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El más duro entre los duros

El tres de noviembre se cumple el centenario del nacimiento de Charles Bronson, el actor de títulos como La gran evasión, Los siete magníficos, Hasta que llegó su hora o El Luchador.

Charles Bronson / AFP

Charles Bronson

Valladolid

Él mismo lo reconocía. Sus facciones secas y duras, acompañadas siempre de gestos taciturnos marcaban su personalidad cinematográfica. Charles Bronson tenía un físico fuerte y el cuerpo lleno de cicatrices, muchas de ellas producto de sus rodajes, pero también de la vida dura que le tocó llevar antes de convertirse en estrella de cine.

Charles Buchinsky, que así se llamaba en realidad, nació el 3 de noviembre de 1921 en Pensilvania. Era hijo de una familia de emigrantes lituanos. Fue el único de sus quince hermanos que terminó los estudios en el colegio, pero como todos ellos tuvo que trabajar también en las minas de carbón. Y fue trabajando como minero como desarrolló su físico poderoso. “Mi padre era minero y todos mis hermanos y yo también lo fuimos. Estuve casi seis años trabajando en la mina. Era un trabajo duro y mal pagado. Te pagaban al peso según el carbón que sacabas, y a veces resultaba muy frustrante, pero tenías que mantener a la familia”, recordaba.

Charles Bronson en La gran Evasión

Charles Bronson en La gran Evasión / Agencias

Charles Bronson en La gran Evasión

Charles Bronson en La gran Evasión / Agencias

Tras combatir como soldado en la Segunda Guerra Mundial estudió arte dramático y comenzó a trabajar en el cine a comienzos de la década de los 50. Su físico hizo que en muchas de sus primeras películas interpretara a boxeadores, matones y también a personajes étnicos, incluso orientales. No en vano el actor tenía sangre mongol en sus venas y se consideraba descendiente del mismísimo Gengis Kan.

También solía hacer de indio, como en la película Yuma de Samuel Fuller. Papeles de nativo americano que él también achacaba a su sangre mongol. “Los mongoles y los indios están emparentados. Se supone que ellos llegaron a Siberia a través de Alaska”, decía.

Un día de 1954, al salir de los estudios de la Paramount, su agente le comunicó que el Comité de Actividades Antiamericanas del senador McCarthy iba investigarle debido a su apellido ruso. El actor miró el letrero de la calle en la que estaba, Bronson Avenue, y eligió su nombre artístico en ese mismo momento.

Tras participar en muchas películas, casi siempre con pequeños papeles secundarios, en 1960 le llegó su gran oportunidad cuando el director John Sturges le eligió como uno de los pistoleros que formaban Los siete magníficos. Y gracias al éxito de Los siete magníficos se convirtió en un habitual de las grandes producciones de aquellos años. Fue por ejemplo el prisionero excava túneles de La gran evasión o uno de los comandos de Doce del patíbulo. En 1969 Sergio Leone le dio el que muchos consideran el mejor papel de su carrera, el de Armónica, el silencioso pistolero de Hasta que llegó su hora.

Charles Bronson en Hasta que llegó su hora

Charles Bronson en Hasta que llegó su hora / Agencias

Charles Bronson en Hasta que llegó su hora

Charles Bronson en Hasta que llegó su hora / Agencias

Charles Bronson era en la vida real un tipo parco en palabras, solitario e introvertido, como muchos de sus personajes. No le gustaba la parte pública de su oficio. No acudía a actos sociales, y pocas veces concedía entrevistas a la prensa.

El éxito de Hasta que llegó su hora le convirtió en una estrella internacional y, a partir de entonces, trabajó indistintamente en Estados Unidos y en Europa. Dejó los papeles secundarios para convertirse en protagonista. El de Bronson es uno de los casos más tardíos de estrellato de la historia del cine americano ya que no fue considerado como tal hasta ya sobrepasados los 50 años.

La década de los 70 marca la mejor etapa de su carrera. Siguió rodando westerns como Chato el apache o Sol rojo, en la que hacía de bandolero. En Fríamente, sin motivos personales daba vida a un asesino a sueldo. Y logró otro de sus mejores trabajos en El luchador, la película que Walter Hill dirigió en 1975 y en donde interpretaba a un luchador callejero durante la época de la gran depresión americana.

Pero, sin duda, el personaje que le dio más fama fue el de Paul Kersey, el vengador que masacraba delincuentes en El justiciero de la ciudad. Un hombre tranquilo al que unos matones asesinan a su mujer y violan a su hija y que, ante la falta de respuesta de la policía, decide tomarse la justicia por su mano, convirtiéndose a partir de entonces en una especie de ángel vengador que va exterminando delincuentes y pandilleros.

El éxito de su personaje daría pie a una saga de cinco películas: El justiciero de la noche, Yo soy la justicia, Venganza personal… Un personaje de lo más reaccionario y violento que sin embargo conectó muy bien con el público. La película no solo fue en un éxito de taquilla sino en uno de los títulos favoritos de los primeros años de los videoclubs.

Charles Bronson en Yo soy la justicia

Charles Bronson en Yo soy la justicia / Agencias

Charles Bronson en Yo soy la justicia

Charles Bronson en Yo soy la justicia / Agencias

Además de las películas de la saga del justiciero, Bronson rodó otros muchos thrillers que le situaron como uno de los grandes héroes de acción también en los 80. Lo que no sabía el público es que por entonces el actor vivía en la vida real un auténtico calvario. En 1984 le diagnosticaron cáncer de mama a la que fue el gran amor de su vida, su segunda esposa, la actriz Jill Ireland, con la que durante años formó una pareja feliz, trabajando juntos en quince películas. Bronson sufrió con ella todos los años de quimioterapia sin separarse de su lado hasta que Jill falleció en 1990. El actor quedó tan destrozado que estuvo dos años retirado del cine.

Tras la muerte de su esposa Bronson apenas rodaría unas pocas películas más. Una de las mejores fue Extraño vínculo de sangre, la primera película como director de Sean Penn y en la que Bronson pudo demostrar que no era un actor de un único registro.

En los últimos años de su vida el actor se vio afectado por la enfermedad de Alzheimer. Aunque seguía trabajando en el cine y la televisión cada vez tenía más problemas. Murió el 30 de agosto de 2003 a los 81 años como consecuencia de una neumonía. Sin embargo, su influencia aún puede percibirse hoy en día. El nombre de Charles Bronson se ha convertido en sinónimo de tipo duro. Quentin Tarantino le nombra siempre como uno de sus grandes ídolos y personajes como los que interpretan en la actualidad Liam Neeson o Jason Statham tienen un sabor muy parecido a los de Bronson. Y las nuevas generaciones le han descubierto a través del DVD y las plataformas televisivas.

Nunca fue nominado al Oscar, ni ganó premios en festivales y jamás aparece en la lista de los mejores actores, pero algo tendría Charles Bronson para que cien años después de su nacimiento aún le sigamos recordando.

Elio Castro

Elio Castro

Licenciado en Historia del Arte y Máster en periodismo por la Universidad Autónoma/El País. Periodista...

 
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