Los estudiantes franceses continúan la protesta pero sin tanto éxito
El beneficiado de la crisis es el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy
600 personas en Marsella. 1.000 en Grenoble. Varios cientos en París. Las nuevas manifestaciones convocadas por los universitarios franceses sin el apoyo de algunas de sus organizaciones y de los sindicatos son un ínfimo recuerdo de las de hace una semana en esos mismos lugares.
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Sin embargo, no parece que la escasa convocatoria vaya a desanimarles. Por la mañana bloquearon peajes de autopistas y dejaron sin autobuses a la ciudad de Toulouse, en un intento de presionar al debilitado gobierno de Dominique de Villepin para conseguir otros objetivos como la derogación de toda la ley en la que se incluía el contrato del primer empleo y que, en nombre de la igualdad de oportunidades, contempla el trabajo como aprendiz desde los 14 años.
Estas disposiciones constituyen una regresión, según la oposición de izquierdas, que ahora tiene en el punto de mira al hermano mayor: el contrato del nuevo empleo, destinado a los mayores de 26 años y a las empresas de menos de 30 trabajadores pero que permite igualmente el despido sin justificación en los dos años de período de prueba.
Por eso la derecha quiere ir rápido y el dispositivo que sustituye al malogrado contrato se debatirá esta misma tarde en la Asamblea Nacional.
Beneficiado, Sarkozy
En definitiva se quiere cerrar una crisis en la que el gran beneficiado es el ministro del Interior, Nicolás Sarkozy —gran rival de De Villepin en el partido gobernante—, que se queda sólo en la derecha y no tiene, de momento, un rival claro en la izquierda para la elección presidencial del año que viene.
En una entrevista concedida al diario Le Figaro, Sarkozy hace un reproche indirecto a De Villepin al señalar que empecinarse en el contrato durante más tiempo solo habría sido beneficioso para la izquierda y los conservadores.