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Madrid

El fallecimiento del fiscal del Supremo, Juan Ignacio Campos, es una triste noticia para el mundo de la justicia en España. Campos era un ejemplo de seriedad en el desempeño de su trabajo, una persona alejada de los focos mediáticos que estaba especializado en delitos económicos, uno de los campos más difíciles de investigar en España y de llevar a los tribunales. Lo de menos es que haya dejado inconclusa quizás por pocos días la investigación sobre las actividades el rey emérito, Juan Carlos I, a la espera de los documentos del cierre del caso por la fiscalía suiza. Lo de más es que la fiscalía pierde a uno de sus miembros mas queridos y reconocidos por sus compañeros de oficio. Llevaba 43 años en la carrera fiscal y 16 en el Supremo. Campos fue el fiscal que investigó graves casos de corrupción en la Comunidad Valenciana y en el ayuntamiento de Marbella. Es una pena no tener ya ocasión de oírle explicar pausada y rigurosamente los argumentos del caso más famoso que llevaba ahora entre manos.