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Google bordea las demandas, y no afloja el paso

El gigante de Internet esquiva o resuelve como puede las oleadas de demandas judiciales por el uso supuestamente ilegítimo de contenidos con copyright. Y cuando es necesario, paga

Madrid

Indexar contenidos, y utlizar las búsquedas de los usuarios como el perfecto reclamo publicitario, ha demostrado ser todo un negocio para Google. Y de tal calibre que la ha convertido ya en la primera compañía de Internet del mundo, con un amplísimo abanico de actividades. Un negocio, además, que le ha llevado a dar el salto incluso a la gestión de publicidad en medios tradicionales. Pero un negocio, en definitiva, basado en los contenidos.

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Facilitar el acceso a la información, organizarla, ha sido hasta ahora la clave del éxito del mega-buscador. Pero su peculiar manera de usar esa información le ha provocado que sus propietarios, los tenedores de los derechos de propiedad intelectual, hayan visto su negocio peligrar o, en no pocos casos, la oportunidad de conseguir dinero más allá de su actividad tradicional. Aunque fuese a través de los juzgados.

El indexado de noticias ha sido probablemente el campo, de los muchos que Google trabaja, donde el buscador ha tenido más problemas. Y la última vez, por iniciativa de la agencia de prensa francesa AFP. Después de dos años en los juzgados, la demanda de AFP contra Google por utilizar sus titulares y sus fotografías en el servicio Google News (Noticias Google), para enlazar a páginas con esas informaciones, ha muerto desinflado por un acuerdo extrajudicial.

Ninguna de las dos compañías da detalles, pero sí dejan claro que el pacto legaliza la conducta de Google. Aunque no es descabellado pensar que detrás haya dinero, sobre todo si se tiene en cuenta otro antecedente que parece calcado: el pacto entre Associated Press y Google, en agosto de 2006, que incluía un desembolso del buscador a AP por el uso de los titulares y las fotografías. En aquella ocasión, tampoco se especificaron las condiciones.

Y si se habla de conflictos por derechos de autor y noticias, hay que mencionar el caso belga. El pasado mes de febrero un tribunal de Bruselas dio la razón a Copiepresse (una especie de SGAE belga que agrupa a los editores de prensa en francés y alemán), y ordenó a Google a que dejase de enlazar desde su servicio News las noticias de los demandantes, con multa incluida en caso de no cejar en su empeño. Sin ganancia monetaria a la vista esta vez, Copiepresse parecía decidida a defender su modelo de negocio frente a una intrusión de Google, más que a sacar tajada de la situación. Y casi lo confirmaba al asegurar que después de Google, le tocaría el turno a otros gigantes como MSN y Yahoo.

El libro gordo del copyright

Pero el de las noticias no ha sido el único sitio en el que Google ha pinchado en hueso. Su proyecto de biblioteca digital universal, books.google.com, ha desatado algunas críticas. Las más sonadas vinieron de la competencia, y sonaban más a lavado de imagen que a crítica sincera. Fueron las que pronunció Thomas Rubin, un alto ejecutivo de Microsoft, el pasado mes de marzo, en las que acusaba al buscador de violar "sistemáticamente" los derechos de propiedad intelectual en este servicio. Google, que -de momento- no tiene conflictos de entidad por este asunto, recuerda que sólo publica aquellos contenidos sin derechos de autor, o a los que los propios titulares del copyright han dado su visto bueno.

Y del papel al vídeo, la compañía con sede en Mountain view se enfrenta a un continuo maremoto de acusaciones por los contenidos que los usuarios cuelgan en el conocidísimo servicio de YouTube. A la compañía le importaron poco los avisos de los analistas cuando, el pasado otoño, se hizo con el control de este estandarte de la llamada Web 2.0. Y eso que avisaban bien alto de los problemas que podría acarrear el pago de más de 1.600 millones de dólares por un sitio que no generaba beneficios, y en el que buena parte de los videos eran simplesgrabaciones de contenidos protegidos (y piratas, por tanto).

Demandas con sonido, y en movimiento

Las dudas legales sobre la cuestión YouTube parecen sin embargo haber afectado más a los grandes titanes de la industria del ocio audiovisual que a los canales generalistas tradicionales. Así, mientras las televisiones se disputan el honor de ser las primeras en tener su nombre detrás de la url de la web (y sin ingresos claros a la vista), Viacom ha demandado a Google después de meses de duras negociaciones. Y conciente de que tiene la sartén por el mango, el buscador ha aceptado la batalla judicial como una extenxión más de esa guerra de despachos.

Claro que la cosa no es para broma. El conglomerado mediático que controla cadenas como la CBS o la MTV reclama 1.000 millones de dólares por daños y perjuicios. Y si YouTube resultase condenada, eso significaría el fin para este incipiente negocio, y la derrota total en el mercado de la publicidad asociada a contenidos audiovisuales en la Red. Pese al riesgo en este caso, y pese a las presiones en los anteriores, Google ha demostrado claramente enlos últimos años que es capaz de ceder cuando toca. Pero también que nunca afloja el paso.

 
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