Lo mejor y lo peor
El Gobierno tiene una tendencia inagotable a poner la otra mejilla cuando los agravios y excesos provienen de aquellos que necesita cautivar, mientras que reacciona con la mayor contundencia a cuanto diga la derecha
Madrid
Repetía alguien de cuyo nombre no quiero acordarme que lo mejor es enemigo de lo bueno. La respuesta de Carmen Calvo, vicepresidenta primera del Gobierno, ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, a la portavoz del Grupo Popular, Cuca Gamarra, en torno a los indultos inminentes que se concederán a los condenados del procés, ha querido apoyarse en Benjamín Franklin, uno de los padres fundadores de Estados Unidos, quien señalaba que “a veces la mejor justicia es la peor política”. El ardiente contraste de pareceres sucedía esta misma mañana en el Pleno del Congreso de los Diputados y era la enésima edición de la mutua descalificación asegurada a la que venimos asistiendo todos los miércoles desde hace años.
El Gobierno tiene una tendencia inagotable a poner la otra mejilla cuando los agravios y excesos provienen de aquellos que necesita cautivar, porque su apoyo parlamentario es indispensable, mientras que reacciona con la mayor contundencia a cuanto diga la derecha, quien, dicho sea de paso, hace tiempo que no tiene de su mano el Espíritu Santo. Ni siquiera Sánchez y los suyos son capaces de elogiar errores como el de la elección de la plaza de Colón, tan propicio para ser explotado.
