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Afganistán, historia de un fracaso internacional

La reconquista talibán representa el fiasco de una operación internacional liderada por Estados Unidos hace veinte años. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

La reconquista talibán

La reconquista talibán

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Estados Unidos puso fin la madrugada del 31 de agosto a su misión en Afganistán con la salida de Kabul de los últimos aviones y tropas que mantenía en el país en el límite que habían fijado con los talibanes.

Su retirada ha terminado con veinte años de guerra iniciada tras los atentados del 11 de septiembre bajo la operación que llamaron Libertad Duradera con la promesa de llevar paz y democracia al pueblo afgano.

Pero el sistema que prometió ha colapsado en cuestión de días, y Estados Unidos ha dejado atrás conflictos internos y la misma población empobrecida ahora bajo un régimen talibán, una teocracia implacable en la que rige la Sharia, la interpretación más extrema del Corán.

Nadie esperaba que la toma del poder talibán fuera tan rápida. El propio embajador del Gobierno afgano confiaba apenas cinco días antes de su entrada en Kabul en que “las fuerzas nacionales estaban trabajando muy duro en primera línea comprometidas con defender a su gente”.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Estados Unidos jugó un importante papel en el origen de los Talibán. Combatieron junto a ellos, entonces guerrilleros locales que resistieron durante años la invasión soviética, y les proporcionaron armamento y dinero. Así lograron conquistar Kabul en 1996 imponiendo en el país un régimen integrista islámico.

En estos últimos veinte años los Talibán han pasado por varias fases, como explica Lluis Miquel Hurtado, el periodista que ha estado informando de la reconquista talibán en la Cadena SER. Antes de ser derrocados, en 2001 pidieron un pacto de rendición para compartir el poder que les fue negado por EEUU.

Luego casi desaparecieron de Afganistán, pero se hicieron fuertes en el vecino Pakistán, “su verdadero patrocinador todos estos años”. Los Talibán pasaron años establecidos en zonas rurales gracias a sus acuerdos con los clanes presentes.

“Respaldo de grupos terroristas internacionales”

En una entrevista para Punto de Fuga desde su residencia oficial, Humayoon Rasaw, embajador de Afganistán en España, acusa a “países extranjeros” de apoyar a los Talibán en los “ataques brutales y bárbaros contra las ciudades afganas” que iniciaron tras el anuncio de la retirada de las tropas internacionales.

“Desgraciadamente algunos de nuestros países vecinos han estado dando apoyo a los talibanes. Pienso en Pakistán, un país al que agradecemos a sus gentes que acogieran a los refugiados afganos, pero desgraciadamente hay personas dentro del Gobierno de Pakistán que ayudan a los talibanes, y ahora ellos están cometiendo sus crímenes”, critica Rasaw.

El embajador ha denunciado asesinatos a inocentes y violaciones de los derechos humanos de los Talibán, especialmente contra las mujeres, en los territorios que han ocupado. “Hay algunas facciones fundamentalistas de Pakistán que están luchando codo con codo con los Talibán, destruyen las infraestructuras que hemos levantado con los impuestos de los afganos y el dinero de las fuerzas internacionales, pero el Gobierno de Pakistán sigue apoyando abiertamente a los Talibán y nunca ha roto lazos con las organizaciones terroristas como Al Qaeda, así que en realidad nos estamos enfrentando a los talibanes, pero con el respaldo de muchos grupos terroristas internacionales”.

Sobre la preparación de las tropas afganas para combatirlos, Rasaw asegura que lo único que les ha fallado ha sido el “insuficiente apoyo aéreo a las tropas por parte de las fuerzas internacionales durante su retirada”. En ese momento, dice, entraron 10.000 terroristas a Afganistán y otros 15.000 están de camino.

Humayoon Rasaw explica que los talibanes utilizan a la población civil como escudos humanos, lo que limita las opciones de las tropas gubernamentales, que “no pueden enfrentarse a ellos y matar a su propia gente”. Así explica que las tropas hayan abandonado algunas áreas para centrarse en la defensa de grandes ciudades y las principales rutas comerciales.

Pese a todo, agradece la alianza estratégica que supone Estados Unidos para Afganistán y su apoyo financiero.

Los “infieles” colaboradores de las tropas occidentales

2021 se ha convertido en el año más sangriento en Afganistán desde que hay registros, según Naciones Unidas, y todavía se espera que empeore con la represión talibán que empiezan a mostrar los muyahidines en las ejecuciones públicas que realizan a personas como Mustafá que colaboraron con las tropas extranjeras.

