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Meterse en la mente de un asesino, ¿cómo se analiza a los criminales?

En La Ventana nos metemos en la mente de los asesinos con Patricia Peiró y con ayuda de Andrés Sotoca, comandante de la Guardia Civil que trabaja en la Sección de Análisis del Comportamiento Delictivo

Meterse en la mente de un asesino, ¿cómo se analiza a los criminales?

Meterse en la mente de un asesino, ¿cómo se analiza a los criminales?

14:40

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Madrid

Existen numerosas series de televisión, en su gran mayoría estadounidenses, que muestran comisarías de policías con equipos dedicados únicamente a conocer al dedillo a los asesinos. Con habilidades casi mágicas, pueden crear un perfil que luego encaja a la perfección con el acusado al que detienen, como en la serie 'Mindhunter'. La realidad dista de la ficción, aunque en este caso no tanto.

En todo el mundo existen equipos de profesionales que se dedican a crear perfiles de asesinos, que intentan acercarse lo máximo posible a leer su mente, saber cómo, pero sobre todo por qué actúan así. Se trata de crear perfiles criminales.

'Mindhunter' en la vida real

Fue precisamente Estados Unidos el pionero en comenzar a analizar a los asesinos para encontrar perfiles comunes entre ellos que pudiesen ayudar en la identificación de futuros culpables de crímenes similares. El FBI empezó en los años 70 a entrevistar a asesinos presos para entender el cómo, el quién y, sobre todo, el porqué.

Entre ellos estaba Ed Kemper, condenado por la muerte de varias estudiantes a las que recogía en su camión cuando trabajaba como transportista. Descubrieron que tenía una relación conflictiva con su madre, a la que también había asesinado.

¿Quién lee la mente a los criminales en España?

En España se trabaja la perfilación criminal desde hace aproximadamente veinte años. Tanto la Guardia Civil como la Policía Nacional tienen grupos dedicados exclusivamente a este fin, lo que se conoce como leer la mente del asesino.

Se trata de equipos formados por psicólogos y criminólogos, que son contactados principalmente en casos de homicidios y secuestros. Además de los datos de la escena del crimen y la autopsia que se realiza al cadáver, estos profesionales analizan otros factores, como el entorno de la víctima y los elementos sociales que rodean al crimen, detalles como el grupo étnico, la edad o los gustos de la víctima o del sospechoso.

También participan en interrogatorios, especialmente aquellos de gran complejidad. Los testimonios que este grupo consigue sacar son los de mayor grado de fiabilidad, algo esencial en una investigación si se pretende evitar acusar o incluso condenar a alguien inocente.

Alguno de los casos en los que trabajan los investigadores terminan copando portadas en los medios, como es el caso del asesinato de Diana Quer, el del niño Gabriel o el caso de Tomás Gimeno, padre que secuestró y presuntamente asesinó a sus dos hijas. Actualmente se encuentra en paradero desconocido, pero las investigaciones, en las que participa esta unidad, apuntan a su suicidio.

Encontrar al asesino, paso a paso

Para conocer con exactitud el procedimiento a seguir en estos casos, se ha asomado a La Ventana Andrés Sotoca, Comandante de la Guardia Civil y miembro de la Sección de Análisis del Comportamiento Delictivo.

Pongamos como ejemplo uno de los casos que investigó esta unidad, algo más alejado del foco mediático. Los datos preliminares son los siguientes: una mujer asesinada en Málaga, con una muerte violenta y golpes en la cabeza, tiene todas sus pertenencias intactas y no le falta nada de valor. ¿Cómo se puede hacer un perfil del asesino cuando aún no se tiene al culpable?

En este caso, ha explicado Sotoca, se fijaron primero en el lugar del crimen: “Esta víctima apareció cerca de su domicilio, en un aparcamiento de tierra, no se le daba mucho uso. Una de las primeras preguntas que hay que hacerse es si ese lugar era frecuentado por la víctima, si formaba parte de su rutina. Y no lo era, ella no pasaba por allí, no aparcaba allí, y eso ya nos va dando pistas”.

“Después nos fijamos en cómo aparece el cuerpo”, ha asegurado. En esta ocasión, la víctima estaba completamente vestida, salvo por su ropa interior. “La pudo quitar el autor o la pudo quitar ella, quizás ella salió precipitadamente de casa, tuvo que huir y allí el agresor le pudo dar alcance, de ahí el golpe en la parte trasera”.

Aquí aparece el siguiente punto de interés, el estado del cuerpo: “Apareció en posición ‘decúbito prono’, bocabajo, tenía unas pequeñas lesiones de arrastre en las manos. Pero ese lugar es donde se habían cometido los hechos, había proyecciones de sangre en la pared junto a la que había aparecido el cadáver”.

“Tenía un traumatismo craneoencefálico severo por golpes repetidos con un objeto contundente en la parte trasera de la cabeza. Por la zona había un palo, una barra de hierro. Un objeto de esas características no suele ser un arma que se porta, como podría ser un arma de fuego. Suele ser un arma de oportunidad”, ha añadido el comandante.

Todos estos datos nos pintan una posible escena: la mujer podría haber tenido que salir apresurada de su domicilio, quizá perseguida por el agresor, que durante una discusión habría encontrado una barra de hierro en el suelo y la habría agredido con ella. La posición del cuerpo también apunta que, probablemente, se trataba de una persona cercana a la víctima.

El perfil encaja

Estos datos son entonces trasladados a los investigadores, que tienen un perfil, una guía a la que agarrarse para buscar al asesino. Es importante, una vez encontrado al culpable, analizar si este retrato psicológico que se había hecho de él se corresponde con la realidad, para detectar posibles fallos en el sistema o procedimiento utilizado.

En este caso, ha explicado Sotoca, todo cuadraba: “Esto no era un caso único, sino que esta persona tenía un patrón en sus relaciones de pareja. En todas sus parejas anteriores habían aparecido episodios de violencia, de control, de acoso. Su última pareja le denunció por violencia de género y detención ilegal, con lo cual esto ya nos encaja con este caso, en el que quizá ella estaba encerrada y tuviera que escapar”.

Existen también bases de datos de criminales en las que, además de sus huellas dactilares y su apariencia física, se graban sus características personales y psicológicas. Así es posible encontrar patrones en similares en ciertos tipos de crímenes, normalmente ocurre en casos de violencia machista.

El trabajo de estos profesionales, ha aclarado Sotoca, no consiste en tener “cualidades o habilidades mágicas, como a veces se da a entender en series de televisión”, sino analizar con cuidado y detalle los hechos para acercarse lo más posible a leer la mente de estos asesinos.

Paula García

Paula García

Redactora en prácticas en La Ventana desde 2021. Previamente en la Agencia Efe en Madrid y Berlín, Alemania....

 
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