Señor frío, no me haga daño
Un jersey es moda, pero también superstición, y, naturalmente, estrategia. Cuando te enfundas uno le estás diciendo al frío: «Apártate, payaso»
Galicia
Quizá el frío sea el hecho más real que existe. Con Dios puede haber dudas, o con los fantasmas, pero con el frío no: existe absolutamente. Nadie puede negarlo. El día que llega se te mete dentro, como las manías, y dice «aquí mando yo». Es el antihéroe perfecto: violento, arisco, excitable. Da miedo. A veces todo lo que consigues replicar es «Señor Frío, no me haga daño». La clemencia no es su mejor cualidad. Los primeros días, cuando aparece como un vaticinio en el mapa del tiempo, y a las pocas horas, al salir del portal, te golpea en la calle, temes que te destruya. Pero entonces entra en escena su gran rival: el jersey. En el momento que te pones el primero de la temporada, y dejas atrás la liviandad de las mangas de camisa, las fuerzas se igualan. Pierdes el miedo. La vida es así: te declaran la guerra y te defiendes. Un jersey es moda, pero también superstición, y, naturalmente, estrategia. Cuando te enfundas uno le estás diciendo al frío: «Apártate, payaso». Un jersey nunca bromea. Siempre habla en serio. Es capaz de demostrar que el frío es solo una historia de fantasmas, en los que, por supuesto, tú ya no crees.