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El Papa se despide de Brasil con críticas al "autoritarismo" de Chávez

Benedicto XVI pone fin a su viaje a Brasil

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El Pontífice hizo estas manifestaciones en la inauguración de la V Asamblea General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (CELAM), en el santuario brasileño de Aparecida, donde pronunció un largo y vigoroso discurso en el que trazó las líneas a seguir para una nueva evangelización de América Latina.

"En América Latina, al igual que en otras regiones, se ha evolucionado, aunque haya motivos de preocupación ante formas de gobiernos autoritarios o sujetos a ciertas ideologías que se creían superadas y que no corresponden con la visión cristiana del hombre", afirmó Benedicto XVI. Según los observadores vaticanos, con esas palabras el Papa Ratzinger al parecer aludía especialmente a Venezuela y Bolivia.

Benedicto XVI recibió el 11 de mayo de 2006 en el Vaticano a presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ante quien reiteró la libertad de la Santa Sede en el nombramiento de los obispos y expresó su preocupación por el proyecto de reforma educativa del gobierno, "en el que no habría espacio para la enseñanza de la religión".

Ante los 266 asistentes, de ellos 176 obispos, el Obispo de Roma habló también hoy del cristianismo en América Latina y de lo que ha significado para esos pueblos, y aseguró que "el Dios desconocido que sus antepasados sin saberlo buscaban en sus ricas tradiciones era Cristo, al que anhelaban silenciosamente". "En efecto, el anuncio de Jesús y de su Evangelio no supuso en ningún momento una alienación de las culturas precolombinas, ni fue una imposición de una cultura extraña. Las auténticas culturas no están cerradas en sí mismas ni petrificadas, sino que están abiertas y buscan el encuentro con otras", dijo el Papa.

El Pontífice se mostró contrario a un renacer de las religiones precolombinas y afirmó que sería "una utopía el volver a darles vida, separándolas de Cristo y de la Iglesia". Según el Papa, no sería progreso, sino retroceso, "una involución hacia un momento histórico anclado en el pasado".

El Papa Ratzinger señaló que esta conferencia quiere dar un nuevo impulso a la evangelización, pero la Iglesia latinoamericana tiene que afrontar muchos desafíos para infundir esperanza. Entre los desafíos, Benedicto XVI habló de la globalización, a la que calificó de "entramado de relaciones a nivel planetario". Reconoció sus aspectos positivos, pero dijo que comporta el riesgo de los grandes monopolios y de convertir el lucro en valor supremo y que debe regirse por una ética.

El Papa expresó su confianza en que de la reunión salgan las líneas para afrontar a las sectas. En su reunión de hace dos días con los obispos brasileños les pidió que vayan casa por casa para recuperar a los católicos "perdidos". Ratzinger afirmó que los pueblos latinoamericanos y caribeños tienen derecho a una vida plena, libres de las amenazas del hambre y de la violencia.

Sobre los problemas sociales y políticos, afirmó que tanto el capitalismo como el marxismo prometieron unas estructuras justas que fomentarían la moralidad común, "pero esa promesa ideológica se ha demostrado que es falsa y los hechos lo ponen de manifiesto". "El sistema marxista, donde ha gobernado, no sólo ha dejado una triste herencia de destrucción económica y ecológica, sino también una dolorosa destrucción del espíritu. Y lo mismo vemos en Occidente donde crece la distancia entre pobres y ricos y hay una degradación de la dignidad personal con la droga, el alcohol y los sutiles espejismos de felicidad", denunció.

El Papa defendió la familia como "patrimonio de la humanidad" y aprovechó para criticar el "machismo", que "aun por desgracia persiste en la mentalidad latinoamericana, que ignora que el cristianismo reconoce y proclama igual dignidad y responsabilidad de la mujer respecto al hombre".

El Papa concluyó invocando a Dios para que "se quede" con los pobres y los humildes, con los indígenas y afroamericanos, "que no siempre han encontrado espacio y apoyo para expresar la riqueza de su cultura", con los niños, jóvenes, ancianos y enfermos. Tras este acto, el Papa regresará a Roma. La conferencia episcopal se prolongará hasta el 31 de mayo.

 
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