El coste y el beneficio
El coste de sus ocurrencias, de sus desafíos, de su desprecio a los datos de la realidad, irrita cada vez más: sobre todo cuando se refiere a sus asuntos personales, sus fiestas en medio de la pandemia, sus gastos atrabiliarios en el apartamento oficial
Madrid
Boris Johnson está desafiando a todas las leyes de la convivencia. El beneficio que debe acarrear una decisión, una inversión o una medida pública, debe ser superior a a su coste. Esta relación coste-beneficio es ley básica de la economía. Y de la política. Y de las relaciones humanas más elementales. Si no media un interés concreto y tangible, ¿por qué mantener el empeño? Este principio de la realidad, del que los británicos han sido maestros inigualables, empieza a amenazar seriamente el mandato de Boris. El coste de sus ocurrencias, de sus desafíos, de su desprecio a los datos de la realidad, irrita cada vez más: sobre todo cuando se refiere a sus asuntos personales, sus fiestas en medio de la pandemia, sus gastos atrabiliarios en el apartamento oficial. Irrita incluso a los suyos. Incluso a quienes le deben su protagonismo. Su cargo. Y su sueldo. Eso solo sucede cuando se rompe el misterio de la atracción, de la admiración subyugada, del amor. La admiración ilimitada choca en algún momento con la mentira sistémica. ¿En qué momento? No en uno cualquiera. Solo en aquel en que uno se percata de que la persona idolatrada no solo no te dice la verdad. Sino que se mofa de ti. Es entonces cuando quiebra la confianza. Y cuando el divorcio es solo cuestión de tiempo.
![Xavier Vidal-Folch](https://s3.amazonaws.com/arc-authors/prisaradio/f7168c26-a49a-4d73-9ec3-792aee7f62bf.png)
Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...