Pacificar el Magreb
¿Nos afectará más la creciente tensión entre Argelia y Marruecos? Cada nuevo episodio acarrea un rebote para España, blanco posible de todas las frustraciones
Madrid
¿Nos afectará más la creciente tensión entre Argelia y Marruecos? Cada nuevo episodio acarrea un rebote para España, blanco posible de todas las frustraciones. Porque este país no solo depende en gran medida del gas argelino, sino que el comercio bilateral con la república supera al que mantenemos con toda Latinoamérica. Y porque Marruecos tiene la llave de poner algo de orden y concierto en los flujos migratorios hacia el Norte. Por ambas razones, el litigio genera un segundo rebote, energético y migratorio, en Europa. ¿Tiene salida esa tensión? Pues claro que la tiene, como todo conflicto, pero es muy difícil. Porque arranca de poco después de la independencia de Argelia, cuando en 1963 ambos nuevos países magrebíes disputan por la frontera territorial trazada por la ex-potencia colonial, Francia. Porque los recelos entre el reino atlantista y la república cercana al área soviética persisten como un mal legado de la guerra fría. Y porque tras años de incumplirse las resoluciones de la ONU sobre el Sáhara occidental, Donald Trump elevó el incumplimiento a doctrina de la superpotencia. Vigorizó al reino alauita bendiciéndole derechos sobre el Sáhara a cambio de que reconociese a Israel. Poco se puede esperar pues ni de Washington, ni de Moscú, más replegada sobre sí misma. Y España sola. O Francia sola, no bastan. La salida debe propiciarla la Unión Europea. Sobre la base de conjugar principios e intereses mediante el diálogo. Tiene instrumentos para presionar en pro de un buen final.
Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...