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'No mires arriba', la sátira política sobre el fin del mundo

Leonardo DiCaprio y Meryl Streep protagonizan una de las comedias del año, una crítica a los negacionistas y a los medios de comunicación dirigida por Adam McKay que produce Netflix

Meryl Streep, en 'No mires arriba' / NETFLIX

Madrid

Hay un humor capaz de desactivar el mensaje político, de desnudarlo, de romper la intensidad y de devolverlo a la calle. Hay otro humor, sin embargo, que refuerza el mensaje, que es cómplice del poder, del statu quo y que, como en El Gatopardo, permite soltar una risa para que nada cambia. Las comedias de Adam McKay se sitúan claramente en el primer grupo. El guionista, curtido en el Saturday Night Live y en la comedia gamberra, entró en campaña electoral en 2015 con La gran estafa.

En Estados Unidos había mucha gente enfadada con haber tenido que pagar el pato de la crisis de las hipotecas basura, del colapso de Wall Street, del paro y demás violencias sistémicas. El cine dio grandísimas películas sobre aquello, como en su día lo hizo sobre la Gran Depresión. Su comedia dio en el clavo de estafa y ganó un Oscar a mejor guion. McKay fue a más. Entró todavía más en política. Decidió hacer una sátira brutal de la Guerra de Irak o, más bien, de la corrupción y de los cohechos que hubo detrás de la decisión de invadir un país que no había tenido nada que ver con el 11 de Septiembre. Dick Cheney fue el hombre que quedó ridiculizado para siempre en el cine.

En No mires arriba, su nuevo estreno, lo que hace es satirizar la política actual. Su toma de decisiones, sus relaciones con el dinero, con el poder; pero sobre todo la peligrosidad de los medios de comunicación convertidos en máquinas de producir fake news y de evitar cualquier tema agorero. No gustan los discursos catastrofistas. Nadie quiere que le digan que no coma un chuletón. Nadie quiere saber lo que hará la contaminación con nuestros pulmones. Todos queremos tomar cañas en libertad. Lo cierto es que Ayuso podría ser un personaje más de esta sátira que muestra cómo actuaría la política frente al fin del mundo. Dos científicos descubren que un meteorito acabará con el planeta salvo que se actúe pronto, pero los plazos de la política no atienden a razones científicas, ni en la ficción ni en la realidad.

Parodiando la fotografía y la estética de las películas de catástrofes, especialmente Armagedón, McKay despoja de heroísmo a sus personajes y los sitúa en un mundo hostil y lleno de tonterías. Es un retrato de lo ordinario de la política. Aquello que el francés George Perec llamaba lo «infraordinario».

Cantantes famosas que recaudan fondos para una buena causa que no saben ni lo que es. Científicos sosos que se enganchan al poder que da salir en televisión. Presentadoras de magacines televisivos que se creen las reinas de las mañanas y son un auténtico peligro político y social. Jefes de gabinete que no necesitan guardar piezas de ajedrez en sus bolsillos, presidentas que juegan al espectáculo y que venden todo lo público a sus amigos empresarios. Emprendedores hechos a sí mismos que donan cosas a lo público mientras ganan el doble aprovechándose de sus amistades. No es un retrato de España, pero se le parece.

Meryl Streep demuestra su sentido del humor devolviéndole a Trump los insultos que recibió. Imita a un presidente mediático, superficial, rico y un peligro en caso de desastre. Lo vimos durante la pandemia, alusión que se hace recurrente durante todo el metraje. No mires arriba es una película contra el cambio climático, contra los negacionistas, pero también habla de lo vivido estos años. De los bulos, de la falta de compromiso... Lo hace con el humor porque es la mejor herramienta para entender las cosas, para romper el discurso oficial y para combatir el ruido que tenemos ahora.

Si miramos más profundamente, detrás de gags y parodias, Adam McKay está diseñando en sus tres últimas películas un retrato del apocalipsis capitalista. Esto es básicamente un retrato de lo que el dinero y la obsesión por la riqueza causa de los grandes males de la sociedad americana, y por ende del mundo mundial, en las últimas décadas. La avaricia fue la clave de la crisis económica que dio lugar a La gran estafa. La avaricia movió a Dick Cheney a poner patas arriba la geopolítica mundial. La avaricia mueve al personaje de Meryl Streep -la presidenta-, de Jonah Hill -el jefe de gabinete- y a Mark Rylance -el empresario guay- a no hacer nada contra el meteorito porque su impacto podría hacerles todavía más ricos.

El humor hace que aquello que parece que conocemos cobre una dimensión distinta. Esas situaciones cotidianas son en realidad grandes lecciones sobre la condición humana. Mckay, productor de una de las series del año, Succession, usa la comedia para comprender lo humano, como dice el crítico Jordi Costa, para disolver las fronteras que dividen la sociedad.

'No mires arriba', la mejor sátira política para el fin del mundo

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Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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