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Fernando Fernán Gomez

Fernándo Fernán Gómez, anarquista, intelectual y artista clave en la historia de España

En el centenario del nacimiento repasamos su carrera como actor, dramaturgo, director, escritor y académico, una figura esencial para entender la cultura y la sociedad españolas

Imagen de archivo de Fernando Fernán Gómez / EFE

Madrid

Si repasamos la carrera como director de Fernando Fernán Gómez encontramos nos encontramos con series de televisión como El Pícaro. Adaptaciones al cine de obras teatrales muy populares como La venganza de Don Mendo. O incluso una película musical, Bruja más que Bruja, un filme que se estrenó en 1977, protagonizada por él mismo, Emma Cohen, Paco Algora y Mary Santpere y que hoy recordamos con motivo de su centenario.

"Ahorrar es inútil, tener una buena carrera es inútil, todo depende de lo que decidan los altos poderes"

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Contaba Fernando Fernán Gómez que él creció, como muchos otros jóvenes de su generación, pensando que la zarzuela era un género ridículo. Este joven cineasta, actor, dramaturgo y escritor nació en Lima, eso señala en sus memorias, aunque en su pasaporte siempre puso Buenos Aires. Su madre, la actriz estaba en Argentina de gira. Hijo de madre soltera, su padre, también actor, las abandonó. Él quedó al cuidado de la madre, pero sobre todo de su abuela. Con la abuela, su abuela, socialista y republicana que le inculcó la conciencia obrera, vivió los grandes acontecimientos de principios de siglo, la proclamación de la Segunda República en la Puerta del Sol de Madrid, o la guerra. Sus recuerdos sobre la contienda en Madrid los plasmó en Las bicicletas son para el verano, obra de teatro que años más tarde llevaría al cine Jaime Camino.

"Creo que soy un cómico".

No le gustaba el colegio, sino el teatro. Fue en la CNT, durante la guerra, donde recibió clases como actor. Encadenó una obra tras otra y dio por cerrada su profesión. Enrique Jardiel Poncela le dio su primera oportunidad con un papel en Eloisa está debajo de un almendro. Tres años después fue la todopoderosa Cifesa, productora de cine, quien lo fichó y debutó en la gran pantalla con la película Cristina Guzmán. Esos eran los inicios de una de las carreras y de las vidas más apasionantes y significativas que se recuerdan en el cine español.

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Fernando Fernán Gómez lo fue todo, lo vivió todo. Repasar sus andanzas, leer sus memorias, disfrutar de sus interpretaciones o ver sus películas es asistir a la historia de la España reciente. Su nombre figura asociado al de un sinfín de actores, actrices y directores. Nieves Conde, Luis Marquina, Serrano de Osma, Neville, Lola Flores o María Dolores Pradera con quien se casó y tuvo una hija, Helena Fernán Gómez.

De ser actor principal en el cine franquista, ese que sustentaba la propaganda, pasó a ser muso de una nueva generación de cineastas que conformaron el Nuevo Cine Español. Hablamos de Bardem, de Berlanga y Berlanga con quienes trabajó en Esa pareja feliz. Esa etapa como actor de comedias la compaginó con trabajos de dirección mucho más políticos, como El mundo sigue, basada en la novela del mismo título de Juan Antonio Zunzunegui. Era la octava vez que Fernando Fernán Gómez dirigía una película, pero El mundo sigue iba a ser para él un filme especial. Como decía quería hacerse un regalo a sí mismo y para ello estuvo trabajando en proyectos que le interesaban más bien poco con el fin de conseguirlo, ahorrando todo lo que ganaba.

Fernando Fernán Gómez escribió el guion, pero la censura lo rechazó. La película iba a tratar temas incómodos para el gobierno franquista. Mostrada a una familia enfrentada; se hablaba de aborto, de relaciones sexuales fuera del matrimonio, de adulterio, de prostitución.

