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Reportaje:

Cae la casa de Yang Wu

Los inquilinos de la vivienda china convertida en símbolo de la resistencia llegan a un acuerdo con los promotores

La casa clavo de China, símbolo de la resistencia de una familia contra las constructoras, ha sido demolida por las excavadoras después de que sus inquilinos llegaran a un acuerdo con los promotores. Ayer por la tarde, Yang Wu y Wu Ping, que durante dos semanas han aparecido en decenas de televisiones chinas y cuya historia saltó a la prensa internacional, abandonaron finalmente su casa, en la municipalidad de Chongqing (el centro del país). Esta misma noche ha sido destruida, lo que supone un final feliz para las partes enfrentadas y, al mismo tiempo, la triste imagen del fin de un icono.

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Yang, un antiguo campeón de kung-fu de 51 años, y su mujer Wu, de 49, arreglaron en 2004 su casa, de dos plantas y construida en 1993, donde regentaban un restaurante en el bajo. Durante dos años, mantuvieron un contencioso con la constructora porque no aceptaban la indemnización que ésta les ofrecía. Desesperada, la empresa llegó a subir su oferta a 300.000 dólares, unos 240.000 euros, suficiente para comprarse en China hasta 10 apartamentos. "Queremos salvaguardar nuestra dignidad y nuestros derechos, así como los de otros propietarios de China", alegaba Wu en ruedas de prensa dadas en el solar de la obra, ganándose así la simpatía de millones de chinos.

No nos moverán

La pareja lleva todo este tiempo exigiendo derechos que en marzo acaba de reconocer el Parlamento con la nueva ley de la propiedad privada que, entre otros objetivos, pretende proteger mejor los derechos de los ciudadanos cuando son expropiados (aunque la tierra sigue siendo bien del Estado). El matrimonio, a los que la cadena estadounidense CNN o la estatal china CCTV los convirtieron en héroes contra el poder de las inmobiliarias, quería una casa con el mismo tamaño y características que la que tenían y en el mismo lugar, o, en su defecto, un local en el centro comercial que la constructora, Zhengsheng, tiene pensado erigir en el lugar.

Uno de los momentos más emotivos de la historia fue cuando se cumplió el primer ultimátum dado por la constructora a la pareja para abandonar la vivienda. El marido se quedó en la casa, y para desafiar a las autoridades, se subió a la terraza del edificio ondeando una bandera china en señal de victoria. Ya antes había prometido "dar una paliza" a cualquiera que intentara arrebatarle lo suyo. A finales de la semana pasada, el Gobierno del distrito donde se asienta la casa declaró un tercer ultimátum para el 10 de abril, que no ha tenido que ser aplicado. Aunque historias como las de esta casa clavo son frecuentes en China, la de Chongqing ha dado la vuelta al mundo por el espectacular estado en que la constructora dejó a la casa para presionar a los inquilinos para que se fueran.

Los Yang son la única de las familias expropiadas en este barrio de esta municipalidad de 31 millones de almas del oeste de China que ha resistido hasta el final la presión urbanizadora. Mientras la pareja exigía mayores indemnizaciones, las máquinas destruyeron unas 280 viviendas a su alrededor y dotaron a la vivienda de un espectacular aspecto: cavaron a su alrededor un foso de 5 metros de altura y 17 de diámetro, dejando a la casa solitaria y en lo alto de un montículo, sin luz, agua ni gas. La noticia circuló sobre todo por foros de internet y blogs chinos (llegó incluso a haber censura contra informaciones de prensa sobre la casa, aunque apenas se acató), y según los analistas ha sido uno de los primeros casos de periodismo ciudadano en China.

De romanticismo, nada

"Los promotores a menudo hacen lo que quieren y dan muy poca compensación. Este caso mostró que con la resistencia de todos se puede proteger el derecho. Sólo con la lucha se puede presionar a los promotores", señala hoy un entusiasta internauta. Conviene saber, sin embargo, que Yang y Wu no han estado los dos años que ha durado su lucha viviendo allí, sino que sólo lo ha hecho el marido y en los últimos 11 días, subiendo a la casa con la ayuda de una escala de cuerda.

Los que escribieron sobre este hecho ensalzaron a Wu y Yang como "héroes de la casa clavo", rodeando de romanticismo la historia, aunque en realidad las demandas de la pareja eran del todo materialistas. El nombre de la vivienda viene de la expresión genérica china dingzihu, literalmente casa clavo. Centenares de miles de personas han sido desplazadas en China por grandes proyectos hidroeléctricos (Tres Gargantas, trasvase del Yangsté) o inmobiliarios (polígonos industriales, campos de golf), pero no todas se han ido por las buenas. A estos casos se denominan casas clavo. Ahora, la pareja se mudará a una vivienda similar en tamaño pero en el distrito de Shapingba, un tanto más alejado del centro de la ciudad.

 
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