Estaban totalmente integrados en las misiones. “Fuimos como soldados sin armas”, explica Mustafá, intérprete de las tropas españolas durante casi una década. Y por eso, en opinión de los insurgentes “somos todos iguales, peores que las tropas extranjeras, porque dicen que somos infieles”.

Con la retirada de las tropas internacionales de Afganistán, los colaboradores como Mustafá se han encontrado en una situación crítica. Mustafá cuenta que los países de la OTAN se llevaron al medio centenar de intérpretes que trabajaron con ellos porque “saben que van a matar, a ellos y a sus familias”. Por eso no entiende que fuera tan difícil que los evacuaran a España.

Mustafá asegura que los Talibán tienen un servicio de inteligencia, lo que les permitió matar a doscientas personas nada más entrar en Kandahar. Tenían una lista con los nombres de esas personas del Gobierno y colaboradores con el extranjero.

El intérprete teme estar en esas listas y ha intentado desde 2014 solicitar asilo en España, pero todavía sigue esperando una respuesta. Mustafá fue finalmente evacuado a España por las tropas españolas durante el proceso de retirada de Afganistán.

Corrupción generalizada

Los periodistas que han cubierto durante años la guerra de Afganistán estaban convencidos de que el ejército afgano no iba a ser capaz de contener la ofensiva talibán. Entre otros motivos, opina Gervasio Sánchez, por la corrupción generalizada permitida por la comunidad internacional.

En palabras de Amador Guallar, la corrupción ha llegado a crear una administración paralela en el país. Pero además han fallado los “malos líderes, dejar que la Constitución de 2004 sea papel mojado y los fallos en la implementación de las estrategias sobre educación e igualdad”.

El sistema democrático afgano, aunque joven y débil, explica Guallar, es la única posibilidad de construir la defensa de las libertades de la población afgana que morirán “bajo una teocracia a la que no le asusta matar y esclavizar a todos los que no creen en ella”.

Pese a todo, los últimos veinte años se han logrado muchos avances en Afganistán. El embajador en España, Humayoon Rasaw, recuerda que en 2001 “había menos de un millón de estudiantes en las escuelas y todos eran niños”, mientras que actualmente más de 7 millones de niños están escolarizados y el 40% son niñas. Además, el 25% del Parlamento afgano está representado por mujeres, que han ganado visibilidad en la sociedad civil.

Ayuda humanitaria y el yugo de las mujeres

Rasaw lamenta, sin embargo, que tras los últimos meses de combates hay unos 240.000 desplazados y la crisis se ha agudizado con la pandemia, haciendo más necesaria la ayuda humanitaria. Rasaw reconoce que la situación es “especialmente peligrosa para las mujeres” y pide apoyo de los movimientos feministas de todo el mundo.

En experiencia de Alberto Cairo, cooperante de Cruz Roja, la situación a partir de 2006 empezó a complicarse el trabajo humanitario, que contaba con menos dinero y hacía frente a una creciente inseguridad y corrupción. Así, las zonas rurales dejaron de recibir asistencia. Y en los últimos años la situación ha seguido empeorando, con muchas organizaciones sufriendo ataques. Los afganos, dice Cairo, se sienten abandonados por la comunidad internacional.

El temor al futuro Gobierno se focaliza sobre todo en las mujeres. La periodista Mónica Bernabé no se cree los mensajes que han lanzado los Talibán prometiendo garantizar sus derechos. Cree que “han aprendido los beneficios de utilizar los medios de comunicación a su favor”, intentando lanzar una imagen de moderación, pero supone que dejarán estudiar a las niñas hasta una cierta edad y después “se tendrán que quedar encerradas en casa” como el resto de mujeres, sin poder trabajar.

Bernabé critica la hipocresía de la comunidad internacional, que ha demostrado su limitada capacidad para construir una nación y recuperarla de un conflicto, asegura Félix Arteaga, Investigador principal del Real Instituto Elcano.

Para Arteaga es necesario que haya “una noción de Estado, una cierta sumisión a un poder y normas que hay que respetar” para que esos esfuerzos prosperen. Por eso en Afganistán no ha sido suficiente la puesta en marcha de servicios públicos para que funcionara el Gobierno, porque “se ha creado una dependencia externa sin que la población asuma el protagonismo”.

Veinte años después el futuro de Afganistán vuelve a adentrarse en la oscuridad. Todavía es pronto para saber qué consecuencias tendrá el regreso de los Talibán al control del país. Quizá la primera sea una crisis de refugiados afganos intentando poner su vida a salvo a la que la comunidad internacional debe ahora dar respuesta.

 
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