"El éxito y el fracaso no son hechos, sino sensaciones"

En los setenta, Fernán-Gómez se convirtió en uno de los actores más solicitados de la llamada transición, con títulos como El espíritu de la colmena, obra maestra de Víctor Erice. Cuentan que el actor le preguntó al director si hacía falta entender el guion para hacer la película. Ante la respuesta negativa de Erice, Fernán Gómez respondió: "Entonces la hago". Pim, pam, pum... fuego, Mi hija Hildegart, Mamá cumple cien años, de Carlos Saura. En los ochenta siguió con esa misma tendencia, con trabajos en Maravillas de Gutiérrez Aragón, La colmena o La corte del faraón. Esa fue también la década de El viaje a ninguna parte.

En 2006 Radio Nacional de España emitió ese guion como serial Radiofónico. No era nada extraño porque Fernando Fernán Gómez concibió la historia en un principio pensando en este medio: la radio. En 1985 se publicó como novela y gracias a los productores Julián Mateos y Maribel Martín, una película. Fernando Fernán Gómez llevaba seis años sin ponerse detrás de las cámaras, pero en El viaje a ninguna parte se compilaban muchos de sus propios recuerdos.

"El éxito, las ovaciones del público o el dinero me dan menos satisfacciones que el alcohol"

En los noventa llegaron los problemas de salud y su ritmo de trabajo mermó. Aún así, protagonizó Belle époque, película de Fernando Trueba que ganó el Oscar. Después El abuelo, de Garci, que también estuvo nominada por la Academia de Hollywood. La popularidad para llegar a nuevas generaciones la obtuvo de una serie de televisión, Los ladrones van a la oficina. No era la primera incursión en las series, pero sí la primera en la que estuvo rodeado de amigos de su generación. Manuel Aleixandre, inseparable amigo desde sus inicios, José Luis López Vázquez o Agustín González.

También en los noventa debutó con Pedro Almodóvar en otra película ganadora del Oscar, Todo sobre mi madre. Hizo Plenilunio y La lengua de las mariposas, en la que es una de sus actuaciones más recordadas. Después rodó Visionarios, El embrujo de Shanghái, Para que no me olvides y su última interpretación, En la ciudad sin límites, de Antonio Hernández.

"Por anarquista, por poeta, por cómico, por articulista, por académico, por novelista, por dramaturgo, por único y por consecuente", decía Marisa Paredes, por aquel entonces presidenta de la Academia de Cine, al entregarle la Medalla de Oro de la institución. Lo describió como nadie.

"Lo que menos me gusta del teatro es que el público está ahí, mientras uno trabaja. Prefiero escribir porque es una actividad solitaria"

Ocupó el sillón y con él el cine entró en esa institución. Escribió teatro y novelas, una de ellas acaba de reeditarse justo ahora que conmemoramos su centenario, El vendedor de naranjas. En ella, con sorna, describe cómo funcionaba el cine de su época. Todo son nombres ficticios y han pasado los años, pero todo suena a lo que ocurre ahora. En El tiempo amarillo o Diario de Cinecittà dio cuenta de todas sus memorias.

Fernando Fernán Gómez hacía con sus brazos el gesto anarquista en cada premio que recibía, y fueron muchos. Premio en el Festival de Venecia por Los Zancos, Oso de Plata en Berlín por El anacoreta, Oso de Honor a su trayectoria, premio Donostia, seis Goyas, el Mariano de Cavia por sus artículos periodísticos, el Príncipe de Asturias y dos premios nacionales, el de Teatro y el de Cine.

"Lo que siento por la anarquía es una enorme curiosidad; una esperanza".

"Yo pienso más bien en el amor libre, en la supresión de propiedad privada, en la entrega de las tierras a los trabajadores, en la enseñanza igualitaria y obligatoria", dijo en una de sus últimas declaraciones. Y del cine español aseguraba: "Y no me parece que las películas españolas sean muy de izquierdas. Por lo menos, las que yo veo".

Tras la muerte de Franco y la legalización de la CNT, tuvo una militancia activa en el Sindicato de Espectáculos de Barcelona participando en las Jornadas Libertarias de Barcelona en julio de 1977 junto a su compañera Emma Cohen, la que fue su segunda y última mujer hasta la muerte del actor. En su entierro, su féretro fue cubierto por la bandera de la CNT, roja y negra. Había que llevar cuidado para que no la confundieran con la falangista. También se bailó un tango, en honor al país en el que le vio nacer, o no. Él tampoco estaba seguro.

 
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