La metáfora contra el chavismo con la que Lorenzo Vigas quiere su segundo León de Oro
El director venezolano Lorenzo Vigas presenta 'La Caja', una película sobre la explotación laboral en México y sobre la ausencia del padre
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Hernan Mendoza, director Lorenzo Vigas and Hatzin Navarrete attend the photocall of "La Caja" during the 78th Venice International Film Festival on September 06, 2021 in Venice, Italy / John Phillips (Getty Images)
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Lorenzo Vigas es el primer director latinoamericano que ha ganado el León de Oro en Venecia. Lo hizo con Desde allá, un retrato de la paternidad, el patriarcado y el machismo de su país. Ahora ha trasladado su cámara al norte de México, país en el que vive desde hace años, para ahondar en ese tema de la ausencia del padre, la violencia y la masculinidad en La caja, una película rotunda con la que podría ganar de nuevo aquí en el Festival de Venecia.
Todo el filme, producido por Michel Franco, director que este año también ha presentado película como director en Venecia, se sustenta en la ausencia de la figura paterna y en las consecuencias de ese vacío. Una metáfora redonda del país o, mejor, del continente, donde la ausencia de un buen gobernante ha generado monstruos.
"Es un continente donde es muy común que los niños sean criados por las madres y los hombres no estén en casa. Hay muchas consecuencias de eso. Gente que se enamora de personajes como Hugo Chávez, Perón u otros. Hay que reemplazar la figura del padre que no está en casa. Reemplazar la autoridad. La voz de la experiencia", respondía al inicio de la rueda de prensa Lorenzo Vigas.
Un chaval acude al norte de México a buscar los restos de su padre, aparecido en una gran fosa común. Cuando vuelve cree ver a su progenitor con vida y le persigue. Es una especie de capataz de maquiladoras, un tipo fábrica que funciona sin tener que pagar impuestos en la materia prima y que exportan a Estados Unidos con aranceles mucho más bajos. La fascinación por la figura paterna, por ser querido y por encajar en ese mundo, convirtiendo a ese chico en otra persona, capaz de cualquier cosa.
Vigas cuenta esta historia con planos que evidencian la pequeñez humana en la inmensidad de un paisaje árido, feo e industrial. Sin nada fértil para sus habitantes. Y con escenas cotidianas que cuentan en sí mismas el funcionamiento de un país y de un sistema capitalista generador de explotación, desigualdad y violencia. "Hay también fábricas que funcionan bien", decía Vigas. Lo cierto es que los trabajadores son engañados, llevados de distintos lugares del país. Duermen ahí, comen cualquier cosa y trabajan más de 12 horas sin ningún tipo de salubridad laboral. Muchos desaparecen.
La Caja no pone en el acento en gobiernos, en grandes empresarios, sino en puestos intermedios, que quieren ascender, ganar más y no miran más allá. Como el protagonista de la historia, un tipo perfectamente reconocible en nuestra sociedad, hemos visto a muchos como él, y brutalmente interpretado por el actor mexicano Hernán Mendoza. La banalidad del mal, que apuntaba Hannah Arendt, es aplicable a ese sistema burocrático donde nadie se plantea si lo que hace está bien o mal, solo lo hacen porque es su función. "Es un pequeño engranaje de un gran sistema, que es más grande que los personajes, que no vemos. Solo es alguien que trata de encajar y salir adelante. Hace muchas cosas que le puedes reprochar , pero solo es una parte de un gran sistema", defendía al personaje el director que reconocía que la esclavitud era algo común en el país en el que vive.
El director coge del documental, género con el que empezó en el cine, esa distancia del realizador con sus personajes y con los temas escabrosos e infames. La violencia, las desapariciones y el terror están fuera de campo. Detrás de la pantalla. Sin apenas banda sonora y sin adornos narrativos, el drama se vive en silencio, sin aspavientos, casi como acostumbrados a esa rutina malévola, una situación de hastío que es la que padece la sociedad mexicana.
La caja, igual que Desde allá, transita también por los significados y peligros de la masculinidad. Con sutileza, Vigas cuenta cómo se construye. Un niño en el paso a la adolescencia que tiene que lidiar con la masculinidad y que se topa con una figura que cree idílica de su padre, y que presenta una determinada masculinidad tóxica. "A veces lo que no tenemos es más importante que lo que tenemos", explicaba Vigas sobre las ausencias de buenas figuras masculinas o paternas en la sociedad latinoamericana.