La vacuna, última esperanza

Madrid

Las cifras de transmisión del covid son espeluznantes. Cierto que los datos de ingresos en hospitales, y sobre todo en UCIS rebaja dramatismo al dato, pero es tal la rapidez de propagación, sea la variante delta o cualquier otra, que deberíamos empezar a preocuparnos. Pero la sociedad en su conjunto, incluidos en este caso los políticos de todos los partidos han decidido que la pandemia ya no existe. Se fue lejos, adiós, no queremos saber nada.

Ha ganado el ansia de normalidad y, sobre todo, ha funcionado el lavado de cerebro neoliberal al que llevamos décadas sometidos y que nos hace preferir el aumento del PIB al del índice de personas sanas.

El Gobierno, por ejemplo, ha situado al frente de Sanidad a la política de perfil más débil que ha encontrado, mientras rebaja de decibelios y casi oculta a nuestras miradas a san Fernando Simón, la sanidad le tenga en su gloria. Tampoco la oposición ve sangre que chupar, que ellos mismos, en sus comunidades, se arrastran con similar torpeza. Única solución, vacunar, vacunar y vacunar.