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Judith Colell: ''El 'yo sí te creo' también tiene que estar en la propia familia de las mujeres maltratadas''

La directora catalana presenta en el Festival de Cine de Málaga '15 días', un retrato sobre las barreras que encuentras las víctimas de la violencia de género desde que deciden denunciar

MALAGA, SPAIN - JUNE 08: (L-R) Sterlyn Ramírez, Judith Colell and Marc Clotet attend '15 Horas' photocall during 24th Malaga Spanish Film Festival on June 08, 2021 in Malaga, Spain / Juan Naharro Gimenez (WireImage)

MALAGA, SPAIN - JUNE 08: (L-R) Sterlyn Ramírez, Judith Colell and Marc Clotet attend '15 Horas' photocall during 24th Malaga Spanish Film Festival on June 08, 2021 in Malaga, Spain

Estas últimas semanas han sido terribles para la violencia de género y las cifras de violencia de género no dejan de empeorar: 13 mujeres han sido asesinadas en lo que va de año y las víctimas ya son 1091 desde 2003, año en que empezaron a contarse los datos de mujeres maltratadas. "Esta es otra pandemia", dice la directora Judith Colell que la ha reflejado en su nueva película, 15 horas, una coproducción latinoamericana que supone su vuelta al cine diez años después de Elisa K.

La directora catalana se ha ido a República Dominicana a rodar esta historia sobre una mujer de clase alta maltratada cuya familia no la cree, y donde el peso de la religión y el matrimonio pesan en su contra. Un retrato sencillo y potente que ha causado muy buena impresión en este Festival de Málaga donde las historias dirigidas por mujeres son las que están calando en la crítica y el público.

15 horas retrata el proceso en el que una mujer de clase alta se da cuenta de que está sufriendo maltrato y decide dar el gran paso y denunciar. ¿Qué pasa entonces? Pues que aparecen un montón de puertas que se cierran, la soledad y la culpa y el abandono de los grandes pilares de la sociedad: la familia y el matrimonio. Sterlyn Ramírez y Marc Clotell protagonizan esta historia que simula a esa bajada de los infiernos que Dante relató en La Divina Comedia.

Centras el relato en el proceso de salida de esa relación de maltrato y no en la relación en sí, ¿por qué querías centrar la película en esas horas y días?

Se ha hablado mucho, se han hecho muchas películas y series sobre violencia de género y nos planteamos dar un punto de vista diferente. Tenemos que seguir hablando de ello hasta que deje de haber una mujer asesinada por su pareja o expareja, pero sí cambiar el punto de vista. Y a parte de ser en las clases altas, que eso nos parecía que marcaba una diferencia, nos parecía interesante ver la gente que rodea a esas víctimas y lo solas que se sienten. Cuando toman la decisión, están realmente asustadas, y muchas veces ese es el problema. Se van encontrando con puertas cerradas todo el rato. Me parecía interesante este descenso a los infiernos del personaje que se va encontrando con distintos estratos de la sociedad: la burocracia, la familia, la iglesia, sus amigos… y solo encuentra puertas cerradas. Pero es interesante ver cómo ella se va empedrando poco a poco y es capaz de decir que ya está bien. Es también un proceso de superar la culpa, esa cosa de pensar que la víctima es la culpa de ella.

Hablas de esa clase alta donde también ocurre el maltrato y es curioso también que la ayuda a esta mujer maltratada viene de las clases humildes, de esa criada que fue despedida por defenderla, ¿por qué?

Eso es una posición mía, política y moral. Me parecía que tenía que ser la mujer valiente la que le ayudara de clase humilde. Una persona que no tiene nada pero es una mujer valiente. No le importa a pesar de que pueda perder mucho, de hecho, ya ha perdido su trabajo. Es una pena la hipocresía de esa clase alta que no ayuda para no perder lo que tiene. Me interesaba poner a una persona que tenía mucho que perder siendo la ayudante.

Entre las resistencias que encuentra está la familia y la Iglesia, es cierto que la sitúas en República Dominicana, pero ¿qué peso tienen todavía esas instituciones en el nuestro?

Es un país donde la Iglesia tiene un gran peso. Aquí no hay tanto y no podemos generalizar, seguro que hay curas que te ayudan desde el primer momento. Me interesaba más el tema más de cómo la religión y el matrimonio como algo indisoluble. O cómo se trata la culpa desde la religión, que me parece fatal. Eso me parecía importante. La familia muchas veces es complicada, nos encontramos muchas veces con que la propia familia no cree a las víctimas, que piensan que exageran o que algo habrán hecho. El yo sí te creo tiene que ver con esto. Si algo muestra la película es esto de tenemos que tomar partido hasta mancharnos, que decía el poeta.

Estas dos últimas semanas han sido terribles, ha habido muchos casos de asesinatos de mujeres, como decías antes, llevamos muchos relatos a nuestras espaldas y nada cambia, ¿por qué? ¿qué estamos haciendo mal?

La educación. Tenemos que empezar desde muy pequeñitos. Tiene que cambiar el paradigma de las relaciones. Una mujer no es propiedad de ningún hombre. Nunca. Tenemos que empezar desde muy jóvenes, a las niñas se las tiene que educar para saber afrontar estos hechos y a los niños en igualdad, en justicia, con una educación feminista. Yo tengo un hijo y lo he educado así y creo que es más feminista que yo.

Llevas diez años sin presentar película en cines, ¿tan difícil es levantar una película para una mujer directora? ¿Qué ha pasado?

He dirigido películas para televisión, pero son diez años desde Elisa K. Además, he sido vicepresidenta de la Academia de Cine y eso es mucho trabajo. Fueron seis años muy intensos de un trabajo voluntario y eso hacía más difícil tener el tiempo para desarrollar una película. Me he dedicado mucho a la universidad y eso también lleva tiempo. Demasiado tiempo ha pasado y ya digo que no va a pasar tanto entre esta y la siguiente.

Y ahora vuelves a presentarte a la presidencia de la Academia de Cine Catalana, ¿qué retos tienes por delante? ¿Cuál es tu proyecto?

Creo que es el momento para poder dedicarme al cine de mi casa, a mi familia cinematográfica, a la gente que trabaja en Barcelona y que nos estamos encontrando con muchos problemas, como una pérdida de músculo industrial muy importante, con muchos técnicos yendo a Madrid porque en Barcelona no hay trabajo. Tenemos que abrir una reflexión de qué pasa y qué podemos hacer. Es un momento para unirnos y hacer un frente común. Hay que abrir además la academia mucho más. Tenemos que trabajar en temas de educación. Para crear nuevos públicos, necesitamos urgentemente que los niños aprendan a ver cine, que el público entienda que el cine les explica. ¡Qué sería de un país sin una cinematografía que explique cómo somos, cómo hablamos! Necesitamos que nuestro público sea más chovinista. Por supuesto, luchar por la paridad. Es muy, muy importante en todas las especialidades. Es algo que tenemos pendiente.

 

 
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