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Afganistán

"De repente te das cuenta de que estás metiendo prisa a un niño con quemaduras para evacuar cuanto antes"

Hablamos con los militares españoles que participaron en la evacuación del aeropuerto de Kabul hace dos meses

"De repente te das cuenta de que estás metiendo prisa a un niño con quemaduras para evacuar cuanto antes"

"De repente te das cuenta de que estás metiendo prisa a un niño con quemaduras para evacuar cuanto antes"

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Madrid

A finales de agosto, el mundo entero miraba a Afganistán: los talibanes recuperaban el control del país, tomaban la capital, Kabul, y sólo existía un único sitio, el aeropuerto de la ciudad, libre de los radicales. Desde allí se llevó a cabo la evacuación internacional.

España, en una misión de emergencia, fletó 17 vuelos y consiguió evacuar a más de 2.000 personas, entre españoles y ciudadanos afganos que habían colaborado con nuestro país. Lo hicieron posible militares del ejército de tierra y del aire. Un equipo de 'Hora 25' ha viajado a las bases militares de Alicante y de Zaragoza para escuchar la experiencia que vivieron seis de ellos en medio del caos y la tensión que se apoderó de Kabul aquellos días. Forman parte del mando de operaciones especiales (los soldados Cachorro, Frigo y Ghandi, como se hacen llamar en las misiones), y del Ejército del Aire (los militares Paniagua, Caamaño y González Sampedro).

"En cuanto vimos en los medios lo que estaba pasando en Afganistán, nos prealertaron porque cabía la posibilidad de que nos activaran para ir. Desde que nos avisaron, en seis horas estabamos preparados para salir", ha explicado uno de ellos cuando recordaba aquel momento.

Todos hablan de la formación que reciben para enfrentarse a este tipo de misiones. Lo que se necesita para poder aguantar la presión y la responsabilidad que requieren momentos así, es un entrenamiento: "Nuestro trabajo es estar entrenados para hacer estas misiones. Es muy mala técnica pensar qué te puede pasar, porque entonces, no avanzas".

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La tensión bajo la que trabajan les impide analizar el peligro que están pasando. Son conscientes, cuentan, una vez están de vuelta a su casa: "Es cuando vuelves cuando te das cuenta de los días que has estado sin ellos, cuando te das cuenta de lo que te ha faltado. Cuando vuelves y ves a tu hija, piensas que has estado en una zona donde ha habido un riesgo de atentado, y que si te pasa algo le vas a faltar. Pero lo piensas una vez estás en tu casa, en el momeno en el que estás no, porque si no, seguramente, no lo haríamos".

Se desplegaron en un escenario que recuerdan caótico. Las fuerzas especiales estaban en primera línea, en el acceso al aeropuerto. Ese era el primer control: quién tiene papeles para entrar, quién no. Y dentro del recinto, otra unidad más, en un segundo control para revisar quién sube al avión. "No da tiempo a pensar, te lo guardas dentro y te lo llevas a casa. Y recordabas: he estado metiéndole prisa a un niño que tenía quemaduras en los pies. Y les estaba metiendo prisa porque tenía que sacarlos rápido, embarcarlos rápido... pero en el momento, en ese momento tienes que centrarte en el trabajo. Teníamos una hora en el suelo en kabul y detrás venía otro avión. Llega un momento en el que tienes que despersonalizar, el refugiado se convierte en un número, y luego eso te lo llevas al hotel dentro. Hay gente con mucha experiencia que cuando vuelve al hotel, se viene abajo".

Cuando recuerdan la misión, cada uno vuelve a una imagen concreta, a las historias que trae cada ciudadano a sus espaldas. "Un día tuve a una niña de 15 días encima, sonriendo. No estaba en ese ambiente, evidentemente no se daba cuenta de lo que estaba pasando, pero en un ambiente desolador, esa risa daba esperanza y alegría a todos los demás". "Yo ayudé a bajar a un anciano del avión, y no paraba de darme las gracias. La expresión que tenía de haberlo perdido todo, de no saber donde estaba, de creer que ya estaba en España. Y le decías que no, que tenía que subir a otro avión. Pero aun así él no paraba de darnos las gracias. No había problemas de lenguaje, nos entendíamos perfectamente". Otro de ellos, contaba cómo se acordaba de su mujer, que estaba embarazada, cuando veía a mujeres embarazadas allí: "Sentí empatía al verlas a ellas, hasta arriba de aguas fecales, sin un médico ni una situacion favorable... Compararlo con lo que tenemos aquí te hace ver la realidad".

El momento en el que se cierran las puertas del avión todo cambia: Para los afganos que abandonan su país, a los que, según relatan los militares, les cambiaba la cara en cuanto despega el avión, y también para los miembros del ejército que saben que la misión ha concluido.

Claudia Platero

Claudia Platero

Redactora en Hora 25. Graduada en Periodismo.

 
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