéhérazade.

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Con sólida formación clásica, Béjart también dedicó una importante parcela de su vida a educar a los bailarines. Fundó escuelas en Francia, Bélgica y Suiza, donde vivía desde hacía varios años. En Lausana, la ciudad donde ahora vivía, su compañía preparaba un nuevo montaje: La vuelta al mundo en 80 minutos.

Este gran innovador que contribuyó a popularizar la danza, fue autor de la coreografía de cerca de 200 ballets, la mayoría de ellos para su propia compañía. Béjart debutó a los catorce años en la Ópera de París. En 1955 estrenó, con gran éxito de prensa y público, su primera obra importante, Sinfonía para un hombre solo (música de Pierre Henry y Pierre Schaeffer) con su compañía Ballets de l'etoile, fundada conjuntamente el año anterior con Jean Laurent.

En 1960 pasó a dirigir en Bruselas la compañía Ballet del Siglo XX, con la que estrenó Boléro y Messe pour le temps présent, y en 1987 asumió la dirección del Béjart Ballet Lausanne. Por esas mismas fechas, creó en la ciudad suiza una fundación para la promoción de la danza. Béjart introdujo numerosas innovaciones técnicas en sus coreografías y adaptó la música de vanguardia en sus realizaciones, pero sobre todo contribuyó a popularizar la danza, transportándola de los teatros clásicos a las salas de festivales o los palacios de deportes.

En 1995 se convirtió en el primer coreógrafo en ingresar en la Academia Francesa. Béjart mantuvo una relación especial con España, sobre todo con el bailarín Víctor Ullate, para quien creó el ballet Gaite parisiense (1978).

 
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