El cine francés se vuelve social
Varias películas de la competición de Cannes miran a distintos problemas sociales y políticos de la Francia acutal, como 'La fracture', de Catherine Corsini, 'France' de Bruno Dumont o 'Les intranquiles', de Lafosse
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Fotograma de 'France', película de Bruno Dumont protagonizada por Léa Seydoux / CANNES
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Cannes
Cannes es el gran escaparate del cine, pero sobre todo del cine francés. No podría entenderse el funcionamiento y las pautas del festival sin entender la industria de cine francesa, una de las más potentes del mundo. Con leyes que la protegen del mercado americano, con una defensa de las salas de cine por encima de todas las cosas y con mucho dinero para producir cine francés y para exhibirlo y distribuirlo por todo el mundo. Cannes es el principio y fin de todo ese círculo de producción, exhibición y venta.
Por eso siempre hay mucho cine francés tanto en la sección oficial a concurso, como en las secciones paralelas. Tras un año con el cine y la cultura paralizados en el país vecino, esta edición del certamen ha tenido todavía más sabor francés. Mia Hansen Love, Mathieu Almaric, André Desplechain, Leos Carax o Julia Ducournau... son algunos directores que han presentado película aquí. Además, la mayoría de películas en sección oficial cuentan con dinero de alguna productora francesa, como Wildbunch, Arte, etc. Ha habido también una tónica general entre varios directores galos, como es la de mostrar la crisis social y política que vive su país.
Una doble fractura, física y social. Eso es lo que ofrece La fracture, la película en competición de la francesa Catherine Corsini, una historia coral que se desarrolla en un hospital en una noche de especial violencia de la policía contra los chalecos amarillos. Valeria Bruni Tedeschi, Marina Fois, Pio Marmai o Aissatou Diallo Sagna -una enfermera que debuta en el cine con esta película- son algunos de los nombres que la protagonizan. La idea de Corsini era hablar de un mundo de hoy cada vez más fracturado. "Ahora vamos a dejar a nuestros hijos un mundo de mierda, podrido", decía la directora en la rueda de prensa.
En La fracture se cruzan las historias de una pareja de mujeres al borde de la ruptura y pertenecientes a la burguesía parisina, con la de un camionero herido en la manifestación o la de los trabajadores sanitarios, precarios antes y después de la pandemia. "La sanidad pública lleva en crisis desde hace años, en huelga para reclamar más y mejores medios. Eso se ha agravado este último año. Durante la pandemia aplaudimos a los médicos pero hemos parado y la crisis continúa y las condiciones difíciles siguen, con salarios de miseria", criticaba la directora.
También crítica social tiene Tous s'est bien passé, la nueva película de François Ozon. El director habla de la muerte digna, que apenas es posible en Francia y de cómo las familias ricas pueden permitírselo pagando 10.000 en Suiza. Es la historia real de la escritora y guionista Emmanuèle Bernheim, que contó cómo había ayudado a morir a su padre en una novela autobiográfica que Ozon adapta en esta película. La película es un drama convencional, insulso y sin intención. Los flashbacks a la infancia de la hija y la manía de explicar cada cosa que ocurre lastran el resultado de una película que debía aportar más, tanto cinematográficamente como en lo político.
Léa Seydoux -gran ausente del certamen por dar positivo en Covid- es la protagonista absoluta y lo mejor de France, un filme a medio camino entre la comedia, la sátira y el drama sobre los medios de comunicación con el que Bruno Dumont compite en el Festival de Cannes. Seydoux es France de Meurs, la gran estrella de la información de la tele francesa, que vive con su marido Fred (el cantante Benjamin Biolay) y su hijo en un apartamento delirante. Y un día atropella a un motorista, lo que supone un punto de inflexión en su vida.
Un retrato tremendo sobre el amarillismo, la falta de profesionalidad, rigor y moralidad de los medios de comunicación y de la política, con las redes sociales y sus perjuicios en el centro de todo. "Cuando un asunto es serio, me gusta que dentro de la gravedad esté lo grotesco y la risa", decía Dumont en Cannes.
"Me gustan los periodistas, pero lo que me da miedo es el comportamiento de los periodistas dentro de la maquinaria (...) es una labor de una gran nobleza, pero la industria no busca que sus beneficios, hay un verdadero problema de conciencia de los periodistas y es algo que ustedes tienen que solucionar", explicaba el director de Petit Quin Quin.
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Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...