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ATENTADOS DEL 11-M EN MADRID

Zahira Obaya, víctima del 11-M: "Me produce vergüenza que se siga utilizando a la gente"

Se cumple el tercer aniversario de la masacre y los que viajaban en los trenes, como Zahira, intentan superar las secuelas

Madrid

Zahira Obaya viajaba en el primer vagón del tren la fatídica mañana del 11 de marzo de 2004. Ella es una de las 2.000 personas que resultaron heridas en el atentado. Perdió el ojo izquierdo y la bomba le destrozó la cara, pero después de varias operaciones y mucha paciencia, hoy luce, en palabras de Juan José Millás, "una belleza que no te puedes ni imaginar. Guapísima, bellísima". También es una mujer fuerte y crítica. Sobre la manifestación del próximo sábado, convocada por el PP, dice sentir "verguenza porque que se siga utilizando a la gente con fines de ir ondeando las banderas y las pancartas. Antes les daban alergia, y ahora les encanta".

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"Zahira irradia una fuerza vital, un magnetismo, unas ganas de vivir, una fuerza increíble", añade Millás. La joven, de 24 años, ha visitado hoy los estudios de Cadena SER para relatar cuál es su situación poco antes de que se cumpla el tercer aniversario de la masacre.

"Estoy bastante bien de ánimo, mucho. Las heridas van cicatrizando, ahora estamos trabajando en mi ojo, para reconstruir párpado superior. Mi hermana pequeña cuando me mira me dice que tengo "la pupa del tren". Todavía no se lo hemos contado"

El 11-M Zahira viajaba en el tren de Téllez, iba a trabajar a una tienda de ropa en la calle Montera. Esa mañana entraba antes, a las 8, "porque recibíamos ropa. Perdí la conciencia en el momento de la explosión, pero sí recuerdo despertarme en el vagón y empezar a pedir ayuda. Pensaba que el tren había descarrilado".

A pesar de la tragedia, se niega a que su vida sea el 11-M, algo que se consigue "con ganas. Le debo mucho a la gente que está a mi lado y me ayuda a levantarme cada mañana y me dice ¿qué te apetece hacer hoy?. Y hago lo que me apetece. Dicen que fui fuerte desde un primer momento para no quedarme en el 11-M. El 11-M pasó, por desgracia, pero mi vida es totalmente ajena a eso, intento que no sea la parte fundamental de mi vida. Prefiero ir a la playa, pasear con mi perro, quedar con mis amigos. Todo lo que una persona de mi edad debe hacer".

En cuanto a las secuelas físicas, hubo un momento en el que, tal y como ella misma relata, "esquivaba los espejos, verse al espejo una mañana y al cabo de 24 horas encontrar una imagen totalmente distinta de la que habías dejado atrás es duro y a mi me costó un poco. Dice mi madre que soy muy cómica y muy presumida, Y ver una cara que está rota, cosida por mil sitios, hinchada, y no es la que tú recordabas, requiere mucho esfuerzo. Tienes que aprender a aceptarla y a mirarte y cada día verte más guapa".

Zahira le debe mucho a la ayuda psicológica que recibió en el Hospital Clínico de Madrid. Estuvo en tratamiento durante su internamiento, "pero nunca he necesitado un grupo de apoyo", dice. "Salí del hospital pero no las he llamado (a las psicólogas que la atendieron), las he ido a ver como amiga, contarles como voy y poco más.

El proceso para aceptar su nuevo aspecto no fue sencillo. Sus dos psicólogas fueron fundamentales. "Ellas marcaban unas pautas para llegar a un acuerdo con mi nueva cara, y siempre te dicen que no tienes por qué hacerlo ya. Pero cuando salían por la puerta, yo me plantaba delante del espejo. He intentado avanzar lo más rápido que yo podía".

El Juicio

La semana pasada, Zahira tomó una importante decisión. Asistir al Juicio por los atentados que se viene celebrando en la capital desde hace un mes. Una determinación valiente, que meditó "leyendo la prensa. Me planteé si sería capaz de ir. Estaba en Madrid para una operación, y mi padre me dijo: ¿y si vamos?. Y fuimos. Lo viví bien, el primer día me senté un poco retirada, arropada por la gente que estaba allí, fue un poco la primera digestión, al día siguiente le pedí a mi padre que quería sentarme delante, ver quiénes estaban detrás del cristal y que ellos supieran quien estaba también. Me sentí fuerte y con ganas de hacerlo".

Al hilo de la actualidad, Zahira lamenta la actitud del Partido Popular y la convocatoria de la manifestación de mañana, sábado, contra la política antiterrorista del Gobierno. "Me produce vergüenza que se siga utilizando a la gente con fines de ir ondeando las banderas y las pancartas que antes les daban alergia y ahora les encanta. Antes me enfadaba muchísimo cuando ponía la tele y salía que ETA tenía algo que ver. Desde un primer momento dije que no, bárbaros son tanto unos como otros, no hay que excusar a ninguna de las partes, pero cuando no se está en un sitio no hay que buscarlos más".

Tercer aniversario de la masacre

El próximo domingo, día en el que se cumple el tercer aniversario de los atentados, Zahira estará en la playa, con su novio. En Málaga o en la localidad gaditana de Tarifa, donde reside. "Espero que no sea un día más triste, que sea un día fantástico. Estaré tranquila y con una sonrisa de oreja a oreja".

A pesar de su fortaleza, reconoce que su vida ha dado un vuelco. "Mi vida ha cambiado, pero intento que en lo menos que pueda. Me estoy planteando qué puedo hacer. Ya no me enfado tanto. Me tomo las cosas con más tranquilidad. Intento que mi día a día sea un pelín más especial: dar un paseo, escribir notas en una libreta. He llegado a un punto en el que te das cuenta que a lo mejor no hay una última vez. Se agradece mucho el mojarte con la lluvia, el ponerte morena al sol".

Zahira nunca ha sabido quién la ayudó tras las explosiones. Recuerda "una persona con barba y uniforme verde. Un hombre". Un ser anónimo, pero muy especial para esta joven de 24 años cuyo nombre significa "la que florece". "Al ser la primera, florecería algo en mi madre, que eligió este nombre que es un símbolo".

 
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