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Remedios Zafra: "La asociación entre precariedad y ansiedad tiende a ser invisibilizada"

Charlamos con la científica titular del Instituto de Filosofía del CSIC , autora de 'El Entusiasmo: precariedad y trabajo creativo en la era digital' y 'Frágiles. Cartas sobre la ansiedad y la esperanza en una nueva cultura' sobre la cómo la vocación y el entusiasmo son instrumentalizados por un sistema de favorece la ansiedad y la precariedad

"Las nuevas formas del capitalismo se han beneficiado de la gran disponibilidad de personas entusiastas, con formación, dispuestas a hacer mucho por poco, dispuestas, además, a anteponer ese capital simbólico, ese valor añadido que da lo que les gusta, al sueldo. Y, por lo tanto, dispuestas a encadenar una serie de trabajos temporales y precarios con la esperanza de un futuro pospuesto que se va alargando indefinidamente"

La entrevista | Remedios Zafra: "A mí una vez me dijeron eres tan entusiasta que es imposible no abusar de ti"

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Madrid

Las dinámicas laborales y pensamientos que describe la filósofa Remedios Zafra en su libro ‘El Entusiasmo: precariedad y trabajo creativo en la era digital son tan reconocibles por quienes intentan seguir su vocación que asustan. Asusta pensar cómo el sistema económico ha sido capaz de modificar a su antojo nuestra actitud frente al trabajo y nos haga autoexplotarnos sin darnos cuenta. Asusta pensar cómo ya antes de la pandemia habíamos normalizado la vida frente a las pantallas. Asusta pensar en la también normalización de la asociación entre precariedad y ansiedad. Asusta pensar que el entusiasmo, la pasión por dedicarte profesionalmente a lo que te gusta y da sentido, a lo que te punza, nos salve y nos condene al mismo tiempo. Y, sobre todo, da vergüenza reconocer que hemos caído en la trampa de la precariedad no solo económica: “La precariedad de expectativas de quienes estudiaron, de quienes pensaban que haciendo las cosas tal y como les decían iban a conseguir al menos un trabajo digno y, sin embargo, se ven totalmente desorientados. Perder a esa ciudadanía, que está dando tumbos en contextos de temporalidad y precariedad creo que es algo que no nos podemos permitir socialmente”, apunta Zafra.

Hace pocos meses y en respuesta a una carta que una lectora de ‘El Entusiasmo’ le envió, la filósofa publico Frágiles. Cartas sobre la ansiedad y la esperanza en una nueva cultura’, donde, a modo epistolar, trata de buscar esperanza para los entusiastas. ¿Quiénes son los entusiastas? “Los que mantenemos una tensión entre el trabajo que nos da el sueldo y el trabajo que nos da sentido (…) A mí una vez me dijeron que era tan entusiasta que era imposible no abusar de mí”.

Hace pocas semanas la vicepresidenta segunda y ministra de trabajo, Yolanda Díaz, anunciaba en una entrevista que el Gobierno pondrá en marcha un grupo de expertos para estudiar el impacto de la precariedad en la salud mental. El trabajo intelectual de Zafra se centra, precisamente, en la ansiedad de la vida precaria de muchos trabajadores, de una vida-trabajo orientada a la producción en la que el tiempo verdaderamente libre escasea en el marco de un sistema basado en la acumulación, no solo material, sino también de certificaciones académicas y líneas en el currículum. En ese mundo navegan los entusiastas, “entre la pasión que les punza y los que instrumentalizan el entusiasmo y se valen de él para mantener la maquinaria productiva, para pedir más por menos porque saben que quien es entusiasta, a menudo, hará las cosas por la satisfacción de hacer las cosas”, sostiene Zafra durante la entrevista.

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<p>La crisis económica ocasionada por el coronavirus deja una juventud precaria y temporal, que no se había recuperado aún del estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008</p>

La vida de muchos trabajadores creativos y culturales, afirma Zafra, se ha convertido en una sucesión interminable de tareas en donde lo que produce placer no es el ser capaz de crear algo nuevo, como descubrir una nueva vacuna, hacer los planos de un edificio o escribir un libro, sino el hecho de terminar las tareas pendientes. “¡Qué afortunada eres de hacer lo que te gusta! Bajo ese planteamiento muchas veces hay personas que trabajan sin cobrar o incluso que pagan por trabajar. De repente, te encuentras en esa tesitura irracional de la que algunos salen beneficiados y otros se parapetan en ese entusiasmo como algo fingido”.

La mente de un entusiasta está entre la expectativa y la frustración, entre la ansiedad y la precariedad, entre el dolor por sentir perder frente al sistema y recuperar la pasión por crear. En definitiva, navega en un mar lleno de niebla, siempre neutralizado y contenido en bolsas de trabajo precarias en las que la revolución digital y el capitalismo promueven una frontera difusa entre la esfera íntima y la esfera publica que logra tenernos conectados 24 horas al día: “Las nuevas formas del capitalismo se han beneficiado de la gran disponibilidad de personas entusiastas, con formación, dispuestas a hacer mucho por poco y dispuestas, además, a anteponer ese capital simbólico, ese valor añadido que les da lo que les gusta, antes incluso que el sueldo. Y, por lo tanto, dispuestas a encadenar una serie de trabajos temporales y precarios con la esperanza de un futuro pospuesto que se va alargando indefinidamente”.

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Zafra identifica tres sindicadores de precariedad: la crisis de la academia y la operacionalización del conocimiento, la velocidad y el exceso de producción y la ruptura de los vínculos entre iguales. Precisamente al respecto de este último señala que es necesario recuperar los lazos de solidaridad para vencer a la rivalidad entre trabajadores precarios que el sistema y las fuerzas conservadoras alimentan de manera interesada: “No hay esperanza que no surja de un desvío de lo siempre igual. No hay nada que nos haya hecho cambiar que no haya venido por una desazón o por una incomodidad (…) Frente a las pantallas nos convertimos en multitud de personas solas porque las formas de crear colectividad en el mundo red, son formas diferenciadas, los vínculos que nos unen son vínculos mucho más ligeros”, destaca.

El entusiasta opta muchas veces por mecanismos de autoengaño para mantener la esperanza frente a la crueldad del capital, ¿la inclinación hacia esa ignorancia es supervivencia y esperanza para el entusiasta? ¿en qué momento el mercado de trabajo se convirtió en algo tan inhumano? ¿es posible que vocación y sustento estén condenadas a no entenderse? ¿por qué esa situación genera frustración y no rabia? En definitiva: ¿hay esperanza para los entusiastas?

Daniel Sousa

Daniel Sousa

Es redactor en EL PAÍS Audio y colabora en ‘A Vivir que son dos días’ de la Cadena SER. Ganador del...

 
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