Un gran cementerio
Abruma tanta casualidad y lo hace también que recupere las mesas petitorios para recoger firmas contra los indultos para los políticos independentistas condenados, si el señor Casado nada tiene que decir de las épocas anteriores
Madrid
Insiste Pablo Casado en que no le compete hablar de la imputación judicial de quien fue secretaria general de su partido y le apoyó en las primarias, como marcan los estatutos para situaciones semejantes, porque la causa no corresponde a su época, que ya advirtió en febrero que no abriría más la boca para opinar de esto. Fue, sí, cuando además decidió vender la emblemática sede del PP de la calle Génova de Madrid para intentar cortar por lo sano, como si cambiando de domicilio los viejos demonios se quedasen en la casa de ayer y ya nunca más pudieran formar parte de la maleta en la que uno se lleva los recuerdos de la familia.
Venía entonces de un importante revés en las elecciones catalanas que de puertas adentro se atribuyó a la larga sombra que la corrupción hizo planear sobre aquella campaña. Fantasma que, pasados los meses, sigue arrastrando sus cadenas que rechinan, molestas, entre otros muchos ruidos con los que el bebé quiere ensordecer a la opinión pública. Por supuesto, no a los ciudadanos de Ceuta, que hoy le han aplaudido cuando se negaba a contestar a los periodistas, a quienes además han increpado de mala manera. Ciudadanos anónimos, por supuesto, como se han apresurado a decir desde el partido. Personas sin más interés que pararse a escuchar a quien se han encontrado por la calle, como quien descubre, sin esperarlo, al músico ambulante interpretando la canción de su vida. My way, debía sonar hoy.
Abruma tanta casualidad y lo hace también que recupere las mesas petitorios para recoger firmas contra los indultos para los políticos independentistas condenados, si el señor Casado nada tiene que decir de las épocas anteriores. En cambio, esto le entronca directamente con las iniciativas de sus antecesores, los más, pasados por la justicia también, por cierto. Sabíamos que la memoria es selectiva, ahora también sabemos que la del líder del PP es un gran cementerio.