El spaghetti western antifascista llega a Venecia con el documental 'Django Django'
Quentin Tarantino pone voz en el documental sobre el director italiano Sergio Corbucci, a quien rindió homenaje en Django desencadenado, y lo hace en el documental del italiano Luca Rea que se proyecta este miércoles fuera de concurso en la Mostra de Venecia
Venecia
Sergio Corbucci es, según Quentin Tarantino el segundo mejor director de wésterns italianos. Lo ha dejado claro en su última película Érase una vez en Hollywood y en los múltiples homenajes que el director americano ha realizado en películas anteriores, el más evidente es, sin duda, el de Django desencadenado, al tomar el nombre de una de las películas más icónicas de Corbucci.
Por eso Tarantino es la figura central de Django y Django, un documental italiano, que dirige Luca Rea sobre la figura de Corbucci, sobre el spaghetti western y sobre el cine popular de aquella época, que ha hecho las delicias de los cinéfilos aquí en el Festival de Venecia.
Material inédito de la época, testimonios y reconstrucciones utilizados para presentar una época única en el cine. Con testimonios de Franco Nero (actor favorito de Corbucci) y Ruggero Deodato (asistente de dirección en 'Django'), con películas inéditas de Super 8, realizadas en los platós de las películas del director romano y con imágenes de los años en los que el cine italiano supo hablar al mundo. Y con animaciones que reconstruyen un clima, un espíritu, una forma de vivir y concebir el cine. Lo cierto es que la película conjuga a la perfección todos esos elementos con el carisma, la emoción y la hiperactividad del que es el personaje protagonista: el propio Tarantino.
Después de Malditos Bastardos, el cineasta americano se puso a escribir un libro sobre Corbucci, que todavía no ha terminado. Es un enamorado de su cine, que ha copiado o ha homenajeado en cada uno de sus trabajos. De hecho, la lucha antifascista -presente en todo el cine del italiano- es el late motiv del filme protagonizado por Brad Pitt. Pero hay más. "El gran silencio, de Corbucci fue un wéstern hecho en la nieve, pues bien, ahí tenemos Los odiosos ocho, un remake de Tarantino hecho sobre la nieve", decía el actor Franco Nero, uno de los emblemas del spaghetti western, en la rueda de prensa del Festival.
Franco Nero recuerda que era jovencísimo cuando empezó a trabajar con Corbucci y que no era consciente de la importancia política de sus películas, uno de los análisis fundamentales de este documental. "Lo he descubierto luego", explicaba el actor que debutó con Corbucci a los 24 años y luego dio el salto a América. "En Mercenarios y Compañeros empecé a entender, vi cual había sido su historia personal, que combatió siempre el fascismo y que todas sus películas eran políticas", explicaba.
El padre de Sergio Corbucci era policía fascista, pero cuando llegaba a casa escondía el uniforme avergonzado. Los malos de su cine empezaron a ser alemanes, fascistas, blancos. Los buenos, los oprimidos por el fascismo y el racismo. Cuenta el documental que Corbucci, de niño, cantaba en un coro fascista y hasta actuó delante de Mussolini y Hitler en una visita de ambos dictadores en Roma.
"En Django los opresores son los mexicanos. En Mercenarios, polacos. No existe un héroe como tal, porque el héroe esta cautivo", reflexiona Franco Nero que agradecía al director haberle dado su primera oportunidad para lograr ser conocido en todo el mundo. Esa lectura política, de alguna manera, también la toma el propio Tarantino. Ya hemos visto lo de Malditos bastardos y el fascismo, pero en Django desencadenado, por ejemplo, los oprimidos son los afroamericanos, en una correlación con los mexicanos del filme original. "Tarantino es lo importante del documental, yo aporto una cosa marginal, pero Quentin es importante. Ha estudiado mucho a Corbucci y hasta me ha estudiado a mí. Cuando lo conocí se sabía todo de mis películas y de mi carrera. Lo aprendió trabajando en un videoclub y no puedes pillarle en nada, todo te lo responde sobre el cine", decía Franco Nero.
En sus historias, como El gran silencio (1963), con Jean-Louis Trintignant y Klaus Kinski, o Joe, el implacable (1966), con Burt Reynolds, o Django, los únicos buenos eran los oprimidos, casi siempre mexicanos, hostigados por criminales o sectas racistas. Hasta que llegaba alguien a liberarlos. A la hora de grabar, una de las barreras era el idioma. Mientras que Leone tenía a Clint Eastwood para su Trilogía del Dólar, Corbucci contrataba a actores que hablaban poco inglés o lo hacían con acento. Franco Nero por ejemplo hacía de polaco en Salario para matar (1968) o de sueco en Vamos a matar compañeros (1970) y a Trintignant ni siquiera le dejó hablar en El gran silencio, hacía de mudo, como se cuenta en el documental.
Django, Django es un homenaje a Corbucci, pero sobre todo al cine y a un tipo de cineasta valiente, divertido, desacomplejado y combativo. Que supo conectar con el público, ser amigo de sus competidores. De hecho, se cuenta la relación fantástica que mantenía con Sergio Leone, el gran exponente del género en la época. Que hizo personajes femeninos que empezaban a alejarse de los arquetipos del género. Y que disfrutó con la violencia. Orejas que se cortaban. "Más sangre", le vemos decir en una de las escenas, un making off de uno de los rodajes.
Nero recuerda aquellos rodajes en los que Corbucci, dotado de un inigualable olfato comercial, cada día antes de empezar le preguntaba: "Franco, ¿cuántos matamos hoy? ¿50? ¿30?". El resultado: éxito en taquilla.
"De Rossellini aprendí la estructura, de Corbucci, la crueldad", dice Ruggero Deodato, asistente del director. Esa crueldad es, como no podía ser de otra manera, otra de las conexiones con Tarantino, quien ha desechado la idea de acabar ese libro sobre el director italiano. "Si no se publica será un pecado", decía el director. "Pero creo que ha decidido dejarlo y que de alguna manera lo que hace en el documental es continuar con esa investigación. Él nos mandaba sus apuntes, nosotros los nuestros, y lo que ha hecho con este documental es transformar su libro en un audiolibro. Lo bueno de Tarantino es que su acercamiento al cine del pasado es sano, no nostálgico y eso es lo mejor que puede pasar".
"Es lo mismo que Godard hizo con Belmondo y Humphrey Bogart", explica el guionista del documental Steve Della Casa. Se refiere a la icónica escena que en estos días, tras la muerte del actor francés, muchos hemos revisitado. En Al final de la escapada, aparece Belmondo con su aspecto pícaro, llega a un cine y se queda clavado delante de un cartel donde sale Boggart. Frente al actor de Hollywood empieza a imitar sus ademanes y se pasa el dedo por sus labios carnosos. "Era una manera moderna de homenajear el cine. Eso es lo que hace una y otra vez Tarantino con Corbucci", añade el guionista.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...