El jefe de las tropas en Nayaf avisa de que la muerte de los agentes les deja sin información
"Sin ellos, nos hemos quedado ciegos", asegura el teniente coronel José Luis Gutiérrez Sánchez
El asesinato de los siete agentes del CNI el pasado sábado ha caído como un mazazo sobre los 1.300 soldados españoles de la brigada Plus Ultra. "Sin ellos, nos hemos quedado ciegos", ha reconocido el teniente coronel José Luis Gutiérrez Sánchez, jefe del destacamento de Nayaf, al enviado especial del diario "El País".
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"Si Alberto [Martínez] estuviera aquí, me habría enterado ayer de esta manifestación, y no hoy al verlos en la puerta", afirma, aludiendo a los 200 empleados del servicio municipal de limpieza que han sido despedidos y ayer coreaban gritos de protesta ante el acuartelamiento español. Por la tarde, el centenar de soldados destinados en Nayaf colocaron ramos de flores en la puerta de la habitación de los agentes Alberto Martínez y Luis Zanón.
Los manifestantes no parecen especialmente agresivos y los centinelas, soldados de un batallón de Infantería de El Salvador que comparte acuartelamiento con los españoles, están relajados. Pero la verdadera seguridad no está en responder a los problemas, sino en anticiparse a ellos. Ésa era la misión de los agentes del CNI: alertar sobre cualquier riesgo potencial para los soldados.
"Cada día, a las ocho de la tarde, me reunía con Alberto y él me contaba quién estaba descontento, qué problemas había en el pueblo o con qué conflictos podríamos enfrentarnos", explica el teniente coronel José Luis Gutiérrez Sánchez. "Los viernes, nada más concluir los sermones en las mezquitas, me resumía lo que habían dicho los imanes", recuerda. Una información vital en Nayaf, ciudad santa de los chiíes, donde una sola palabra de los ayatolás más influyentes podría volver a la población en contra de los soldados españoles.
El teniente coronel Gutiérrez reconoce que sus hombres no podrían, aunque lo intentaran, suplir la función de los agentes fallecidos y considera imprescindible que, cuanto antes, nuevos miembros del CNI vengan a cubrir su hueco. No es una tarea fácil. En la emboscada del pasado sábado no sólo perdieron la vida los cuatro únicos agentes que España tenía en la zona de Irak donde están sus tropas, sino también tres de los cuatro que debían sustituirlos. La selección y preparación de cada uno requiere varios meses.
Además de Alberto Martínez y Luis Ignacio Zanón, destinados en Nayaf, han perdido la vida sus dos sustitutos, José Merino Olivera y José Lucas Egea, comandante y suboficial del Ejército de Tierra, respectivamente. También han muerto el comandante Carlos Baró Ollero y el brigada Alfonso Vega Calvo, destacados en Base España, principal acuartelamiento español de Irak, ubicado en Diwaniya, y el comandante Juan Carlos Rodríguez Pérez, que iba a relevar a Baró. El suboficial José Manuel Sánchez Riera, sustituto de Vega, ha sido el único superviviente, pero Defensa ha decidido su inmediata repatriación.
Los cuatro agentes que iban a realizar el relevo llegaron a Irak dos días antes de su muerte. El objetivo del viaje no era todavía sustituir a sus compañeros, sino familiarizarse con el lugar donde iban a cumplir su misión. Estaban en "visita de reconocimiento". Tenían previsto regresar a España ayer e instalarse en Irak en enero. Eso explica que los ocho agentes del CNI viajaran juntos. Y también que tomaran una ruta que no es la habitual. Los veteranos estaban instruyendo a los nuevos. Se trataba de que conocieran itinerarios alternativos. Los pasados jueves y viernes los dedicaron a recorrer la zona de responsabilidad española: Diwaniya, Nayaf, Hilla y Kerbala.
El sábado, durante el desayuno, Martínez explicó al teniente coronel que iban a ir a Bagdad y regresarían para la cena. No le detalló el motivo del viaje, pero es probable que en la capital iraquí contactaran con algunas fuentes, para pasárselas a los sustitutos. Estas fuentes fueron exhaustivamente investigadas por el CNI tras el asesinato del sargento primero José Antonio Bernal, el 9 de octubre en Bagdad, por temor a que alguna de ellas, que Martínez le pasó a Bernal, le hubiera traicionado.
Al contrario de lo acostumbrado, el sábado no viajó con los agentes Ahmed, el intérprete iraquí de Martínez, cuyos servicios utilizaba en entrevistas difíciles, pese a que él hablaba árabe. Se le indicó que se quedara en el cuartel para colaborar en las discusiones con un contratista local. A las 16.30, el destacamento de Nayaf recibió una llamada del centro de operaciones de la brigada Plus Ultra pidiéndole novedades. "Nos preguntaron si estábamos todos. Les dijimos que sí, menos el NCIS [Núcleo del Servicio de Inteligencia]", relata el teniente coronel Gutiérrez. "Insistieron en si sabíamos algo de ellos. Les contestamos que no. 'Ha habido un tiroteo al sur de Bagdad y nos tememos lo peor', fue todo lo que nos dijeron. Buscamos en Internet. Las noticias hablaban de una emboscada a un convoy con españoles. La confirmación de que eran ellos nos llegó a las 18.30, por el general Cardona", relata.
El general Alfredo Cardona, jefe de la brigada Plus Ultra, se encontraba ayer en Nayaf, para una reunión programada antes del crimen. "¿Qué quiere que le diga? Lo hemos sentido muchísimo. No eran personas ajenas, sino unos compañeros. Trabajaban para la seguridad de todos nosotros", dijo.
A las cinco de la tarde, el centenar de soldados destinados en Nayaf rindieron su homenaje a los asesinados: colocaron ramos de flores de plástico -no es posible hallar flores naturales- en la puerta de la habitación del comandante Alberto Martínez y el sargento primero Luis Zanón. El comandante José Luis Uña, compañero de promoción de Martínez, expresaba así su desolación: "No han matado a cualquiera, han matado a los mejores".