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El sacerdote mantiene en el juicio que el arzobispo de Granada le amenazó

Por primera vez un arzobispo español se sienta en el banquillo de los acusados

El sacerdote Javier Martínez Medina, que denunció al arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, por injurias, calumnias, acoso moral, lesiones y coacciones, por lo que hoy es juzgado, mantuvo que el prelado le amenazó y que la causa del cese de todos sus cargos fue su relación con CajaSur, situación que le ha causado además de problemas laborales, problemas de salud.

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Martínez Medina señaló ante el titular del Juzgado número 5, Miguel ngel Torres, que ha tenido "nula relación personal" con el arzobispo, que se ha negado a recibirlo en reiteradas ocasiones. Explicó que actuó de intermediario en el conflicto que mantuvo CajaSur con el prelado -cuando éste era arzobispo de Córdoba-, cuestión que consideró importante por ser la causa de su destitución.

El cura afirmó que en el primer encuentro que mantuvo con el arzobispo a su llegada a la Diócesis granadina se dirigió a él con tono "amenazante" y le dijo que la situación no iba a ser la misma que con el anterior arzobispo, Antonio Cañizares, y que "su clero no se iba a relacionar con actividades de la caja".

En octubre de 2005 fue, según el querellante, que declaró en calidad de testigo, cuando el arzobispo le comunicó el cese de todos sus cargos, hecho que el sacerdote pidió le fuera transmitida por escrito. Martínez Medina recibió una llamada en el que monseñor Francisco Javier Martínez le señaló que le destituía por su relación con los órganos de gobierno de Cajasur.

Para el cura "fue una vejación muy grande", por la que se ha sentido "francamente dolido y dañado". En otro de los encuentros que mantuvo con el arzobispo, según manifestó Martínez Medina, el primero le dijo: "Tú no mandas aquí. Te has creído que esto es tuyo y eres un mal sacerdote y desobediente. Te voy a enseñar yo a obedecer con el látigo", extremo éste que el prelado ha negado tajantemente al ser preguntado.

Martínez Medina señaló que cuando el arzobispo le destituyó volvió a su despacho, donde realizaba su trabajo como archivero de la Catedral, a recoger sus efectos personales con la presencia de un notario, "vigilado" por si se llevaba algo, después de que le hubieran cambiado la cerradura.

Niega las acusaciones

El cura negó las acusaciones de "apropiación indebida" que el arzobispo le hizo en una carta y dijo que se sintió entonces humillado porque "intentaba hundirme profesionalmente, cuando yo he intentado reunir todo lo que estaba perdido".

Por todo, dijo padecer una fuerte depresión y otros problemas de salud, como arritmia y estrés, por la "persecución" a la que ha sido sometido. Además apuntó que en el momento en el que acudió a un abogado y le comunicó al Nuncio Apostólico que iba a acudir a la justicia ordinaria, éste le dijo "tomo nota", que "en ningún momento" se lo prohibió, porque de ser así, no hubiera continuado con el proceso.

El arzobispo, que mantuvo que desde que llegó a la Diócesis granadina se ha visto sometido a un "acoso mediático", es el primer prelado que se sienta en el banquillo de los acusados en la jurisdicción ordinaria por estos motivos.

 
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